Ivan Fandiño firma una tarde seria en Las Ventas
El diestro vasco roza la puerta grande en dos faenas de mérito y con temple
Tarde muy seria la que protagonizó ayer Iván Fandiño en el quinto festejo de San Isidro. El torero de Orduña se quedó a un paso de la puerta grande, en una actuación en la que cortó una oreja de peso del segundo toro de El Montecillo, un animal noble y con calidad al que le faltó fondo, pero al que el torero vizcaíno toreó con reposo en muletazos largos por ambos pitones.
Fandiño comenzó toreando al natural en una primera serie muy rotunda al buen tercero, un ejemplar que tomaba bien los dos primeros muletazos pero que en el tercero dejaba de rebosarse. Después se cambió de mano para torearlo con mucha suavidad en series largas y de mano baja. Remató su faena con unas apretadas bernadinas que llevaron la emoción al tendido ligadas a un pase natural extraordinario. Una gran estocada puso el colofón a una importante actuación. El público solicitó con fuerza una oreja.
Fandiño salió dispuesto a abrir la puerta grande en el quinto, un toro astifino y bien hecho, que blandeó en los primeros tercios y resultó incierto en la muleta, tendiendo a meterse por dentro durante la faena. Eso, y que el animal no le regalara ninguna embestida franca, impidió al torero vasco haber cortado una oreja, pues se mostró firme y sereno en una labor muy seria que remató de otra excelente estocada. El público le obligó a saludar una ovación.
Uceda Leal saludó una ovación ante el toro que abrió plaza, un notable toro de El Montecillo. Fue éste un toro perfecto de hechuras, precioso, con ritmo y profundidad en su embestida al que el madrileño muleteó con elegancia. La faena sobrevivió de momentos pero al madrileño le faltó redondear. Mató de estocada de buena ejecución que cayó baja. El cuarto, un toro muy serio, marcó querencias y en el segundo muletazo de la faena se fue a tablas.
Miguel Tendero tiró de carácter con el exigente sexto, un animal encastado. A Tendero le molestó el viento en una faena voluntariosa que no terminó de ser lucida. El tercer toro, un animal corto de manos y faltó de raza, no se entregó en la muleta de Miguel Tendero. Por esta razón la faena del torero manchego no pasó a mayores.
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