Huelva

La Navidad debajo del agua

  • Unos 1.500 niños se sumergen esta semana en la piscina del polideportivo Andrés Estrada para ver el tradicional belén solidario de Bomberos Unidos Sin Fronteras guiados por sus buzos

Imágenes del belén acuático en el Andrés Estrada

Imágenes del belén acuático en el Andrés Estrada / Josué Correa (Huelva)

La llegada de las Navidades a la capital onubense no sería igual sin ese belén sumergido en la piscina del polideportivo Andrés Estrada que cada año instala Bomberos Unidos Sin Fronteras (BUSF). Es ya una tradición para los niños que tienen la suerte de probar y repetir. También para los centros escolares, que desde el mes de septiembre empiezan a llamar para reservar plaza para esta semana de diciembre. Hasta 1.500 niños han buceado a lo largo de tres días para verlo bajo el agua. Toda una experiencia para compartir en tiempo de vacaciones.

La jornada de ayer fue la última de las tres programadas esta semana, marcada por el fin de la actividad escolar antes del cambio de año. Los últimos en pasar por la piscina fueron los hijos de empleados de Atlantic Copper, patrocinador fiel del evento, con Aguas de Huelva y el propio Ayuntamiento, para el desarrollo de una actividad que requiere de un gran esfuerzo de organización y coordinación que bien merece la causa solidaria detrás.

Porque la actividad reporta ingresos a esta ONG de bomberos de firme arraigo en Huelva, en el mismo parque municipal. El presidente, Antonio Nogales, contaba durante la visita de ayer del alcalde, Gabriel Cruz, y parte de su equipo que el propósito es recaudar fondos para financiar los proyectos de cooperación y rescate que realizan en todo el mundo.

Sólo en esta actividad, la exigencia es de 6 a 9 buceadores por sesión, según el número de niños esperados en cada momento, aunque con una media estable de 500 escolares por día, todos ellos de 6 a 12 años.

A media mañana de ayer había en la piscina un grupo de niños de 8 años llegados del colegio Federico García Lorca. En la grada, algunos padres y profesores, emocionados también por el momento.

Para todos ellos era especial. Al llegar, en el vestíbulo, apuntes para la organización. Al entrar y esperar turno, primera toma de contacto e indicaciones previas, porque lo bueno llegaba en el momento de meterse en el agua y ponerse bajo las órdenes del buzo de BUSF.

La excusa es ver el belén subacuático; la aventura, lo que tienen que hacer para conseguirlo: bucear, con gafas propias para el caso y bombona de oxígeno compartida. “Éstas son unas gafas de buceo, no de natación”, les advertía un bombero en un lateral; “éstas te tapan la nariz y hay que respirar por la boca”. La novedad emocionaba, pero la boquilla con el oxígeno ya les hacía sentir buceadores “de verdad”. El objetivo pasaba por alcanzar el misterio bajo el agua y tomar la gran figura de un ángel casi como signo de victoria. El premio, la experiencia, única, inédita en pleno mes de diciembre frío y lluvioso. Pero a fin de cuentas es Navidad y todo es posible. Muchos de los que han participado por primera vez ahora ya sueñan con repetir el año que viene.

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