La cruz de Lampedusa abre el camino cuaresmal de Huelva
José Vilaplana Blasco preside la que será su última Cuaresma como obispo de la Diócesis
La cruz recorrerá estos días la costa, donde se encuentran acogido muchos inmigrantes
La cruz de Lampedusa presidió en la Santa Iglesia Catedral el inicio de la Cuaresma en la jornada ritual de la imposición de ceniza que presidió el obispo de Huelva, José Vilaplana Blasco.
Portada por los seminaristas, fue colocada a los pies del presbiterio, con ofrenda de velas. José Vilaplana recordó que está hecha con la madera de pateras que arriban a esa isla en la que han perdido la vida cientos de inmigrantes en su deseo de llegar a Europa y que fue ofrecida al Papa Francisco. Desde entonces recorre todos los países y ha llegado a nuestra provincia y en los próximos días estará por la Costa, donde tantos inmigrantes se encuentran después de una larga travesía y sufrimiento.
Esta es, además, la última Cuaresma en la que estará presidiendo la Diócesis de Huelva José Vilaplana, tras haber remitido al papa su renuncia por edad.
Tras la lectura del evangelio de San Mateo, en el que invita a una actitud cristiana de meditación interior y de ayuda al necesitado, desde lo personal y sin alardes, José Vilaplana habló de inaugurar una Cuaresma con“actitud humilde, sencilla y pobreza ante la misericordia de Dios”. Dijo que este es “un tiempo de purificación hacia la pascua”.
La conversión permanente fue otro de los aspectos en los que incidió en su homilía, refiriéndose así a la carta de Cuaresma de este año en la que realiza una invitación a una formación permanente y atender así a los retos que plantea la sociedad, con testimonios que sean creíbles”.
Realizó una invitación a la oración en el tiempo cuaresmal, “una oración que no sea monótona”, como una reiteración de palabras, sino que invita a que “esa oración se convierta en redescubrir nuestra relación con Dios, el encuentro con un Dios vivo, una oración que nos permita escuchar a Dios”.
“La limosna no es dar lo que nos sobra”, afirmó con contundencia el obispo Vilaplana. Así se refirió también a la cruz de Lampedusa que “es una llamada a esa solidaridad con los más necesitados”, en la que se refleja “el drama de tantos hermanos nuestros”. “El papa nos pide que no seamos indiferentes”, exclamó José Vilaplana Blasco, para invitar a que “nos tomemos en serio la situación de nuestros hermanos”. Cristo el consumismo convulsivo, que nos quita de actuar con libertad y, por eso, invitó a vivir en esta Cuaresma “un ayuno que nos de un corazón más libre”.
Al finalizar se cantó la Salve ante la Virgen de la Merced que preside la Santa Iglesia Catedral, al ser trasladada a Sevilla la Virgen de la Cinta de Montañés para una exposición dedicada al gran imaginero andaluz.
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