Junto a la Vera Cruz

Pedro Román Clavero promovió la reorganización de la hermandad con un grupo de mujeres

Manuel Siurot encontró ante el crucificado la respuesta necesaria que cambió su vida

Cristo de la Vera Cruz de la parroquia de la Inmaculada Concepción.
Cristo de la Vera Cruz de la parroquia de la Inmaculada Concepción. / Alberto Dominguez

La presencia hoy del Cristo de la Vera Cruz en las calles de la ciudad nos lleva a buscar los orígenes y la importancia de una advocación de las más antiguas de la ciudad y también de la parroquia de la Inmaculada Concepción y, quizás, anterior a este templo.

A lo largo de los tiempos se nos dejaron momentos muy importantes junto a la Vera Cruz. La vida de la ciudad y de sus cofradías está jalonada de hechos que recordarlos refuerza hoy el potencial que son las hermandades. La mirada a la historia, no como un hecho muerto, sino como vida y aliciente de futuro. Lo que se conoce se ama.

Me propongo a hablar de dos hombres que significaron mucho para esta ciudad y su Iglesia. Pedro Román Clavero y Manuel Siurot, en una permanente y estrecha relación. Ambos estuvieron junto a la verdadera cruz.

Pedro Román Clavero.
Pedro Román Clavero. / HUELVA INFORMACION

La incorporación de Pedro Román Clavero, Pedro Román Clavero en 1891, como párroco de la Concepción lleva a reactivar la vida de su feligreses. Dos años después recupera junto a un grupo de mujeres la Hermandad de la Vera Cruz que se encontraba sin actividad alguna, lo mismo que el resto de hermandades del mismo templo. Es quien las devuelve a la vida, a la Sacramental, la del Nazareno e incluso crea otras, la del Carmen, Josefina, Perpetuo Socorro, siendo impulsor de la consolidación de la Hermandad del Rocío de Huelva.

Quien se adentre en la vida pastoral de Pedro Román Clavero verá en él a alguien preocupado por las necesidades espirituales y sociales de Huelva en una etapa tan difícil como la del ultimo cuarto del siglo XIX y las tres primeras del XX.

Manuel Siurot es uno de los que encontraría en Pedro Román Clavero el sostén espiritual. Es quien le pone en el camino en un tiempo difícil para el pedagogo, de incertidumbres, de no saber qué hacer, por dónde tirar tras su paso por la universidad y haber dejado las enseñanzas maternales.

“Me mandó Dios por entonces una gran tribulación, una gran tristeza”.

Manuel Siurot lo cuenta en primera persona en unas reflexiones que realiza tras el fallecimiento de Pedro Román Clavero, en 1932.

Manuel Siurot.
Manuel Siurot. / HUELVA INFORMACION

A partir de aquel momento hay un encuentro providencial que a Manuel Siurot le lleva a postrarse de rodillas ante el Cristo de la Vera Cruz y encontrar la mano acariciadora de don pedro. Será el momento decisivo que incardinará su vida como la hemos conocido.

“En plena lucha, azotado de todas las contradicciones de aquella crisis del alma, no se cómo me encontré una tarde, ya casi de noche, de rodillas delante del crucificado de Veracruz, en la iglesia de la Concepción, de Huelva. El templo estaba sin ruido, solo y lleno de sugestión acariciadora. Lloraba yo de rodillas ante Jesús Crucificado y no sé el tiempo que estuve allí”.

“De improviso sentí que me decían cariñosamente al oído: Ahí en esa Cruz está la vida y está el consuelo. Era don Pedro, que desde aquel momento fue el timonel del barco de mi vida, hasta que me sacó de aquel mar de inquietudes y de tristezas”.

Esta es la verdad de la Cruz, la de permanecer junto a Él.

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