Andalucía

A vueltas con la incertidumbre

  • Si Susana Díaz dejase la Junta por Ferraz, podría haber otras elecciones autonómicas en el segundo semestre de 2018

  • El PSOE quiso asegurarse la alianza con Ciudadanos con la entrada en el Gobierno, pero Marín lo rechazó. Por ahoral Manuel Jiménez Barrios y Javier Fernández, posibles relevos si la presidenta gana las elecciones primarias del PSOE

Juan Marín, portavoz de Ciudadanos, en el Parlamento andaluz.

Juan Marín, portavoz de Ciudadanos, en el Parlamento andaluz. / antonio pizarro

El sanluqueño Juan Marín, líder de Ciudadanos en Andalucía, es un hombre tan informado de los asuntos del Gobierno de la Junta como cualquiera de sus consejeros. O más que algunos de ellos, cuyos perfiles en esta legislatura resaltan tan poco como un encefalograma sin vida. Muy cercano a Albert Rivera y a Inés Arrimadas, con quienes guarda una sólida relación personal, sabe también qué ocurre en Madrid. El miércoles pasado, por primera vez, hizo uso de "un rumor" para presionar al Gobierno de Susana Díaz a que cumpliese uno de sus acuerdos con Ciudadanos: una nueva reducción del tramo autonómico del IRPF. Como el "rumor" -así lo llamó- del adelanto electoral para 2018 es insistente, debería ser ahora cuando se aprobase la rebaja que resta para completar una reducción de 3,5 puntos en esta legislatura. Vamos, que se acaba.

En efecto, 2018 es un año cargado de incertidumbre política, la crisis institucional que generó la irrupción de Podemos y Ciudadanos no ha finalizado, Mariano Rajoy logró ser investido en el último minuto, pero el PP no ha podido formar una alianza sólida para gobernar. El apoyo de Albert Rivera es insuficiente, pero los socialistas no respaldarán ningún Presupuesto, de modo que el desenlace final de la crisis del bipartidismo sólo se ha pospuesto. Si el PP no logra el respaldo del PNV, de Coalición Canaria y del canario que se presentó en las listas del PSOE -Pedro Quevedo, de Nueva Canarias-, de todos y cada uno de ellos, Mariano Rajoy tendrá que convocar elecciones generales para los primeros meses de 2018. No se puede estar dos años sin cuentas generales, y esos comicios servirán para romper esta parálisis italianizante.

¿Y por qué Andalucía? Cuando Juan Marín apremia al Gobierno andaluz a esa rebaja fiscal lo hace pensando que también en la comunidad podría haber elecciones en el segundo semestre de 2018. No tocan hasta 2019, pero la salida de Susana Díaz de la Presidencia derivaría en unos comicios en la comunidad unos meses más tarde. Es una posibilidad. Una más, y es que Andalucía ha vuelto a entrar en otro periodo de incertidumbre política que debe resolverse en los próximos 12 meses. La posibilidad de que Susana Díaz se presente a las primarias del PSOE y la probabilidad de que las gane forzarían un nuevo relevo en la Presidencia de la Junta. La intención de la presidenta es compatibilizar el liderazgo en Ferraz con el mando en el palacio de San Telmo, es capaz. Tal como sostiene uno de sus colaboradores, "puede llevar la presidencia de Andalucía y la de Castilla-La Mancha a la vez, si quiere", pero si Rajoy convoca elecciones en 2018, tendrá que producirse el relevo, pero a la catalana: es decir, en el poder. El nuevo, o la nueva, contaría con el apoyo del PSOE y de Ciudadanos en el Parlamento para ser investido en el cargo, y desde Presidencia afrontaría sus elecciones autonómicas unos meses más tarde.

Sobre el nombre del sucesor hay tanta ficción como en Julio Verne, es una cuestión que debe resolver Susana Díaz y el PSOE, pero hay que apuntar dos condicionantes que escapan a la opinión pública. Muchas veces, demasiadas, no se elige el mejor para el cargo ni el más efectivo para ganar unas elecciones, sino el que se puede, y Susana Díaz cuenta con dos condicionantes internos. Primero, el PSOE de Sevilla sigue mandando bastante, es una de las provincias donde el partido obtiene mejor resultado y del mismo modo que terminó por inclinar la balanza de José Antonio Griñán cuando debió elegir entre Susana Díaz o Mario Jiménez, ahora intentará que el sustituto sea sevillano. Al consejero de Turismo, Javier Fernández, amigo de Susana Díaz desde sus inicios políticos, se le colocó en el Gobierno con esa primera intención, para que se placeara, se conociese más allá de Sevilla, pero o se reserva mucho o no llega a ese nivel. Además de Sevilla, está Jaén y el PSOE de Francisco Reyes no va a dejar pasar la crisis sin recuperar parte del poder perdido. Sacrificaron en su día a Micaela Navarro, llamada a otras responsabilidades, siguen ganando las elecciones y Reyes tiene la ambición de contar, al menos, en el partido. Pudiera ser el secretario general en sustitución de Susana Díaz a la espera de que se despeje la duda de Presidencia.

Claro que la sucesión se puede resolver bajo otros esquemas. El vicepresidente es Manuel Jiménez Barrios, se lleva mejor que bien con Ciudadanos y conoce el Gobierno, ya es un número dos. Pudiera ser. Es uno de los consejeros más conocidos, junto a la sevillana María Jesús Montero, titular de Hacienda, que también es una probable sucesora, aunque no cuenta con el respaldo del aparato sevillano. Digamos que está en otra dimensión, aunque el esfuerzo, callado pero efectivo, de algunos de sus colegas de Gobierno por endosarle el problema de la fusión hospitalaria de Granada y Huelva -fue consejera de Sanidad, aunque no fue la autora de esos decretos- demuestran que también ellos la ven como un posible relevo. Tampoco hay que olvidar al onubense Mario Jiménez, que partió de la misma casilla que Susana Díaz y que hoy es portavoz de la gestora con bastante aceptación en Madrid. Jiménez querrá jugar un día en puestos más relevantes después de pasar por la dirección interina de Ferraz.

La sucesión no va a ser sencilla para el PSOE, y no sólo por las complicaciones inherentes al relevo. Como ya ocurrió en 2012, en Andalucía vuelve a existir una probabilidad de cambio político. Según el último sondeo, que es que el realiza la Universidad de Granada, el PSOE de Susana Díaz ha perdido siete puntos desde las últimas elecciones andaluza, mientras que el PP apenas se desgasta, ambos partidos se sitúan a una diferencia de sólo dos puntos. Susana Díaz rompió el ciclo descendente que tenía el PSOE con el Gobierno de Griñán. Javier Arenas le ganó las autonómicas y esta victoria popular venía precedida de éxitos sobre el PSOE en las generales y en las municipales. La presidenta irrumpió con fuerza, pero ha comenzado a notar un deterioro ante la opinión pública, bien debido a ella, bien debido a la crisis interna de su partido. Susana Díaz carece, además, de un grupo de cuatro o cinco consejeros políticos que abran otros campos; pocos destacan y casi ninguno ha abierto nuevas líneas en la política andaluza. Susana Díaz ha dejado de ser la política andaluza más valorada, sí es la más conocida, y en su nota influye bastante el buen concepto que tienen de ellas quienes se declaran de ideología de derechas. Es lo que muestra el sondeo del Egopa, un conjunto de debilidades del Partido Socialista que no llega al extremo de los tiempos de Griñán, pero que comienza a preocupar a muchos de sus dirigentes.

El PSOE lleva gobernando en Andalucía desde la instauración de la autonomía y a Díaz se le ha acabado el periodo de gracia que se le concede a los nuevos dirigentes. Sin embargo, el líder del PP, Juanma Moreno, no ha cuajado, el partido está mejor situado que él mismo: más que su baja valoración, lo importante es su escaso conocimiento popular. No es casualidad que Moreno sea el objeto de la campaña de publicidad que ha iniciado el PP con motivo del 28 de febrero. La posibilidad de que Susana Díaz se marche, le ha abierto nuevas posibilidades. Una fuente del PP explicó antes de su congreso nacional que la tranquilidad de Juanma Moreno iba a depender mucho del futuro nacional de Díaz: Si se quedase en Andalucía, los populares se podrían haber planteado un relevo. Ya no será así, el PP ha comenzado a cultivar aquellas provincias que le fueron propicias en otras ocasiones, caso de Málaga, Almería y Cádiz, territorios donde está en condiciones de ganar las autonómicas.

El PSOE es consciente de estos riegos. Por ello ha intentado consolidar la alianza con Ciudadanos con la entrada de consejeros naranjas en el Gobierno de Susana Díaz. Juan Marín recibió la propuesta formal de boca del vicepresidente Manuel Jiménez Barrios, pero Albert Rivera no está de acuerdo con la entrada en los Ejecutivos regionales. Al menos, por el momento. Marín también se comprometió a quedarse en la oposición, lo explicó varias veces en la campaña electoral, de ahí que tampoco esté empeñado en lo contrario. Pero esto no es eterno. Ciudadanos sí podría sumarse a una coalición con los socialistas después de las próximas elecciones autonómicas. Si es así, es difícil que el PSOE pierda el Gobierno: primero, porque el PP aún debe ganarle en unas autonómicas y, segundo, porque el entendimiento con Ciudadanos es bueno. Los de Juan Marín han conseguido bajar los impuestos de modo general, es posible que le peguen otro tajo al de sucesiones -que se le está haciendo insoportable al PSOE- y llevan en el medallero las dimisiones de Manuel Chaves y José Antonio Griñán de todos sus cargos. Tienen un relato para afrontar las próximas elecciones, otra cosa es si el nicho electoral de este nuevo partido seguirá abierto.

El PSOE de Susana Díaz no va a entenderse con Podemos, no le sirve de aliado. Teresa Rodríguez es una líder radical que comparte la estrategia de Pablo Iglesias de ganar espacios en la izquierda en la confianza de que el PSOE terminará por colapsar. No se trata de un problema personal entre la presidenta y Rodríguez, las diferencias son de mayor calado. Pero en cualquier caso, la existencia de un partido de izquierdas fuerte además del PSOE y la buena sintonía de los socialistas con Ciudadanos ponen muy cuesta arriba una posible Presidencia de Juanma Moreno, de no ser que el PP adelantase a los socialistas de un modo tan extraordinario que los naranjas no tuviesen más remedio que entenderse con unos nuevos socios. Y, de momento, ningún sondeo da una victoria a los populares en esas posibles elecciones adelantadas.

Pero es este riesgo el que está provocando que Susana Díaz tarde tanto en anunciar su candidatura a las primarias del PSOE. Si a algo le temen los socialistas es que Podemos, PP e IU asedien a la presidenta en el Parlamento con constantes llamamientos a que deje San Telmo si lo que desea es competir en la carrera nacional. Si las alusiones son ahora constante, la oposición en bloque argumentará que no es posible gestionar un Gobierno para nueve millones de andaluces a la vez que se está pendiente de los detalles de la política nacional. Los dirigentes socialistas saben que es un elemento de desgaste cuyas consecuencias nadie sabe medir aún.

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