Huelva

El hombre que sí existió

  • Hoy se cumplen 70 años del desembarco de los aliados en Sicilia, gracias al engaño en el que Huelva fue clave Glyndwyr Michael sigue aun oculto bajo el falso William Martin

SÍ existió, su nombre es Glyndwyr Michael. Hoy es 10 de julio; una fecha que aquí, en Huelva, pasa desapercibida. No creo que en estos últimos setenta años se reparara mucho en un día como el de hoy. En esta provincia nos hemos quedado siempre al principio de las cosas. Por ello si nos referimos al 30 abril y si le añadimos el año 1943 alguien podría reparar fácilmente en la fecha si hablamos de Punta Umbría. Así nos podemos aproximar algo a esta jornada y le encontraremos un carácter histórico, aunque sólo en lo cercano trasladará a un hecho acaecido en la II Guerra Mundial en la playa de la Bota.

No hemos pasado de ahí, de lo que no deja de ser lo anecdótico dentro, evidentemente, de su importancia. No hemos ido más allá del relato del bueno de José Antonio Rey María, marinero puntaumbrieño que encontró el cuerpo del mayor William Martin, frente a La Bota, mientras estaba en la faena de la sardina, cuando desde Punta Umbría salían a la mar los galeones, tan deseosos de capturas.

Por aquel hallazgo ni a José Antonio Rey le dieron recompensa alguna, como tantas veces se lamentó, ni a Punta Umbría ni a Huelva le concedieron en el mapa de la historia de la II Guerra Mundial. Quizás porque entonces estábamos alejados o exiliados de la Europa de las libertades, era la época del dictador. Hoy, sin embargo, no hemos recuperado la memoria histórica de este episodio que ponen a Punta Umbría y Huelva en el final de la contienda bélica. No hace falta ir muy lejos ni en nuestra provincia y menos en el resto de España, pocos de nuestros chavales podrían decir algo sobre este episodio, tampoco crean que muchos mayores sabrían de qué va en verdad más allá de la película de espionaje que algunos, por su edad, sí que vieron en el cine. Nadie hablaría de este hecho histórico como clave para el desenlace que todos esperaban y deseaban de la II Guerra Mundial.

Un acontecimiento para los libros de textos de conocimiento del medio en Andalucía, de los niños de Huelva y Punta Umbría; para conocer lo que ocurrió aquel 30 de abril de 1943 y, sobre todo, lo que supuso para que el 10 de julio siguiente en las costas de Sicilia desembarcaran las tropas aliadas; que lo expliquen los profesores versados, los amigos de la historia, la ciudad y su gente, que Punta Umbría fue clave para que pudieran acabara con los descabellados deseos del loco de Hitler.

Por eso hoy he querido hablar de William Martin, la nueva identidad que le dieron a Glyndwyr Michael, que tras haber sido rechazado por el ejercito británico recibió, ya sin vida, una misión con el grado de mayor.

Hoy hay que reivindicar la historia del hombre que no existió, como lo identificó Ewen Montagu, en el relato que publicó, cerebro de la operación carne picada que tras dar a conocer los detalles del episodio de espionaje se reservó algunos nombres, hasta que en 1996 se descubrieron. Por eso en la actualidad hay que hacerle justicia al hombre que sí existió, a Glyndwyr Michael; pasados los tiempos prudenciales de las reservas de identidad y cuanto se indaga con nuevos datos históricos en este hecho es necesario dejar a un lado lo anecdótico. Hoy William Martin no debe usurpar el nombre verdadero aunque sí lo comparta, el engaño terminó con los resultados esperados. Es justo que se le rindan los honores al verdadero personaje que después de muerto realizó un gran servicio a la paz en Europa.

Honores en la historia, que si debería partir del pueblo británico no es menos cierto que aquí, en Punta Umbría y en Huelva, se tiene que hacer igualmente presente y no sólo su nombre sino la referencia al hecho, a la paz tras la II Guerra Mundial a la que esta acción contribuyó a que fuera posible. Una gran paloma de la paz en la Playa de la Bota que proclame que aquí empezó el final del odio y comenzó el curso de la nueva Europa.

Desde hace unos años cuando se le lleva flores frescas a su tumba en el cementerio de la Soledad además del nombre de William Martin, aparece el de Glyndwyr Michael. Aunque es cierto que ambos irán juntos por los caminos de la historia, lo lógico sería que la tumba se encabece diciendo que quien está enterrado es Glyndwyr Michael, que sirvió como el mayor William Martin. Es lógico que cuando se produjo el entierro la lápida debía llevar el nombre y todas las referencias al mayor, ahora no, el engaño tuvo su final. Lo mismo que debería salir de las novelas para estar en la realidad de alguna de nuestras calles dándole nombre. En Huelva hay una rotonda con una paloma de la paz, en la barriada de la Orden, buen lugar para un recuerdo permanente.

Unos hechos históricos que deberían mantenerse en un museo de la historia, que relate cómo fue aquel 30 de abril y el 10 de julio y que recoja las muchas páginas que en los diarios se publicaron, en novelas y trabajos históricos. En Sicilia hay un museo del desembarco y en Cassino se sigue recordando el episodio de la posterior gran batalla, cuando llegaron para liberar Italia, siempre desde la mirada de la paz.

No vamos a contar otra vez el relato tantas veces narrado del mayor que apareció frente a las costas de Huelva que llevaba documentación falsa, que hacía creer a los alemanes que los aliados atacarían por Cerdeña y Grecia, no por Sicilia, abandonada la defensa de esta atacaron por la costa noroeste, lo que le proporcionó el avance hacia la Italia continental, facilitando así el camino hacia el final de la guerra.

Huelva tiene que dar un paso más, la historia lo merece. Debe presentarse ante Europa no solo como un punto cable para engañar sino lo que eso supuso para final de la II Guerra Mundial. Cuando lleguen las celebraciones del 75 aniversario no debemos perder el sitio. Ahora es tiempo para prepararlo.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios