Playa de Matalascañas

Torre de la Higuera, historia enclavada en el mar

  • Sumergida en pleno corazón de Doñana, la playa urbana de Matalascañas es otra de las grandes joyas del litoral onubense

Sumergida en pleno corazón de Doñana, la playa urbana de Matalascañas es otra de las grandes joyas del litoral onubense. Está bañada por aguas limpias y calmadas y se viste de una arena blanca y fina en una extensión no superior a los 5.500 metros. La almonteña es una orilla repleta de luz y de leyenda.

A pocos metros de las sombrillas, la historia se enclava en el mar. Torre de la Higuera se ha convertido con las décadas en uno de los símbolos, si no el mayor, de la costa de Huelva. Por lo insólito, lo atractivo y lo curricular. Fue en su día una de las torres almenaras que se levantaron para defender la playa de corsarios y piratas. Y es que las playas de Castilla eran paso obligatorio en el comercio con América del Norte.

No fue la única que vio el cielo almonteño a finales del siglo XVI. Hubo otros refugios y vigías, pero ninguno tan emblemático como éste. Lo que queda de aquella torre se puede abrazar en marea baja. Vive acostada por la acción desgastadora del mar, pero ni la pleamar consigue esconder sus encantos. Torre de la Higuera es a Matalascañas lo que Matalascañas es a Torre de la Higuera.

Esta playa almonteña llega a alcanzar más de 100.000 visitantes en temporada alta, por lo que no es difícil encontrar un rosario de actividades de ocio. Y en plena brisa marinera. Una veintena de chiringuitos y siete canales náuticos justifican esta oferta durante toda la jornada playera. Eso de los cubos, los balones, las colchonetas o las palas es cosa del bañista, que sabe apreciar las bondades del deporte en la naturaleza.

Como muralla fortificada en plena vigilancia aparece un paseo marítimo a espaldas de la arena. En toda la inmensidad de la playa, desde el este hasta el oeste. Su fácil acceso permite que cualquier persona pueda recorrerlo. Ya sea andando o ejercitándose. Un lujoso camino en primera línea para disfrutar de los colores que te ofrece el mar.

Y es que si algo tiene la playa urbana de Matalascañas es su respeto a los visitantes con movilidad reducida. Reconocido como Destino Turístico Accesible en Andalucía, cuenta con 14 pasarelas (alfombras de pvc) para facilitar el paso de sillas especiales. Asimismo, en todos los puntos de socorro –siete, en total- pueden descansar las personas que demandan el servicio de baño asistido.

Aunque este año no ha sido posible, Matalascañas es fija en el reparto de banderas azules. Además, cuenta con la Q de Calidad Turística, con el distintivo de Ecoplayas y con el certificado Sictec, lo que da cuenta del esfuerzo que se vierte sobre este enclave por parte de las administraciones para que continúe siendo un referente andaluz.

A la derecha del mapa, le protege el verde de Doñana; a la izquierda, un parque dunar con la magia de lo virgen. Allí, se organizan paseos a caballo y trayectos en camello a tan sólo unos metros del Atlántico, donde se encuentra el faro de Matalascañas, construido en 1901, con una altura de 47 metros y un alcance de 37 kilómetros; y que hacen de este espacio una postal obligada en periodo estival. Una postal almonteña y onubense, pese a lo que muchos se intentan inventar.

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