Recreativo de Huelva

Carlos Pouso, un técnico más del estilo del Liverpool que del Barcelona

  • Apuesta por un juego vertical más que de toque “No soy nada amarrategui”, afirma el entrenador del Decano, que suele utilizar un 4-2-3-1. Mantener contento y motivado al vestuario, fundamental

Carlos Pouso vivió en Pontevedra su última experiencia como técnico antes de llegar a Huelva.

Carlos Pouso vivió en Pontevedra su última experiencia como técnico antes de llegar a Huelva. / Diario de Pontevedra

El Recreativo de Huelva ha apostado para el tramo final de temporada (tal vez el más importante de su historia) por Carlos Pouso, un veterano técnico con amplia experiencia en la categoría que renovará con el club si logra la permanencia. Durante su presentación no quiso dar detalles sobre su estilo de juego, pero en su última etapa como técnico, en el Pontevedra (2019-20), dio detalles del juego que quiere implantar en el Decano, vertical, sin mucho control del juego.

“La Segunda B es una categoría de especialistas; esto no es Primera con campos inmaculados. Hay que adaptarse a las circunstancias” ha comentado. “Me gusta el control, pero para ser vertical. Ese jugar ‘al corro de la patata’ no me gusta nada. Me pongo muy nervioso cuando tenemos posibilidad de pase hacia delante y jugamos a los costados como un puñetero limpiaparabrisas”, manifestó en su etapa en tierras gallegas.

El técnico vasco lo ejemplificó asegurando que “quiero ser más Liverpool que Barça. Para equipos modestos me parece más imitable el fútbol del Liverpool. A los que no tenemos esa calidad del Barcelona nos interesa tener más verticalidad, más profundidad, llegar más veces.... que de esa cantidad tienen que salir los números. Es decir, partidos descontrolados”.

“Quiero un equipo con gente rápida, que se incorpore de segunda línea, con extremos desequilibrantes, con un delantero que dé desmarques y aguante la pelota. Para jugar a lo que a mi me gusta, el equipo tiene que entrenar a lo que va a jugar. No puedes jugar a correr, a meterle ritmo al partido, a apretar arriba y luego entrenar a base de rondos de cinco contra dos sin moverte del sitio”, añade.

Se defiende de los que dicen que juega un fútbol feo. “Es la fama del que no me conoce. ¿Quién sabe de mí? Los futbolistas. Pregunta a cualquier futbolista que he tenido a ver si Carlos Pouso es amarrategui. Pero como soy ‘vasco’... ¿Todos los vascos meten el tocino con polea en el caldo? No. Te agasajan. ¿Todo catalán es independentista y no paga una ronda? No. Yo he tenido a Lluis Codina de segundo y era más vasco que Otegi. Hay de todo en todos los lados. Yo tengo de amarrategui lo justo. ¿No me gusta que me metan goles? Nos ha jodido. Pero yo no transmito: quietos aquí, no salimos del área. Tampoco vamos a querer hacer un rondo en un campo que está mal”.

Cercano y educado voy a ser siempre, pero tengo mala leche cuando hay cosas que no me gustan"

El nuevo técnico albiazul es un hombre de carácter. “No soy ni tan majo como algunos dicen, ni tan hijo de puta como dicen otros. No tengo malos sentimientos. Pero que les voy a apretar al máximo (a los jugadores), seguro. Habrá gente que lo acepte mejor y otra peor. También el que juega estará más contento que el que no. Yo no tengo ninguna varita mágica para decir: los 20 me quieren con locura. Ojalá. Lo único que tengo que tratar es de ser justo y honesto con ellos, mirarles a la cara y no engañarles. Cercano y educado voy a ser siempre. Pero sí que es verdad que tengo mala leche cuando hay cosas que no me gustan”.

Su esquema de juego más utilizado suele ser el 4-2-3-1, aunque “los sistemas son variables”, según manifestó en su presentación con el Recreativo de Huelva.

En lo personal, Pouso es un hombre campechano, que suele dar buenos titulares; le gusta hablar de fútbol, aunque con los periodistas se va por las ramas. Le suele dar cariño a los suplentes para que no desconecten; y para él es fundamental tener un vestuario contento. No suele mantener el mismo once pero tampoco hace grandes revoluciones. Es buen psicólogo, metódico, prepara bien los partidos y mantiene buena relación tanto de jugadores como de directivos y gente de los clubes en los que ha estado.

Pese a nacer en Leioa, vivió en Portugalete la mayor parte de su vida, donde se hizo futbolista; era un centrocampista con calidad pero algo lento, y compaginó su trayectoria en el césped con un taller del sector naval. Tras su etapa como futbolista pasó a los banquillos, y no decidió dejar el País Vasco hasta que el taller en el que trabajaba cerró; de hecho, en 2008, cuando el Eibar le reclutó para su proyecto, solicitó una excedencia para dedicarse por primera vez en exclusiva al fútbol.

Comenzó a hacerse un nombre en los banquillos en el Sestao River en 2003, y luego estuvo en el Eibar, Guijuelo (su primera experiencia fuera del País Vasco), Mirandés, Logroñés, Rácing de Santander y Pontevedra, su último club en la 2019-20.

Tiene una gran vinculación con la costa y una de sus grandes aficiones es dar paseos por la playa; así, las Rías Baixas y Cádiz son dos de sus destinos favoritos. Es seguidor del Athletic Club de Bilbao, que le privó de jugar la final de Copa en 2012 cuando entrenaba al Mirandés; mantiene una gran relación con Ernesto Valverde y Mendilibar, entre otros.

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