Llegan las patronas coronadas a Huelva: La Virgen de Montemayor y la Virgen de la Peña ya están en la capital

La Patrona de Moguer y la Patrona de la Puebla de Guzmán ya se encuentran en Huelva. La Iglesia Mayor de San Pedro y la Parroquia de la Purísima Concepción acogieron en la madrugada de este martes a las dos patronas de la provincia. No cabe la menor duda de que Huelva ha despertado ante una imagen histórica, que quedará grabada en todos los cofrades.

A tan solo cuatro días de la Procesión Jubilar Magna Mariana, la misma termina de coger color de la mejor manera posible. Es el tiempo perfecto para empezar a visitar los templos y disfrutar de todas las estampas que se van a vivir en cada uno de ellos.

Nuestra Señora Montemayor, en San Pedro

La Patrona de Moguer llegó a la Parroquia Mayor de San Pedro en un traslado privado desde el pueblo moguereño. Con el mayor de los cuidados y escoltada por las autoridades, se consiguió realizar este viaje desde el pueblo hasta la capital.

La Virgen de Montemayor coincide su presencia en la Parroquia Mayor de San Pedro junto a la Novena a la Virgen de la Cinta. Una estampa extraordinaria y única poder contemplar a la primera coronada de la Diócesis de Huelva junto a la primera coronada de la ciudad. Para los hermanos cinteros es un auténtico honor poder compartir sus cultos al lado de la Patrona de Moguer.

Montemayor se presenta sobre sus andas de romería, ya que el miércoles 17 hará un traslado público desde la Iglesia de San Pedro hasta el barrio de El Polvorín. Su llegada a la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús tiene por seguro ser un traslado único junto a un recibimiento extraordinario por parte de la Hermandad Filial de Huelva.

Para esta ocasión, la Virgen luce la llamada Saya de la Inmaculada, una joya bordada en oro sobre seda, nacida del alma de una antigua saya del siglo XVIII, que pertenecía a la imagen de la Inmaculada de la parroquia a la que pertenece. La misma, hace unos años, Cyrta, con sus magníficas manos, le consiguió devolver todo su esplendor.

La acompaña el Manto de Romería, bordado en los años cuarenta por Ana María Camacho, que la Virgen lució con majestad en la procesión magna de 1954 y que fue convertido en manto de camarín para que Montemayor lo portase cada domingo de romería. Además, el conjunto se corona con una delicada toquilla de encaje beige, como susurro antiguo que acaricia el tiempo.

Sobre su cabeza reposa la antigua corona de salida, la misma que salió en aquella Magna Procesión de 1954. Fue restaurada a finales de los cincuenta y su fisonomía fue transformada sin perder el alma. Es una pieza de plata de ley sobredorada, enriquecida con piedras preciosas que pertenecían al espadín de Burgos Mazo, que tuvo a bien donarlas en el año 1928.

En su mano se ve el Cetro de Huelva, obsequio filial que, con motivo de la efeméride, ha sido restaurado con esmero, mientras rodea su silueta la ráfaga conocida como de los angelitos. Sobre su figura resplandece un ajuar de alhajas en oro y coral, escogidas con exquisitez para rendir homenaje a las devociones marianas que reciben culto en la Parroquia del Corazón de Jesús. Por último, a sus pies se encuentra la media luna.

Nuestra Señora de la Peña descansa en la Concepción

La Patrona de Puebla de Guzmán ya se encuentra en el interior de la Purísima Concepción. Sobre sus andas procesionales y engalanada para la ocasión, la Virgen de la Peña aguarda la salida extraordinaria de este sábado.

Al son de las campanas de la Parroquia de la Santa Cruz de Puebla de Guzmán, la Santísima Virgen de la Peña abandonaba el pueblo para dirigirse hasta la ciudad. La Virgen de la Peña ha recorrido esta noche el camino que hace 71 años recorriera para participar en la Procesión Mariana de 1954. Con la compañía de la Junta de Gobierno, del cura y los camaristas, ha llegado hasta la que será su casa de acogida en esta semana.

La Virgen de la Peña fue recibida en la capital por la Delegación de Hermandades y Sacerdotes del Cabildo Catedral.

Según informa la hermandad, la Patrona de la Puebla de Guzmán se sitúa en sus andas de plata que realizara el orfebre García de Armenta en el siglo XX. Viste el manto burdeos, donación de los hermanos Martín Domínguez, las coronas de la Coronación Canónica y otras joyas.