TV-Comunicación

Menos mal que nos queda Portugal. España, última

  • Manel Navarro termina de estropear con un gallo su paso por Eurovisión ante la victoria de Salvador Sobral

Cero puntos del jurado para España. No nos votó ni el tato. Cinco  del televoto, por los amigos. Y Portugal ganó. 758 puntazos. Ole. Emocionante. No habían pasado del sexto puesto desde 1962.

Por si quedan dudas: una canción que sorprenda es recibida con cariño. Y  una clara victoria, como la que disfrutan hoy nuestros vecinos. Los apaños se disuelven con los argumentos de la calidad. A Cristiano Ronaldo le disputa ahora el trono de su país el taciturno Salvador Sobral. Sublime  Amar pelos dois. Se acabó eso de que es imposible ganar Eurovisión si no eres escandinavo o del Este.  A ver si espabilan en TVE a raíz del  gran acierto de los lusos.

Si el surferito catalán Manel Navarro tenía algunas posibilidades de hacer un aceptable papel en Kiev despejó cualquier duda ante los millones  de espectadores del continente y más allá con uno de los gallos más estruendosos que se recuerdan en la historia de Eurovisión. En la época donde a los canales españoles sólo les ocurre exprimir talents musicales,  picando la carne cantarina, mandamos al programa más visto del año a un representante que no pasaría el corte ni de un casting de instituto. Justito de voz y con triste traspiés. Do it for your lover pasará a los (malos) recuerdos eurovisivos como una canción resultona, con una puesta en escena que se fue limando, con  las tablas de aprendiz de brujo y una furgoneta con tembleque... pero que terminó destrozada por un fallo vocal que tiró por tierra lo poco que se pudo remontar.  Mucha mirada del guapito cantarín, alumno trabado de Ed Sheeran, pero el desastre estaba servido. Desde el mes de febrero las expectativas festivaleras españolas se encontraban por la cola de los 42 candidatos y anoche quedaba refrendado en el juicio de expertos y del público. Quedar últimos no nos pasaba desde 1999, con Lydia; en 1983, Remedios Amaya; en 1965 Conchita Bautista; y  en 1962, Víctor Balaguer. Aunque sea Eurovisión, nos da pelín de vergüenza.

Sólo cinco puntos para España, repitiendo el último puesto de 1999, 1983, 1965 y 1962

El de Ucrania fue un  festival  soporífero, troceado por intermedios prescindibles, con una realización machacona y rutinaria: cuando se riza tanto con las pantallas que forman los escenarios los realizadores se bloquean por escasez de innovaciones. Mucho barrido de cabeza caliente y poca narración. Las carencias de números sorprendentes, la similitud entre tantos participantes, el hastío de tanto estribillo de apenas tres sílabas en inglés, convirtió en tedioso por momentos el maratón discoeuropeísta al que se le nota cierto desgaste por repetición de sí mismo en sus últimas variaciones.  Por ahí habían pespuntes desconcertantes, entre la diversión y la congoja, como La casa de la pradera de Bielorrusia, los tiroleses de Rumanía y el trastorno de personalidad del rapsoda croata.

Había canciones que recordaban poderosamente, demasiado poderosamente, a otras, como  el Firework, calcadito, de Katy Perry en la voz de la alemana, junto a nosotros en la cola, con perdón. La de Azerbaiyán evocaba a Lorde. Y Justin Timberlake reaparecía ante Europa con Robin Bergtsson, el sueco, llamado a remover Ibiza desde ya mismo. Por despeje destacaba la propuesta italiana, Francesco Gabbani  en el planeta de los simios, Occidentali’s karma, revisión del gran Celentano.

Pero entre todo este ruido, el silencio. O la sencillez. La de la suave modorra nostálgica de Salvador Sobral. Viva Portugal, que con dos bemoles se fue a Ucrania con una canción en portugués, sin abalorios ni alardes efectistas. Con un apocado cantante sin complejos. Amar pelos dois suena a Moonriver  o como si Aquellas pequeñas cosas de Serrat se acompasara por Martínez Ares. Una cosa curiosa, pero no estridente.Extrañamente bella, Una balada para entregarse, algo que no sucede con los intérpretes españoles desde hace muchos  años. Enhorabuena, vecinos. Menos mal que nos queda Portugal.

A  Portugal le disputaban el protagonismo Italia (334, sexta), Suecia (344 puntos, quinta), Bélgica (363, cuarta), Moldavia (374, tercera) y hasta última hora el búlgaro Kristian Kostov (615 puntos, segundo), que ejercía de suplantador de cantante eurovisivo ruso.

Toda una batalla de votos muy alejada a las preocupaciones españolas de salir del último puesto. Hemos perdido el sitio en Europa. En Eurovisión también. En este cascabel donde todo guiño al público gay es garantía de éxito (no siempre). Lo de Portugal iba en este caso por libre. Y lo de Manel anoche, desafinando con su voz cortita, nos dio mucha grima.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios