fallece el arquitecto de la funcionalidad. La Medalla de Huelva reconoció su trayectoria hace tres años

El legado de Eleuterio Población

  • Con trazas de austeridad germánica, el arquitecto onubense realizó más de 20.000 obras que han marcado el paisaje español

Tenía el don de la música callada que retrata las ciudades y las macera en el tiempo. Durante más de medio siglo, el arquitecto onubense Eleuterio Población Knappe -que falleció en Madrid el pasado jueves, a los 83 años de edad- cosechó un legado de 20.000 obras que dejaron en rincones de toda España una impronta de funcionalidad y austeridad germánica. Volúmenes limpios, imperecederos, un estilo que en Huelva dejó el icono que se alza en la Plaza de El Punto desde 1968, el Edificio Carabela Santa María. Textura cosmopolita y pura antítesis de su vecina, la británica Casa Colón. Piezas de esta Huelva que se reinventa a sí misma en los estratos de la Historia.

Hace tres años, el célebre arquitecto recibía de manos del alcalde Pedro Rodríguez la Medalla de Huelva por su cosecha de éxitos y su contribución "a hacer las ciudades del mundo más humanas y más amables desde el ámbito de la arquitectura y el urbanismo y por haber llevado a Huelva siempre en el corazón", aclamaba el regidor.

Tuvimos ocasión de entrevistarle en aquella conmemoración, cuando recibía la noticia emocionado. Venía don Eleuterio en el AVE Madrid-Sevilla, con destino a los Reales Alcázares para presentar su última publicación y nos contaba sus impresiones: "Nadie suele ser profeta en su tierra, -decía- con lo que para mí esta medalla es un honor que agradezco muchísimo. Me siento choquero y no hay una ciudad en la que esté más a gusto. ¿Cómo veo a Huelva después de tantos años? Ha sufrido una magnífica transformación, pero aún siento que se desperdiciara en la década de los sesenta la oportunidad de mirar al mar, a la Ría, cuando el PGOU de Alejandro Herrero permitió la instalación de las industrias en la Punta del Sebo".

Eleuterio Población Knappe nació en 1928 en la clínica que su padre tenía en la calle Rafael López. En Huelva pasó su infancia, formándose en el colegio Francés y el Instituto Rábida. En Madrid desarrolló una carrera profesional que lo ha incardinado como uno de los arquitectos de referencia del panorama español.

Su primer trabajo llegó a través de un concurso internacional para construir el Paseo Marítimo de Tenerife. Desde entonces, llegó a diseñar miles de inmuebles, sedes bancarias, hoteles e instalaciones industriales. Diseñó desde importantes complejos residenciales hasta las cafeterías Vips.

Entre sus obras más populares se encuentra el Auditorio al aire libre de la Expo 92 de Sevilla, el Hotel Meliá Don Pepe de Marbella, construido en 1962, y varios hoteles de esta misma cadena en Valencia, Marruecos y Venezuela, así como el edificio Beatriz en Madrid o la sede de Endesa.

Fue miembro fundador de la Fundación Antonio Camuñas y en 1987 fue elegido miembro del jurado del Premio Príncipe de Asturias. Fue asesor de arquitectura y urbanismo para la Expo 92. Ocupó también el cargo de decano-presidente del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid y lo hizo asumiendo la iniciativa en circunstancias difíciles para esta institución, colaborando para devolverle la dignidad perdida.

Definido por su sobriedad (el sello germánico le vino de herencia materna), Población sedimentó a lo largo de su trayectoria un estilo funcional pero, en cierto modo, antropocéntrico, partidario -como defendía él mismo- de que la calle fuera concebida como vehículo de la amistad, del comercio y de la relación entre la gente que discurre. El veterano arquitecto consideraba que hoy los urbanistas no crean ambientes para estas relaciones, limitándose a los viarios para el tráfico y el acceso a los bloques.

Cerramos la semblanza in memoriam con sus propias palabras, los términos en los que Eleuterio Población definió en un artículo las alquimias de su profesión: "El arquitecto es fundamentalmente un artista, pero al mismo tiempo debe ser de la rara especie de seres humanos que he dado en llamar homo patiens, una especie de ser más o menos humano de enorme templanza moral y preparado, como diría un americano, para todo evento. Sobre sus espaldas recae el peso enorme de su responsabilidad civil y el no menos importante de su equipo, formado trabajosamente, a sus pechos y que a veces no sabe como va a mantener en las épocas de ninguneo profesional sin permitir que ninguna de estas circunstancias desanime su pasión creadora e investigadora de cuanto se cuece a su alrededor, tanto en lo que se refiere al cambio de los parámetros sociales como al velocísimo desarrollo de las tecnologías tan a tener en cuenta".

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