El proyecto para el 'lago asesino' eliminará el gas en cuatro meses
puebla de guzmán
El Instituto Geológico Minero colocará un nuevo colector con un mayor diámetro
Un proyecto prevé eliminar en cuatro meses los 80.000 metros cúbicos de CO2 que alberga en su interior el único lago asesino existente en Europa, ubicado en la pedanía de Minas de Herrería, en el término municipal de la localidad onubense de Puebla de Guzmán. El alcalde de la localidad, Antonio Beltrán, aseguró ayer que el proyecto previsto eliminará el CO2 en tan sólo cuatro meses una vez se coloque un colector. En cualquier caso, aseguró que "no es una obra urgente", puesto que ya hay dos pequeños colectores que están "aliviando la presión".
En rueda de prensa Beltrán explicó que el proyecto está programado entre el Instituto Geológico Minero y la Consejería de Innovación, Ciencia y Empleo, y el presupuesto ya está acordado, por lo que ahora depende del Instituto cuándo se acometerán los trabajos para colocar el nuevo colector que saque el gas hacia la superficie.
El alcalde de Puebla de Guzmán precisó que ahora mismo "ya hay dos colectores desde el momento en el que el Instituto Geológico Minero estuvo investigando" y que "están sacando ese gas a la superficie aunque no al ritmo apetecible", pero sí "están aliviando la bolsa de gas y la presión interna".
El nuevo, "al ser de mayor diámetro, lo que va a provocar es que en lugar de en ocho años se saque el gas en cuatro meses, pero la presión ya desde el primer momento se está aliviando", puntualizó.
El llamado lago asesino es una laguna artificial situada en la Corta Guadiana, en las antiguas minas de Puebla de Guzmán, que mantiene en su fondo unos 80.000 metros cúbicos de dióxido de carbono (CO2). Los expertos del Instituto Geológico Minero indicaron que una repentina ascensión a la superficie de esta bolsa de gas podría convertirse en una nube letal para todo ser vivo que se encuentre en los alrededores. El lago da cobijo a un gas formado por las aguas ácidas producidas por la antigua actividad minera en contacto con carbonatos de los suelos.
El denominarlo asesino, según explican los investigadores, se debe a que, en caso de que se dieran unas condiciones determinadas, y ese gas saliera de golpe a la superficie, podría convertirse en una nube letal, como ya ocurrió en Camerún, en los lagos Monoum y Nyos, en 1984 y 1986, respectivamente, lo que costó la vida a miles de personas.
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