Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

El Paseante

Las claves para intentar evitar el cierre de más colegios públicos en Cádiz

Exterior del colegio Adolfo de Castro, a punto de cerrar sus puertas.

Exterior del colegio Adolfo de Castro, a punto de cerrar sus puertas. / Germán Mesa

EL colegio Carlos III, uno de los centros públicos más prestigiosos de la ciudad, tiene dos patios... uno en la azotea del edificio; el colegio Celestino Mutis también repite modelo, con una zona de recreo tan pequeña que en la misma no entra ni un campo deportivo; el colegio San Felipe dispone de un patio central propio de un centro escolar de principios de siglo XX. Y la zona de deportes del IES Columela ocupa uno de los fosos de la muralla de la Puerta de Tierra, hasta el punto que más de un balón en juego acaba impactando sobre un lienzo de una fortificación que es Monumento Nacional.

La lista de colegios públicos con equipamientos impropios de un centro educativo del siglo XXI, es aún más amplia en Cádiz. Sólo centros abiertos en los años sesenta y setenta en La Paz y ya en democracia en el complejo educativo de la Telegrafía sin Hilos, se levantaron con espacio suficiente para que los alumnos matriculados pudiesen recibir un enseñanza adecuada tanto en las aulas como en el resto de las dependencias del centro.

Retrocediendo en el tiempo, en los años setenta aún funcionaban aulas prefabricadas en algunos centros. Y otros se ampliaban con clases repartidas en otros edificios no preparada para la función educativa, como pasó con Arbolí y su anexo en la Casa del Obispo. Los jóvenes jugaban entonces en un patio de pura piedra, donde hoy se encuentra Entre Catedrales.

El Carola Ribet se levantó en la barriada España en los años cincuenta gracias al madrinazgo de la esposa del entonces gobernador civil, Carlos Rodríguez de Valcárcel. Un edificio minúsculo que se mantuvo milagrosamente en pie hasta que bien entrada en democracia se construyó, a pocos metros, un flamante colegio, amplio en sus aulas, con un pabellón cerrado, con pistas deportivas... Todo lo que se le puede pedir y exigir a un centro educativo.

Todos estos colegios han contado con un profesorado, en su mayoría excelente, que ha salvado con imaginación la falta de medios.

Todo en dura competencia con los colegios privados, después ya concertados, de la ciudad. Éstos, en su mayor parte, ubicados en terrenos amplios, capaces de albergar aulas de sobra, salas de estudio y reuniones, bibliotecas, pabellones y pistas deportivas. Lo que se puede considerar como un centro educativo bien preparada para cumplir su función.

Es esta la gran diferencia que desde hace décadas viene marcando la relación entre los colegios públicos y concertados de la ciudad, y lo que ha en su mayor porcentaje ha inclinado la balanza en favor de los segundos.

Por eso hoy el descenso de la natalidad está afectando más a los colegios de titularidad pública, lo que ha llevado al cierre de ocho de ellos en el último cuarto de siglo, mientras que otros aguantan año tras año para ver con cuántos estudiantes pueden alargar su supervivencia.

Porque la pérdida de alumnos en la pública desde hace cerca de treinta años se justifica por la notable diferencia entre los equipamientos de unos y otros centros, superando incluso el “nombre”o el “prestigio” que pueden tener algunos colegios. Sobre todo porque los “privados” de toda la vida se han ido renovando a medida que la sociedad ha ido cambiando, también en Cádiz. E incluso algunos han vivido épocas con una enseñanza más avanzada en lo social y lo político.

Es difícil, o más bien imposible, revertir la situación que hoy sufre la educación en la ciudad en cuanto a número de alumnos. Con menos de un año apenas hay 600 niños y niñas en Cádiz. Una cifra con la que es imposible garantizar a medio plazo la continuidad de aulas con suficientes alumnos como para mantenerlas abiertas.

Y no solo en los colegios públicos. Ya hay concertados que este año no han podido completar la oferta de plazas que habían previsto en la Educación Infantil, y que marcará en buena parte el desarrollo de las matriculaciones para los próximos cursos.

Más medios para los colegios

Así, a falta de niños la única alternativa para los centros escolares de titularidad pública para romper esta tendencia y evitar el riesgo de más cierres es reforzar la oferta educativa, promover talleres, ampliar la oferta de idiomas y las actividades extra escolares. Abrir el centro a sus barrios (el Adolfo de Castro cierra con unas buenas pistas deportivas que deberían de haber ayudado a la oferta de ocio de su zona) e implicar a todos sus vecinos en sus programas formativos. Es decir, hacer que estos padres y madres sientan como suyo el colegio y su continuidad, si su futuro está en riesgo.

Para todo ello hacen falta ideas y dinero. Ideas son fáciles de plantear siempre que haya gente preparada para dar este paso adelante. En cuanto al dinero, ahí están los presupuestos del Ayuntamiento, la Diputación y, sobre todo, los de la Junta y el Estado.

El Ayuntamiento propietario de muchos edificios escolares, tiene la misión de su mantenimiento. En los últimos años se han mejora recreos y otras dependencias. Incluso en la etapa de Teófila Martínez su gobierno se volcó en proyectos como el nuevo Carola o el IES del Náutico, ante la reticencia financiera de la Junta socialista. Lo que son las cosas.

Pero hace falta dinero para contar con los medios de enseñanza más modernos, con aulas con mobiliario de este siglo, con ordenadores, con laboratorios y biblioteca. Y ahí es donde la administración regional debería de volcarse en su apuesta por la enseñanza pública en la ciudad en un intento por evitar nuevos cierres de colegios. Algo que siempre empobrece a una sociedad.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios