El mundo de la viticultura rinde su último adiós a José Luis Rubio

Cuando uno agita la copa, el vino rico en glicerina y de alto contenido alcohólico forma pequeñas gotas que surcan la senda de regreso a su quietud acariciando el cristal. A esa imagen se le denomina lágrima y revela que el vino tiene memoria, no olvida. El pueblo de La Palma del Condado tampoco, y ayer éste enjugó su último llanto por el eterno descanso de José Luis Rubio, gerente de la Bodega Rubio y el alma del afamado brandy Luis Felipe.

El veterano empresario recibió sepultura en la localidad que le vio nacer, rodeado de familiares, amigos y diversas personalidades del mundo de la política, como el alcalde de Huelva, Pedro Rodríguez; del mundo del fútbol, las artes, el periodismo y la viticultura.

La Parroquia de San Juan Bautista acogió a media mañana un multitudinario funeral donde se recordó no sólo su faceta como empresario, si no su talla humana y el amor que destilaba por un negocio, el vitivinícola, por el que dio todo.

Siempre ligado a su pueblo, sus restos no tenían por más que descansar en esta tierra que José Luis abandonó a los 70 años de edad por un infarto que le dejó en coma, mientras que nuevas réplicas terminaron por doblegar sus ganas de vivir.

Huérfana de alma, su prestigiosa bodega fue inaugurada por su padre, Antonio, en 1946, si bien la prematura muerte del patriarca obligó a José Luis y su hermano Fernando a tomar las riendas del negocio desde muy jóvenes. Su constante e incansable labor, unido al hecho de haber llevado el nombre de La Palma por todos los rincones de España, fueron las razones que llevaron a la institución municipal a obsequiarle con el título de capataces de honor de la Fiesta de la Vendimia. No es de extrañar, por tanto, que a título póstumo se prepara un homenaje de cara al próximo sábado 17 de septiembre, fecha en la que se celebra dicha efemérides.

Los Rubio tienen el honor de haber sabido engendrar un caldo referencia internacional, cuya fama ha sobrepasado incluso al propio apellido. En efecto, el brandy Luis Felipe es posiblemente el producto vitivinícola del Condado de más reconocido prestigio, cuya elaboración se desarrolla siguiendo un patrón ancestral en el que los caldos envejecen al cobijo de botas de roble americano dispuestas en cachones o andanas unas sobre otra. Su producto representa el evocador recorrido de botas a través del cual sigue su formación de envejecimiento, desde los bocoyes de arriba de la pirámide hasta alcanzar las botas inferiores donde reside la esencia, la estirpe de mayor solera, desde donde se extraerá el producto que llegue al consumidor final. En concreto, ese manjar proviene de unas barricas de roble que datan de 1893, las cuales contenían un brandy envejecido con el nombre de Luis Felipe, las cuales supuestamente estaban reservadas a Antonio de Orleans, duque de Montpensier e hijo del rey de Francia Luis Felipe I.

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