Como diría Ava Gardner, uno de los mitos del séptimo arte, “Rocío, cántame unos cantes pequeñitos”. La Huelva más descubridora atisba tierra gastronómica entre Punta Umbría y el aroma del paraje natural marismas del Odiel.
Entre el revoloteo de las palomas en la mítica Plaza de las Monjas, se deja entrever el Restaurante Paraíso de Gonzalo, un oasis culinario que, a oleadas de sabor, no deja indiferente a los fervientes comensales que se aglutinan en sus inmaculados veladores.
Las vieiras son una de las especialidades de la carta
En este antiguo rincón que, en tiempos pasados, daba cobijo a las Agustinas, ahora se erige uno de los templos del buen comer de la capital onubense. Manteles blanquecinos al sol más costero y puro espectáculo marinero en sus platos gracias al esfuerzo y trabajo de su capitán, Gonzalo Rodríguez, que no cesa en su empeño de encontrar “las Américas” gastronómicas de esta parte de Andalucía.
Entre fogones, las creaciones surgen entre el amor de la cocina tradicional marinera y los toques vanguardistas de tanto calado en esto de los tiempos modernos. Calidad a raudales en sus gambas blancas de Huelva a la plancha, su jamón, el revuelto de gurumelos, las vieiras, los calamares rellenos de berenjenas y marisco o un arroz con carabineros que les hará gritar de manera pasional, a lo Rodrigo de Triana. Tras el baño de sal, un poco de dulce con la tulipa de chocolate con un helado Luis Felipe.
El toque vanguardista está presente en sus creaciones.
Ya lo dijo el poeta isleño en uno de sus versos al calor de una higuerita, “en la Plaza de las Monjas, una paloma me ha dicho que esta noche” espera el Paraíso.
