En el Balcón

San Sebastián consiguió romper el silencio en la plaza

  • La presencia de nuevo del Patrón en las calles abre una ventana a la esperanza

  • Todo deberá ir marcado por la prudencia en las procesiones ante la pandemia de la Covid-19

San Sebastián recorriendo la Plaza de San Pedro rodeado de una multitud.

San Sebastián recorriendo la Plaza de San Pedro rodeado de una multitud. / Josué Correa

San Sebastián rompió el silencio de la plaza. Ese silencio duro, mortecino, que se iba clavando al compás solo de las horas. El santo de las epidemias volvió a recorrer este pasado domingo las calles de su barrio, muchas plegarias en este tiempo duro de la pandemia.

Su presencia resultó verdaderamente reconfortante. Huelva acudió a su encuentro, los vecinos les esperábamos con especial agradecimiento en nuestras casas. Verle pasar resultó como si viéramos alejarse la pandemia, ese deseo de que de verdad nos deje volver a vivir sin el miedo, alejarnos de esta situación que jamás pudiéramos haber podido imaginar.

San Sebastián volvió a ser aliento, socorro cuando la fe junto a los adelantos de la medicina nos hacen volver a tener esperanza.

Por eso, las calles se sintieron de una forma muy distinta a como la habíamos visto en estos últimos domingos de enero en el que no pudo procesionar por la Covid-19.

La responsabilidad hizo que se viviera aún de una manera distinta. Sin embargo es el inicio de un nuevo tiempo, en el que debe imperar la prudencia.

Las calles se vistieron de la tradición que se renueva cada año en la fiesta del 20 de enero. Huelva estuvo con su Patrón y lo hizo como siempre, con alegría y devoción. Arropadas de un agradecimiento a tantos esfuerzos realizados por muchas personas.

Indudablemente con un recuerdo a quienes se quedaron en el camino y con una oración por aquellos que aun sufren los estragos de la pandemia. La plegaria sigue siendo la misma.

Las calles se vieron adornadas por los vendedores de palmitos, es como un renacer en todo, de una procesión que lleva siglos recorriendo el barrio. Este año, además, se pudo ver al nuevo obispo Santiago Gómez que presidía por vez primera la procesión. La ilusión renace con todas las reservas que hay que tener.

Comienza un nuevo tiempo en el que la prudencia en las procesiones está en el horizonte, para no frenar pero sí armonizar tantos deseos incontenidos. El Patrón abrió en este año, con su procesión solemne, lo que serán otras procesiones.

San Sebastián rompió ese silencio en un final que no se veía. Ahora este es el anuncio, con su presencia, con el despertar al cielo de los cohetes, con el bullicio de la gente, con los rezos, con su paso y sus costaleros, con su hermandad en la calle acompañada por las instituciones locales.

San Sebastián abre una ventana a la esperanza.

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