La necesidad de contar en las tardes con Cristina Lasvignes

El tiempo es como si no hubiese pasado. La presentadora Cristina Lasvignes, uno de esos rostros con alma y recuerdo de tardes televisivas, regresaba esta semana a la pantalla tras un decenio haciendo muchas cosas al margen de la televisión. Porque hay vida más allá de la tele y la tela, habría que recomendar a todos esos que se afanan por no perder su silla ante el foco.
Lasvignes volvía a las tardes pero ahora en Telecinco, con el programa de historias y reacciones personales de Jorge Javier Vázquez llamada por estas semanas estivales El diario del verano. Si esta experiencia es para ponerse a prueba y pensar en más proyectos cuando llegue el frío les va a venir bien por ambas partes. Ella no necesita imperiosamente ponerse frente al piloto rojo, pero le viene bien a ella y a los espectadores, que necesitan de frescura y naturalidad en una cadena donde todo el mundo suele ir tan sobreactuado. A Telecinco le viene bien contar entre sus recursos a una conductora eficaz y creíble como Lasvignes.
Esta anfitriona representa a toda esa época donde la televisión necesitaba de efectos a cada momento y un punto de cuota, arriba o abajo, significaba demasiado. Cristina es constancia, de esas presentadoras que mejoran el guion que deben defender sin hacer aspavientos. Es sincera y afable, virtudes que tal vez se desvanecen en estos extremistas siglos de redes.
El diario de verano es su nuevo punto de partida en un medio en el que merece la pena que tengan sitio voces que saben dar paso a los demás y dejan hacer.
También te puede interesar
Lo último