nuevo libro Enigmas y misterios de la provincia de Huelva

Entre ovnis y apariciones marianas

  • La actividad de la provincia de Huelva en materia ufológica y videncias religiosas en los últimos años queda patente en la obra 'De Tartessos a Marte', de Ignacio Garzón · Revelados casos onubenses sorprendentes

En Huelva se han visto ovnis y supuestos extraterrestres. Se ha aparecido la Virgen varias ocasiones (supuestamente). También hay casas encantadas, pobladas de espíritus de fallecidos, y se han practicado rituales oscuros y macabros. La ciencia encuentra pocas explicaciones a algunos hechos insólitos ocurridos en la provincia, mientras la ensalza, a su vez, por fenómenos singulares que la hacen única en muchos aspectos. Hay pueblos de gran riqueza antropológica, llenos de tradiciones, leyendas y ritos conectados directamente con la magia que seguían los ancestros del ser humano. Algunos sucesos están en la memoria de los onubenses; la mayoría, apenas ha salido de una localidad o una comarca. Pero ahora, por primera vez, una buena parte de ellos está recogida en un libro, De Tartessos a Marte, que nace de la mano del investigador serrano Ignacio Garzón.

En la obra, primer volumen de la Guía de enigmas y misterios de la provincia de Huelva que hoy se presenta en la capital (Museo Provincial, 18:00), sobresalen en número los casos relacionados con la ufología y las apariciones marianas. Muchos tuvieron una gran repercusión mediática en su momento, concentrados en el tiempo, dando pie a controversia incluso a escala nacional. Pero algunas incógnitas siguen sin despejarse, sobre todo las correspondientes al fenómeno ovni, del que la provincia onubense constituye uno de los enclaves de mayor actividad en la Península.

"Hay una especie de triángulo formado por las provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz con una carga de casos bastante considerable", reconoce Ignacio Garzón, quien se apresura a desmontar una posible relación de los avistamientos de ovnis con la ubicación del INTA en El Arenosillo (Mazagón): "Se han dado muchos casos en la Costa, pero también muchísimos más en la Sierra y en la Cuenca Minera. No creo que exista tal relación. En todo caso nos beneficia el INTA porque podemos contrastar datos".

En apoyo a su tesis, bien pueden valer las experiencias registradas en Arroyomolinos de León y Galaroza, en diciembre de 1932, y de Castañuelo (Aracena), en 1955. El primero de ellos, de gran trascendencia, ha sido muy estudiado por sus componentes especiales: objetos luminosos, estruendo, surcos y zanjas extrañas en la tierra, y fallos eléctricos y perturbaciones electromagnéticas. Ni la posible caída de un asteroide ha acabado con todas las interrogantes.

Muy especiales y singulares fueron también los casos de Bollullos y Villarrasa en 1975, año en el que se sucedieron fenómenos en Aroche, Cerro de Andévalo, Almonte y La Palma del Condado. Como gran incidencia tuvo también en 1992 una oleada de avistamientos en la Sierra, en El Andévalo y en la capital.

No obstante, quizá el caso más conocido fue el que protagonizó una madrugada de agosto de 1982 el rejoneador Rafael Peralta en el cruce de la playa de La Bota, en Punta Umbría. Allí tuvo un encuentro con humanoides que acabó siendo noticia de alcance nacional y objeto de estudio por especialistas de renombre como J.J. Benítez. Otros supuestos extraterrestres se vieron en Villablanca, en 1967, y en Isla Cristina, en 1972.

Los llamados visitantes de dormitorio ocupan un capítulo aparte, con escalofriantes testimonios de la capital y la provincia que van más allá del fenómeno ovni. Igualmente inquietante pueden resultar las apariciones de la dama de la curva en las carreteras de la Sierra, aunque Ignacio Garzón se apresura a desmontar muchas de ellas incluso con gran sentido del humor.

El escepticismo debe primar en toda investigación, según Garzón, aunque sin por ello negar "evidencias que no encuentran explicación ni material ni psicológica".

El espíritu crítico, precisamente, ha llevado a desenmascarar fraudes relativos a supuestas apariciones marianas en la provincia. Una de ellas, la de Lepe, en 1996, y otra en Cartaya, en el tronco quemado ante el que se registró un creciente fervor popular sin fundamento.

Muy sonado fue el caso de Gibraleón, entre 1991 y 1993, con la supuesta danza del sol registrada, al mismo estilo de Fátima; aparición que rigió también en la anterior, y de gran repercusión en la región, de la niña de El Repilado y el plátano de Indias de la estación, único caso al que Garzón concede el beneficio de la duda. Junto a él, el particular Bélmez onubense, en un invernadero de Moguer, donde la supuesta cara de Jesucristo se vio en un plástico de invernadero que desapareció de súbito.

Un componente pseudoreligioso tuvieron también diversos episodios relacionados con el satanismo, que en la mayoría de los casos sólo fueron actos vandálicos en forma de profanaciones. Sólo la aparición de un corazón animal en el cementerio de Aljaraque en abril de 1999 parece auténtico, según Garzón. Más inquietante y trágico fue, en cambio, el caso de la Secta de Mazagón, que acabó con una muerte en 1988 y el primer gran juicio mediático de Huelva, en 1992.

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