7ª de abono de la Maestranza | Crónica
  • Borja Jiménez, que mató tres toros y cortó oreja, sale de la Feria cotizando al alza

  • Roca Rey volvió a colgar el cartel de ‘no hay billetes’ y sufrió en sus carnes el peso de la púrpura

Escribano, un héroe del S.XXI

Manuel Escribano mira a los tendidos durante su emocionante faena. Manuel Escribano mira a los tendidos durante su emocionante faena.

Manuel Escribano mira a los tendidos durante su emocionante faena. / Juan Carlos Muñoz

NUEVAMENTE se colgaba el anhelado cartel de no hay billetes y se hacía a rebufo del reto que se había autoimpuesto Andrés Roca Rey de encerrarse con la corrida de Victorino Martín y la verdad es que nadie se equivocó, pues surgió una corrida para la historia. Y es que archisabido es que si a los toros se les quita la literatura, la cosa se queda en la muerte de un animal a pinchazos, pero es que si entra en escena la épica, se redondea todo de tal manera que difícilmente irá al olvido. Y es lo que ocurrió en este sábado de alumbrado en el amarillo albero, en que todo acabó como empezó, con Manuel Escribano yéndose a portagayola aunque con diferente resultado, muy diferente.

Escribano con las dos orejas. Escribano con las dos orejas.

Escribano con las dos orejas. / Juan Carlos Muñoz

La tarde empezó con la tragedia que siempre es ver a un torero a merced de los pitones de un toro bravo, que bravo y con guasa era Disparate, cárdeno como es habitual en este hierro. Tras el saludo, ya erguido y a la verónica, el toro lo cogió y lo mandó a la enfermería con el público sobrecogido en el primer acto de un drama épico. Y ahí que afronta Borja Jiménez el reto de matar al victorino, pero todo tiene su aliño y éste continúa con el brindis de Borja al compañero herido, dejando la montera en la puerta de la enfermería. Fue el principio de una tarde memorable del de Espartinas. Una tarde en la que tuvo que despachar tres toros y que tuvo su cumbre con Baratero, primer toro de su lote y corrido en tercer lugar. Faena sensacional de un torero muy dispuesto que, además, torea muy bien. Brindada a la plaza, el lío fue de órdago a la grande, con unos redondos majestuosos y unos naturales tan solemnes como largos. La plaza en pie durante toda la faena, pero la mala colocación de la espada dejó el premio en una oreja tan sólo. Mató también a su segundo, corrido en quinta posición, de nombre Cobardón y al que estaba metiendo en el canasto cuando hizo honor a su nombre, rajándose e impidiendo que Borja redondease su gran tarde. Una tarde que era la de su despedida de esta Feria y de la que sale con la vitola agrandada y cotizando muy al alza de cara a lo que está por venir en lo mucho que resta de temporada.

Borja Jiménez, ante el quinto toro. Borja Jiménez, ante el quinto toro.

Borja Jiménez, ante el quinto toro. / Juan Carlos Muñoz

Andrés Roca Rey asumió un compromiso de mucho fuste y puede decirse que salió de él con dignidad y la constatación de que es la primera figura del momento. De otra manera no se comprendería cómo Sevilla lo midió, cómo le echó la lupa para afearle a veces la colocación. Y eso que Andrés se lo pasaba cada vez más cerca. Le tocó matar segundo y cuarto y si con Minueto escuchó un espeso silencio, con Plantaviñas logró cierta reconciliación con los tendidos. Se lo brindó a José Antonio Campuzano, el hombre que lo lanzó en España, y estuvo muy firme. Tras unos redondos acoplándose, llegaron los naturales largos y ayudando con la voz a que el toro pasara. Lo mató de una estocada, Plantaviñas murió sin abrir la boca y a Roca lo ovacionaron para esperar a ver si tiene más suerte el próximo sábado con la corrida de Victoriano del Río en compañía de Juan Ortega y de Pablo Aguado.

Roca Rey da un pase al segundo de la tarde. Roca Rey da un pase al segundo de la tarde.

Roca Rey da un pase al segundo de la tarde. / Juan Carlos Muñoz

Pero si la tarde tuvo en Borja al protagonista según el toreo bueno, Manuel Escribano iba a escribir con su sangre una hermosa página del toreo sector épico. Cogido en el primer saludo, se fue a la enfermería y allí peleó con los médicos para que le autorizasen a salir para matar a su segundo. Y así, mientras la corrida discurría entre la torería de Borja y las exigencias a Roca, buscaban un pantalón para que Manuel saliese cuando pudiera. Y cuando pudo fue al final para erigirse en protagonista principalísimo de la corrida. Con el público a favor de obra, Manuel se fue a portagayola tocándole ya la música, puso dos pares de banderillas poderosísimo, le brindó a José Luis Moreno y le enjaretó una faena de muleta baja y de llevar muy largo a Fisgador con la nota sentimental de muchos sombreros en el ruedo. Quedó demostrada una vez más la madera de que está hecho Manuel Escribano, una especie de héroe de este Siglo XXI.

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