Gente inteligente

La felicidad de ser feliz

Gente inteligente: La felicidad de ser feliz

Que levante la mano quien no quiera ser feliz. Supongo que nadie ha soltado el periódico o el dispositivo en el que nos lee. Porque lo cierto es que la felicidad es una meta vital, muy propia del ser humano, que ha ocupado a la filosofía y las ciencias sociales desde tiempos inmemoriales. Cada persona tiene su particular forma de conceptualizarla. ¿Qué es para usted ser feliz? ¿Qué necesita para serlo? Y en sus respuestas a estas preguntas empieza la tarea de hoy.

Se dicen tantas cosas de la felicidad que cuesta saber qué pensamos realmente de ella. Que si la felicidad no existe. Que si es escurridiza y efímera. Que si no se puede ser feliz constantemente. Que si hay que sufrir para valorar lo bueno y ser feliz. Que si el ser humano no puede alcanzar la felicidad… Esto último lo decía Nietzsche y, la verdad, menos mal que la psicología positiva y la inteligencia emocional han venido a darnos luz sobre quién tiene la responsabilidad última de nuestra felicidad: somos nosotras y nosotros mismos, es usted.

¡Ya estamos! ¡A ver si todo va a ser responsabilidad mía! Eso es lo que diría ahora un amigo mío al que quiero mucho pero que es muy descreído de estas cosas de la inteligencia emocional. Es de esas personas escépticas que no buscan la felicidad porque no creen que exista, y ese es el primer tipo de actitud que podemos encontrar.

Después está otra amiga mía que tampoco la busca, pero que no la niega, simplemente la espera en forma de momentos felices por los que dar las gracias. Así conozco a muchísima gente, y esa es otra posible actitud.

La felicidad de ser feliz. La felicidad de ser feliz.

La felicidad de ser feliz.

Y luego está la gente que me encanta, que es esa que no sólo cree firmemente en la felicidad, sino que piensa que se puede ser feliz a nada que se lo trabaje un poco. Y esa es la actitud que mejor le abre la puerta.

La ley de la atracción

Hay una ley poco científica sobre el poder de las personas para atraer la energía que proyectan. Es eso de “vemos lo que esperamos ver” o “atraemos lo que emitimos”. Pero las teorías sobre el poder del pensamiento positivo, de la palabra como generadora de realidad o del universo como proveedor de todo lo que necesitamos, por más que yo vea miles de evidencias en el día a día, levanta odios y pasiones a partes iguales. Y es normal. Imagine si no a mi amigo el descreído cuando le digo que mucho de lo que le pasa y siente se lo provoca él mismo. Si pudiera usar aquí emoticonos, estaría ahora poniendo muchos de ese que se desencaja de risa.

Sea como sea, lo cierto es que hay cada vez más estudios empíricos que apuntan a la actitud positiva de las personas como el primer ingrediente de la felicidad. Por supuesto que las circunstancias influyen, pero piénselo, ¿qué prefiere? ¿Tener o ser lo que sea para ser feliz, lo cual implica trabajo y manejar muy bien las expectativas para no terminar sintiendo frustración?

¿O ser feliz con lo que ya es y ya tiene? Esto último es mucho más fácil, y para nada le impide seguir persiguiendo más y mejores razones para continuar disfrutando de la felicidad.

Acción desde la aceptación

Si la actitud es lo primero, la acción es el segundo ingrediente importante para alcanzar la felicidad, su voluntad. No espere a que le caiga del cielo.

Aceptar lo que somos o tenemos no es resignarse. Esto ya nos ha ocupado en anteriores artículos, por si le da por tirar de hemeroteca. Aceptar lo que hay y lo que somos en el presente no es ser conformista. Muy al contrario, la aceptación implica acción, y te abre los ojos. Porque pararse a valorar lo que ya somos y tenemos, nos predispone mejor a sentir la felicidad.

Por eso hoy le propongo acciones muy concretas en una pequeña fórmula de la felicidad. Deberían funcionar crea usted o no en la ley de la atracción o en las leyes del dar-recibir por las que se rige el universo, porque son conductas que le llevan al bienestar emocional a través de los cambios fisiológicos o cambios orgánicos que le provocan las emociones y los sentimientos positivos. ¡Pura biología!

La felicidad de ser feliz La felicidad de ser feliz

La felicidad de ser feliz

Cultive las emociones positivas. Abra espacios en su agenda para usted, para reírse, para hacer lo que le gusta, para aprender y experimentar cosas nuevas, aunque sólo sea de vez en cuando. Programe tiempo para cuidarse.

Revise y seleccione sus relaciones personales. No se deje influir por la gente tóxica que le rodea, mejor haga por quedar o coincidir con las personas que le generan buenas sensaciones. No puede usted llevarse bien con todo el mundo, no lo intente. A veces nos empeñamos en demostrar no sé muy bien qué o en convencer a personas que no merecen tanta atención.

Céntrese en los logros. Vamos a fallar, eso está claro, pero no se crucifique. Aprenda de los errores, que dan mejores lecciones que los éxitos, pero acostúmbrese a buscar los pequeños logros de cada día. Cuanto más lo haga, más visibles serán para usted. Y de paso, haga lo mismo con las personas que le rodean. No se enfade tanto, que el cortisol que genera su cuerpo en esa emoción es una hormona traicionera con muchos efectos secundarios para su salud.

Viva el presente. Andar recordando el pasado o esperando algo del futuro nos secuestra la capacidad de sentir lo que está pasando ahora. Dedique algunos ratos a pararse a mirar lo que pasa en ese preciso momento, a admirar un paisaje, a disfrutar de una textura, de un sabor… Son segundos, minutos, en los que su cerebro deja de divagar y hacer suposiciones.Y practique la solidaridad. Ni se imagina los efectos tan beneficiosos que tiene estar en ocupaciones que le den sentido a su propia vida al servicio de algo más elevado que usted.

Y ahora revise esta lista. ¿A que no le he descubierto nada? Usted ya sabía qué hacer para ser feliz. Ahora, simplemente, póngase tareas para llevarlo a cabo y deje que el magnetismo del universo haga el resto. Por probar que no quede.

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