Trump lanza su plan para dominar la inteligencia artificial global con menos regulación y más ideología

La Casa Blanca busca asegurar el liderazgo de EEUU en IA con un plan estratégico que combina desregulación masiva, construcción acelerada de infraestructuras y un mensaje ideológico claro: la IA debe reflejar los “valores estadounidenses” y no sucumbir a lo que llama tendencias “woke”.

Qué quiere hacer realmente la Administración Trump con la inteligencia artificial

Web lanzada por Donald Trump para exponer su plan sobre inteligencia artificial.
Web lanzada por Donald Trump para exponer su plan sobre inteligencia artificial.
Susana C. Gómez

24 de julio 2025 - 22:35

Washington ha trazado su nueva estrategia para dominar la era de la inteligencia artificial. Bajo el título America’s AI Action Plan, el documento publicado por la Casa Blanca marca un antes y un después en la política tecnológica del país, no solo por su enfoque decididamente desregulador, sino también por el tono abiertamente ideológico con el que se presenta.

El plan, presentado por Donald Trump en Washington con una puesta en escena típica del presidente de EEUU, parte de una premisa explícita: la IA es el nuevo campo de batalla geopolítico, y quien logre dominarla “reescribirá el equilibrio de poder global”.

Trump calificó la IA como un asunto de seguridad nacional y prometió hacer “lo que sea necesario” para que Estados Unidos gane la carrera tecnológica frente a potencias como China.

Pero el plan no solo detalla medidas de impulso a la innovación: también promueve la eliminación de cualquier rastro de “sesgos ideológicos” en los modelos de lenguaje y establece un claro veto a referencias institucionales a la diversidad, el cambio climático o la teoría crítica de la raza.

El objetivo declarado es claro: ganar la “carrera global” por la IA y asegurar que sean los estándares, los valores y la tecnología estadounidenses los que dominen la próxima era de innovación.

Para ello, el plan se estructura en tres grandes pilares: acelerar la innovación, construir la infraestructura necesaria en suelo americano y ejercer liderazgo diplomático y normativo a nivel internacional.

Una ruptura con la etapa Biden

El nuevo plan responde, en gran medida, a una voluntad explícita de revertir las políticas impulsadas por la anterior administración.

Entre las primeras decisiones de Trump tras asumir el cargo en enero de 2025 estuvo la derogación de varias órdenes ejecutivas de Joe Biden que regulaban el desarrollo y uso de la inteligencia artificial .incluyendo las orientadas a garantizar la transparencia, la seguridad y la equidad en los modelos generativos-. Para la Casa Blanca actual, estas normativas suponían un freno innecesario al crecimiento del sector tecnológico.

“El Gobierno federal no debe permitir que la financiación relacionada con la IA se destine a estados con regulaciones engorrosas que desperdicien esos fondos”, recoge el documento.

Al mismo tiempo, se insta a todas las agencias a revisar sus normativas para eliminar trabas a la innovación, y se sugiere incluso condicionar la asignación de fondos federales al “clima regulatorio” de cada estado.

En palabras del propio Trump: “La IA es demasiado importante como para sofocarla con burocracia en esta etapa inicial”.

El mandatario se comprometió además a que su Gobierno solo contratará tecnología de IA que, a su juicio, no esté “impregnada de sesgos ideológicos”, como los relacionados con la teoría crítica de la raza o las políticas de diversidad e inclusión.

Apoyo al sector privado y modelos abiertos

El plan pone el acento en crear un entorno propicio para que las grandes tecnológicas -OpenAI, Microsoft, Google, Meta- y también las pequeñas empresas emergentes puedan desarrollar y escalar sus modelos con rapidez.

En este sentido, se prioriza la eliminación de “regulaciones onerosas”, la agilización de trámites y la creación de mercados financieros más dinámicos para acceder a grandes capacidades de cómputo.

Uno de los apartados más destacados es el impulso a los modelos de código abierto (open-source y open-weight), que el Gobierno ve como una vía para extender los “valores estadounidenses” a escala global y contrarrestar la dependencia de tecnologías extranjeras, especialmente chinas.

Estos modelos abiertos -se argumenta- son esenciales para la investigación académica, la adopción de IA en administraciones públicas y el fortalecimiento de la soberanía digital.

Infraestructura masiva para la era de la IA

Conscientes de las crecientes exigencias computacionales de los sistemas de IA, la Administración apuesta por una expansión agresiva de infraestructuras críticas.

El plan contempla:

  • La construcción acelerada de centros de datos y fábricas de semiconductores, mediante una reforma profunda de los permisos medioambientales.
  • La modernización y expansión de la red eléctrica, con énfasis en fuentes como la fisión y fusión nuclear o la geotermia avanzada.
  • El establecimiento de centros de datos de alta seguridad para uso militar e inteligencia.
  • Un ambicioso programa de formación para crear una mano de obra cualificada en tareas técnicas vinculadas a la IA (desde técnicos en refrigeración avanzada hasta especialistas en ciberseguridad).

Esta estrategia va acompañada de una filosofía explícita: abandonar lo que el documento llama “dogmas radicales del clima” y priorizar la velocidad de ejecución. Como sintetiza el lema que se repite en varias ocasiones: “Build, Baby, Build” (“Construir, construir y construir”).

IA para el Gobierno y para la guerra

Otra línea destacada del plan es la integración de sistemas de IA en la administración pública y en el Departamento de Defensa.

El Gobierno federal pretende incorporar modelos de lenguaje en sus operaciones cotidianas, automatizar procesos internos, mejorar la atención ciudadana y acelerar la gestión de datos.

En el ámbito militar, la IA se plantea como una herramienta clave para mantener la supremacía global.

El documento incluye propuestas para crear campos de prueba virtuales, automatizar tareas rutinarias, garantizar acceso prioritario a capacidad de cómputo en caso de emergencia y fomentar programas de formación avanzada en academias militares.

La visión es clara: Estados Unidos debe liderar también en la aplicación bélica de la inteligencia artificial.

Diplomacia tecnológica y control global

En el frente internacional, el plan apunta a una estrategia ofensiva: exportar el ecosistema completo de IA -desde chips a modelos y software- a países aliados, con el objetivo de evitar que recurran a soluciones chinas o de “actores adversarios”.

El Departamento de Comercio será el encargado de coordinar este esfuerzo, con el apoyo de organismos como el Eximbank o la Corporación Financiera de Desarrollo.

Asimismo, se busca reforzar los controles de exportación de tecnologías sensibles (como chips avanzados o componentes de fabricación de semiconductores) y presionar a los aliados para que adopten restricciones similares.

El documento también denuncia la influencia creciente de China en organismos internacionales que intentan definir estándares globales de IA, y se compromete a contrarrestarla activamente.

Promesas y ambigüedades

Aunque el plan incluye numerosas propuestas concretas -algunas de ellas viables y en sintonía con el sector tecnológico-, también presenta vacíos importantes.

No se aborda con profundidad el impacto de la automatización en el empleo ni se ofrecen mecanismos de protección social más allá de programas de formación.

Tampoco se explicitan criterios éticos para el desarrollo y uso responsable de estas tecnologías, más allá del rechazo frontal a lo que la Administración considera “agendas ideológicas”.

El lenguaje del plan refleja una visión instrumental y geopolítica de la inteligencia artificial, entendida como herramienta para reforzar la hegemonía global de Estados Unidos y como activo estratégico frente a rivales como China.

En este contexto, la protección de derechos civiles, la transparencia algorítmica o el uso responsable de la tecnología quedan en un segundo plano, subordinados a la lógica de la competición global.

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