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Hematología
El linfoma de Hodgkin fue uno de los primeros tumores en lograr la curación de los pacientes mediante quimio y radioterapia, fue también uno de los primeros en abrir el debate de los largos supervivientes, especialmente, cuando tienen muchos años de vida por delante. Hoy, el debate es otro, el del pequeño pero importante porcentaje de pacientes que sigue sin responder a los tratamientos clásicos y que puede tener esperanza con la inclusión de nuevos anticuerpos monoclonales e inmunoterapias que, por desgracia, no siempre están financiadas en nuestro país. El futuro, en cambio, se vislumbra en el abordaje más personalizado de estos pacientes, con técnicas que permitan saber a qué tratamiento responderán mejor.
Precisamente, el hacer un viaje por el pasado, presente y futuro del linfoma del Hodgkin es el objetivo de la nueva campaña de Takeda ‘Viaje al linfoma’ que cuenta con el aval social de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH) y el apoyo de la Asociación Española de Afectados por Linfoma, Mieloma y Leucemia (AEAL). El objetivo de la misma es hablar no solo desde la perspectiva de los médicos, sino también de los pacientes y de la relación entre ambos, para concienciar de todo lo que implica un diagnóstico como es el de un linfoma de Hodgkin a una edad muy temprana. No hay que olvidar que de los 1.400 nuevos casos al año que se diagnostican en España, gran parte afecta a jóvenes de entre 15 y 30 años.
Desde Takeda han lanzado el proyecto web www.viajeallinfoma.com, en el que se dan algunos datos claves sobre el linfoma de Hodgkin y recuerdan que en las últimas décadas los nuevos tratamientos han permitido mejorar de forma importante las tasas de supervivencia, que actualmente llega al 91% de supervivientes a los 5 años. Aunque esta cifra desciende al 81% si hablamos de casos en estadios avanzados. De hecho, gran parte del problema actual es que, en estadios avanzados, aún existen dos de cada 10 pacientes que no superan la enfermedad.
A este respecto, Izaskun Zeberio, especialista en Hematología del Hospital Universitario Donostia insiste en que “hay pacientes de alto riesgo que al debut ya tienen una enfermedad más avanzada de lo habitual o refractarios que no responden a la poliquimioterapia o en recaída en los que los resultados no son tan buenos y por eso es importante tener otras opciones de tratamiento”.
Existen opciones, como nuevos anticuerpos monoclonales en segunda y tercera línea que permiten mejorar los resultados y reducir la toxicidad
“Sólo de esta manera y trabajando conjuntamente con el resto de los agentes implicados podremos seguir avanzando para conseguir disminuir los tiempos de acceso a la innovación y, por supuesto, facilitar un equipo multidisciplinar al paciente con una información contrastada y rigurosa”, según Marcos Martínez, gerente de AEAL.
De esta forma, existen otras opciones, como nuevos anticuerpos monoclonales en segunda y tercera línea que permiten mejorar los resultados y reducir la toxicidad, algo clave en pacientes jóvenes que, pese a curarse, pueden arrastrar secuelas de los tratamientos a largo plazo. Una idea en la que también insistía Ramón García Sanz, presidente de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH) hasta el año 2022: “Tenemos que lograr que los tratamientos interrumpan lo menos posible el proyecto de vida de los pacientes, que suelen ser muy jóvenes”.
Marcos Martínez, gerente de la Asociación Española de Linfoma, Mieloma y Leucemia (AEAL) apunta que “hay que mirar a la enfermedad con esperanza, las cifras están ahí, pero también tenemos que pensar en los que no llegan a esas cifras y trabajar por atenderles”. Por ello, para los pacientes es clave abordar el problema de las demoras que se producen en la aprobación de los fármacos y las desigualdades existentes entre comunidades y hospitales. “También preocupa y mucho que cada vez hay un mayor número de medicamentos que se aprueban con restricciones respecto a la ficha técnica de la Aemps”. En cuanto a futuro, el hematólogo Izaskun Zeberio adelantaba que la situación ideal pasa por ser capaces de identificar qué grupo de pacientes son o no respondedores a una terapia concreta. Un reto no alcanzado, pero en el que ya hay muchos investigadores trabajando.
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