1-0 y de penalti. Así escrito casi lo firma cualquiera. De hecho,  no sería mal resultado al que abonarse en las nueve jornadas que restan... Pero una vez vivido, resulta un trago duro de asimilar y con una carga que no todos los corazones aguantarían. Que llega un momento de la temporada en el que los marcadores imponen su ley y el fondo impera sobre la forma lo aceptan todos, aunque para sufrir duelos como el de ayer contra la Ponferradina hace falta una dosis extra de preparación mental para el aficionado. 

Sorpresa mayúscula de Sergi Barjuan en el once inicial. Lo fue tanto que cogió con el pie cambiado incluso a alguno de los afectados, que tardaron muchos minutos en hacerse a lo que les pidió su técnico. Hay que reconocer a Sergi que fue sincero cuando avisó antes del partido de lo poco vistoso que iba a ser el duelo. Quizá hasta se quedó corto después de lo ofrecido contra la Ponferradina. Por momentos, el choque fue un castigo edulcorado por el resultado favorable que reflejó el marcador desde el final de la primera mitad.

Un disparo a puerta. No necesitó más el Decano. De hecho, ni siquiera fue una acción de juego. Un penalti claro y absurdo de la defensa berciana le bastó al Recre para adelantarse en el marcador. Linares recorta, su marcador lo barre y el colegiado que señala la pena máxima. Morcillo batió a Moldován en el 43. Eso fue todo, al menos por el bando local.

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Jugó con fuego el Recre durante toda la segunda mitad. Sin fútbol ni argumentos para generar peligro ante la meta de la Ponferradina, los albiazules ni siquiera mostraron la seguridad necesaria como para pensar que la escasa renta valdría para llegar al final con victoria. Las opciones más claras fueron para los bercianos. Alberto Aguilar lanzó al larguero en el minuto 66. Tan peligroso o más fue el remate de Fofó en el 73. Ahí emergió una semana más Cabrero para salvar con los pies el empate. Cuatro puntos en dos jornadas llevan el nombre propio del cancerbero oscense. No estaría de más que se le reconociesen los méritos.

Su colega Moldován fue un espectador más del partido. Vio el fútbol de lejos, salvo contadas aproximaciones recreativistas sin demasiado sentido. Ni siquiera los cambios sirvieron. Los tres tuvieron un carácter conservador, aunque también es cierto que dos de ellos motivados por las circunstancias. Antón no pudo pisar el te'rreno de juego después incluso de anunciarse su entrada. Las lesiones y los problemas con las tarjetas condicionaron las decisiones de Sergi Barjuan.

Mención especial merece el público. El Nuevo Colombino entendió de la importancia de los puntos. El Recre, por encima de su estado de forma actual, tenía la oportunidad de colocarse de nuevo tercero y entrar en la pelea por el ascenso directo. Recriminó a los suyos las fases de atasco, pero se mantuvo fiel y en los momentos de mayores apuros se fue arriba para dar el plus necesario. La grada de animación tiró del carro cuando a su equipo se le acabó la gasolina y se quedó sin ideas. Obviamente, cuando terminó el choque dictó su particular sentencia crítica.

Colocarse tercero a falta de nueve jornadas y con sus opciones intactas de pelear por el ascenso directo es para estar satisfechos. No es una mala radiografía de la situación actual, si bien no por ello oculta que duelos como el de ayer contra la Ponferradina son difíciles de digerir para el aficionado.

En la victoria final recreativista se conjugaron muchos factores, siendo el de los méritos locales el menos determinante. Morcillo aprovechó la que tuvo y la Ponferradina no fue capaz de hacerlo. Sin embargo, con lo expuesto sobre el césped resulta complicado pensar que pueda alcanzar para doblegar a alguno de los duros oponentes que esperan en el horizonte. Este Recre puede dar más y debe dar más. Hay que pedirle más. Ya lo ha demostrado durante el campeonato. Bien puede estar lo que bien acabó ayer, pero así se harán muy duras las nueve jornadas que restan hasta el final.