La Virgen de los Milagros se despide de Huelva: Vuelve en carreta junto a todo su pueblo

Tal como vino, así comenzaba el camino de regreso la Patrona de los palermos. Dicen que algunas vueltas son tristes y cansadas, pero esta vez no hubo en ningún momento lugar para la melancolía. Los hermanos de Palos volvían a casa con la alegría de la misión cumplida y el corazón lleno de orgullo palermo.

Aún con el recuerdo vivo del multitudinario recibimiento del pasado jueves, los onubenses despedían a la Virgen de los Milagros con la misma devoción en este soleado domingo, convirtiendo las calles del centro en un entorno único.

Las puertas de la Purísima Concepción lucían abarrotadas antes de la ansiada salida de la carreta de plata. Cantes, palmas y panderetas animaban a los presentes mientras se disponían a emprender un buen y largo caminar.

La Virgen de los Milagros, entronizada en su carreta de plata para la ocasión, emprendía su largo camino de regreso a casa en este celebrado Año Santo Jubilar. Fue un traslado de vuelta acompañado por una multitud de devotos que no quisieron dejar sola a la Patrona de Palos. Una auténtica marea de camisas y polos blancos caminaba a la vera de la plateada carreta.

A las 16:30, puntualmente, daba comienzo el largo camino de la carreta de plata. No iba sola: todo su pueblo marchaba junto a la Patrona. Sin necesidad de comitiva, una inmensa marea de hermanos abría el sendero con su presencia. Cantes, palmas y vivas se sucedían, uno tras otro, por una sola imagen: la Virgen de los Milagros.

Antonio Contreras, desde lo más alto de un banco urbano en la calle Jesús Nazareno, rezaba como solo él sabía hacerlo. Con la guitarra en las manos y su voz como oración, ofrecía a la Virgen de los Milagros lo mejor de sus letras. Para los palermos fue un auténtico torbellino de sentimientos, encontrados en la interpretación del joven onubense. Contreras, con lágrimas en los ojos, ponía voz al adiós y despedía a los Milagros de la capital de la manera más sentida y emotiva posible.

De nuevo tocaba caminar, y el pueblo de Palos sabía hacerlo con firmeza. La Virgen de los Milagros, ahora sí, a la altura del Muelle de Riotinto, se despedía de la que había sido su casa durante estos hermosos días. Bastaba una breve pausa bajo la renovada estructura para reemprender el camino. Con paso decidido, avanzando por toda la Avenida Francisco Montenegro, Palos regresaba a casa con su Patrona al frente.

Hubo también una pequeña pausa para los peregrinos en el Monumento a Colón. Decididos, volvían a casa junto a una estampa única, mientras Palos de la Frontera avanzaba por la Avenida Francisco Montenegro hasta su monasterio.

Una marea entera de camisas blancas acompañaba a la Patrona de Palos de la Frontera hasta su hogar. Un momento extraordinario en el que muchos solo recordaban los días hermosos y las vivencias compartidas en la capital.