Semana Santa

Getsemaní en la Huelva del 20

  • El motivo iconográfico pasionista de Jesús orando en el Huerto ha sido tallado por la gubia de tres grandes imagineros del pasado siglo: Joaquín Bilbao, Castillo Lastrucci y Ortega Brú

El Señor de la Oración, obra de Ortega Bru.

El Señor de la Oración, obra de Ortega Bru. / Román Calvo

Una de las muchas sorpresas que el cofrade puede encontrar en el núcleo urbano de Huelva es sin duda su calle Concepción, una de esas arterias de la ciudad donde corre como un reguero de vida toda la esencia de la sociedad, entre un marco inconfundible de tiendas y establecimientos, como la cafetería La Española, la librería Diario de Huelva o la famosa tienda de alimentación Los Ángeles, que sigue presente en nuestros días.

Una calle que ha sido testigo indiscutible de los cambios morfológicos que fue adquiriendo la propia ciudad, al ir delimitándose como una urbe industrial y contar con su excepcional puerto, cuando ya a finales del siglo XIX, comenzara a vivir una etapa de expansión, gracias a la inversión extranjera en la explotación de la riqueza mineral con que contaba la provincia, el mineral de cobre y azufre, especialmente en Riotinto. Una ciudad que comenzaba a vislumbrar las huellas de la llamada Revolución Industrial, con el felizmente recuperado muelle del embarcadero de las Minas de Riotinto, que en 1883 la revista Ilustración Española y Americana plasmaría en una preciosa lámina.

Y en esa calle, un templo, el de la Purísima Concepción, que, por su sabor barroquista, evoca la arquitectura dieciochesca que surgió del terremoto de Lisboa de 1755. Una vía, que conocería la expansión definitiva de la ciudad en los años veinte, en la que se iría concibiendo una burguesía industrial y comercial que dotaría de los aires de modernidad a la ciudad renacida de la industrialización.

Quizás el icono material de aquella ciudad en expansión sería la excepcional cerámica de la antigua imagen de la Oración en el Huerto, una preciosa muestra de artesanía, obra de Antonio Kiernam Flores en 1940, realizado en Cerámica Santa Ana de Sevilla, bajo un tejadillo, que le da ese aire andaluz a la composición. Una imagen que nos muestra una talla insigne hoy desaparecida, la de Nuestro Padre Jesús de la Oración en el Huerto, que realizara en 1937 el escultor Antonio Castillo Lastrucci. Pero existió una imagen anterior con la iconografía del Señor orando en el huerto, hoy desaparecida, que nos retrotrae a aquella Semana Santa de la década de los años 20 del siglo pasado, cuya imaginería era excepcional, un legado lamentablemente perdido por los avatares de la Guerra Civil Española.

En los prolegómenos de este siglo encontramos una hermandad como la Oración en el Huerto, que había sido fundada en 1922 con la aprobación de sus estatutos el 25 de abril de ese año en la casa de don Juan Llanes, al que se unieron otros nombres ya grabados en las raíces de la corporación, como fueron don Alfonso Padilla, don José Orellana, don Manuel Romero, don Rafael de la Corte y don Luis Orellana.

La cofradía se establecería originariamente en el antiguo templo conventual mercedario, siendo aprobado al mismo tiempo por la Diputación Provincial, que era en ese momento propietaria del vetusto cenobio, con lo que se pudo erigir canónicamente de modo definitivo el 22 de marzo de 1923. En el intervalo comprendido entre 1923 y 1935, la cofradía haría su estación de penitencia, alternando los días de salida entre Jueves Santo, Domingo de Ramos y Miércoles Santo.

Imagen desaparecida que talló Lastrucci. Imagen desaparecida que talló Lastrucci.

Imagen desaparecida que talló Lastrucci. / Ramón Calvo

Años atrás se fundaron también la Hermandad del Señor de Pasión y la Virgen del Refugio, en 1918; a la que se uniría la del Cristo de la Buena Muerte y la Virgen de Consolación, en 1921; por lo que la de la Oración en el Huerto se convertiría en la séptima cofradía de Huelva, conservándose en la nómina tres pertenecientes al siglo XVI: el Santo Entierro y Soledad de María (1573), el Nazareno (1583) y la Vera Cruz (1595), junto con una hermandad decimonónica, la del Cristo de la Expiración y la Virgen de la Esperanza (1889).

Una hermandad, la de la Oración, que en si misma encerraba la simbiosis de la huella histórica de la Semana Santa onubense con la propia modernidad de la ciudad, que iba definiéndose en estos años. Por entonces dos grandes genios de la escultura andaluza se darían cita para realizar el excepcional grupo que constituiría la imagen del Señor orante con el ángel confortador. Joaquín Bilbao y Enrique Pérez Comendador. Es quizás Joaquín Bilbao uno de los mejores regeneracionistas de la escultura contemporánea andaluza, un creador que ya en los años veinte se había consagrado, habiéndole sido concedido numerosos premios. Nuestro artista permaneció durante algunos años en París, completando un periplo europeo que lo llevaría a Alemania, Holanda, Bélgica e Inglaterra. En 1909 se encontraba en Toledo, dirigiendo la Casa del Greco, hasta que en 1912 regresaría a Sevilla, su ciudad natal, donde creció bajo la tutela artística de Antonio Susillo. Había acrecentado su reputación con un gran repertorio de esculturas monumentales, que culminaría ya en 1924 con el monumento de Fernando III, en la Plaza Nueva de Sevilla.

Entre sus obras más reconocidas para la Semana Santa destaca su excepcional talla del Cristo del Dolor de la Hermandad de las Cigarreras de Sevilla, y los sayones del misterio de la Coronación de Espinas, en 1922. Y sería en este año, concretamente el día 5 de diciembre, cuando don José Orellana López, hermano mayor de la Oración en el Huerto, junto con el capellán Jesús González del Cid se trasladarían al taller sevillano del genial autor, consiguiendo el contrato de las dos esculturas, el Cristo y el ángel confortador. Unos pocos meses después, serían bendecidas el domingo de marzo de 1923, dando lugar a una gran expectación en la prensa y en la propia feligresía, que abarrotó la iglesia de la Merced para contemplar dichas imágenes. Quizás Joaquín Bilbao había realizado con ello la última gran composición de un motivo artístico muy difundido en la iconografía pasionista, nacido en el seno de la pintura flamenca, y que tenía a Sevilla como uno de los mejores exponentes en imaginería barroca.

De esta manera, Bilbao supo abordar con gran alarde compositivo este excepcional grupo escultórico, testimonio de la grandiosidad de la imaginería religiosa contemporánea andaluza. Otro gran genio, Enrique Pérez Comendador, discípulo de Bilbao, dejaría la excepcional talla del ángel.

Imagen desaparecida que talló Joaquín Bilbao. Imagen desaparecida que talló Joaquín Bilbao.

Imagen desaparecida que talló Joaquín Bilbao. / Ramón Calvo

Unos meses después, llegaba la dictadura de Miguel Primo de Rivera, y la difícil situación que acabaría en la II Guerra República y la Guerra Civil, no dejando indiferente al patrimonio religioso, al desaparecer, con la quema de los templos, excepcionales tallas como las realizadas por Joaquín Bilbao y Pérez Comendador para la Oración en el Huerto, desaparecidas el 20 de julio de 1936. Se perdería con ello uno de los grupos mas significativos de la Semana Santa de Huelva, aunque años después Antonio Castillo Lastrucci, otro de los grandes escultores del siglo XX realizaría el Señor, imagen que se deterioraría con el tiempo, hasta llegar a la imagen actual del Señor, obra de Ortega Bru en 1977, quien le añadió tres soberbias imágenes de apóstoles, las de San Juan y Santiago (1976) y San Pedro (1978). En estos años la hermandad se habría ya consolidado en la parroquia de la Concepción, habiéndose unido con la cofradía de la Vera Cruz, que residía canónicamente en el templo. Una calle, la de la Concepción, una hermandad, la de la Oración, una historia, la de Huelva de los inicios de la contemporaneidad, pura historia.

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