El Martes Santo en Huelva el cielo se apagó con el Señor en la Cruz
Las cuatro hermandades se echaron a la calle para hacer disfrutar a los cofrades en una chicotá eterna
Martes Santo: Hermandad de Los Estudiantes, Huelva
Martes Santo: la Hermandad de La Lanzada en imágenes
Martes Santo: la Hermandad de la Salud en imágenes
Martes Santo: Hermandad de Pasión de Huelva, en imágenes
Martes Santo: Hermandad de Los Estudiantes, Huelva
El Martes Santo volvió a empezar en los barrios, que llegaron al centro donde Estudiantes y Pasión aguardaban para su entrada en Carrera Oficial. Pérez Cubillas y Las Colonias siguen a sus hermandades mientras, San Sebastián y San Pedro se recrearon por las las calles céntricas haciendo aflorar la fe de todos los presentes. El sol se hizo de rogar durante esta jornada en la que las nubes fueron las protagonistas, un respiro para las hermandades que realizaron su estación de penitencia con temperaturas agradables. El cielo se apagó porque el Señor ya está en la cruz y su última expiración está al llegar.
Las cofradías estaban fuera de sus templos y todos los devotos de Huelva las seguían en esa tarde de fe, que se prolongará hasta el Viernes Santo. El incienso volvió a inundarlo todo y los más pequeños pidiendo cera fue la estampa más representativa del recorrido de todas las hermandades. Dolores, Valle y Resignación caminaron detrás de su hijo, como cada año, para velar por él mientras lloraban su muerte.
La hermandad de la Salud fue la encargada de inaugurar el día desde la parroquia de San Francisco de Asís con Pérez Cubillas volcado a sus puertas. De la boca del capataz, Juan Vicente Rivas, brotó un ‘todos por igual valientes’ y la levantá elevó al cielo la fe de los presentes. Un barrio perdido en los ojos verdes del Cristo de la Sentencia, una devoción que les siguió durante todo el recorrido. El paso, imponente en su entrada en Carrera Oficial, estrenaba las cartelas del canasto de una cofradía que ha crecido a pasos agigantados desde el 2000.
La agrupación Musical Santísimo Cristo del Amor le siguió en su caminar interpretando cada marcha en la que se dejaron un pedacito de su alma. El exorno floral de jacintos, rosas, calas y orquídeas adornaron el paso con la pulcritud que se merece. Jesús, presente ante Poncio Pilato, esperaba a ser sentenciado y Huelva le miró los ojos con los sentimientos a flor de piel.
La Sagrada Lanzada fue la segunda en salir a la calle y vino anunciando que Jesús ha muerto en la Cruz, mientras, Longinos a caballo le clava una lanza en el costado para comprobar su muerte. El caballo, tallado a tamaño real, es una de las señas de la hermandad y las bandas de cornetas y tambores de la Expiración Salud y Esperanza le hace bailar sus marchas en cada chicotá. El barrio de La Colonias le mostró gran fervor y su entrada en Carrera Oficial fue por todo lo alto.
La Virgen de los Dolores salió por segunda vez para llegar hasta el centro, el palio restaurado y con la finalización del bordado de la bambalina trasera, lució espectacular en la avenida Cristóbal Colón. La cofradía no pudo ir más arropada por un barrio que se entrega en cuerpo y alma en cada salida y a la vuelta le siguió a su templo para su recogida soñada.
La iglesia de San Sebastián abrió sus puertas en silencio, los nazarenos, de negro, avanzaban por la rampa del templo para llegar a pie de calle y presentarle a Huelva su Señor en la Cruz. El Cristo de la Sangre, avanzó en silencio con música de capilla, se escuchaba el rachear de los costaleros que se perdió cuando las promesas arrastraron sus cadenas en la calle. El cielo nublado y el ambiente apaciguado estuvo hecho a medida para su salida.
Su madre, en un Valle de lágrimas por la muerte de su hijo en la cruz, le siguió con el sufrimiento y en su primera levantá se le encogió el corazón. La Banda del Liceo de Moguer abrió la tarde con un paso fúnebre acompañando a la Virgen en su propio calvario. En su paso por la plaza Niña, las Hermanitas de la Cruz recibieron a la cofradía con los brazos abiertos y en su vuelta, las calles se apagaron a su paso. El Cristo de la Sangre, guiado por Carnicerito y sobre un monte de lirios morados, falleció en la llegada a su templo, por el pasaje de la Sangre donde San Sebastián le abrió sus puertas. Una levantá a pulso, los sones de la banda y el silencio grabó un momento inolvidable en la retina de todos los presentes.
Este ambiente se contrasta con el de la plaza de San Pedro, que ya media hora antes de la salida de la hermandad de Pasión estaba abarrotada de gente. Las puertas del templo se abrieron y tras la cruz de guía, un mar de nazarenos morados inundaron el porche de la iglesia, donde apenas se podía caminar. El Señor de Pasión, uno de los que más devotos tiene de la ciudad, salió de la iglesia mientras el sol iba cayendo. La Agrupación Musical de Los Gitanos de Sevilla interpretó la marcha ‘La Saeta’ , creando un emotivo momento mientras los costaleros trabajaban sin descanso. Bajando la cuesta, una lluvia de claveles rojos cayeron en el paso del Cristo, una tradición que perdura a lo largo de los años. Ya en la plaza, sonó una saeta a los pies del Señor que clavó sus zancos hasta el último quejío.
La Virgen del Refugio ha sido la última en echarse a la calle este Martes Santo, los pétalos cayeron sobre ella mientras se mecía en la cuesta y Huelva se quedó a esperar a su madre que seguía los pasos del Señor por el Paseo Santa Fe. La hermandad fue la encargada de cerrar la Carrera Oficial de Huelva y se encaminó de vuelta a su templo pasando por su tradicional calle Madreana.
Una saeta, una levantá a pulso, claveles para el Señor y la fe de Huelva, que ya se sueña con otro Martes Santo como este en el que la tarde se hizo mágica. La Semana Santa llega a su ecuador en el Miércoles Santo que abre sus puertas a soñar con los palios más queridos de la ciudad. Continuemos soñando con una Semana Mayor eterna.
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