Phyllis Tracey Gray: 'La señorita Gray'
Gente de aquí y de allá
Phillys Tracey Gray nació en Los Silos el 11 de noviembre de 1892 y, por lo tanto, era onubense, aunque hija de escoceses
A mí siempre me ha gustado mucho visitar todos los pueblos de la provincia, hacer excursiones y recorrer los lugares bonitos y recónditos de nuestra tierra. De hecho escribí un libro que titulé “Recóndita Huelva” con algunos lugares que me llamaron la atención. He visitado todos los rincones, saboreado y disfrutado de paisajes sinigual y claro, me ha gustado conocer su historia.
Tharsis es una aldea minera que siempre me gustó, incluso fui nombrado para formar parte de la comisión de la segregación del pueblo matriz, Alosno, el de las esquinitas de acero, la cuna del fandango, para hacer la partición de los dos términos municipales. Además, me encargaron varios trabajos topográficos en las minas y tuve mucha amistad con don José María Ley Palomeque, que era el director facultativo y soy amigo de todos sus hijos, especialmente de Rafa, ingeniero de Caminos; José, abogado; Quique, economista; y Lalo, ingeniero de Minas como su padre; y también sus hermanas y su encantadora esposa, que afortunadamente aún vive.
Ellos siempre me contaban cosas de Tharsis porque vivieron muchos años allí. Luego visité la zona en varias ocasiones y me interesé mucho por la señorita Gray, más conocida allí por Miss Gray, o simplemente como “la Señorita”, que es a quien me voy a referir en estas letras.
Phillys Tracey Gray nació en Los Silos el 11 de noviembre de 1892 y, por lo tanto, era onubense, aunque hija de escoceses. Su padre, George Gray, había nacido en Glasgow; y su madre, Mary Elizabeth Thornton, era natural de Manchester. Al igual que tantos nativos de Escocía, vinieron a nuestra cuenca minera atraídos por trabajar en esta rica tierra. Y la señorita Gray fue, precisamente, la última persona de la familia que permaneció en Tharsis.
Ella era la encargada de la Casa de Huéspedes y me cuenta mi amigo Rafael Ley que cuando iba a jugar al tenis pasaba siempre por “Pueblo Nuevo”, que es donde estaba la Casa de Huéspedes, y le gustaba mirar por la ventana izquierda de la fachada porque allí había un torso romano que, al parecer, apareció en la zona de las pistas de tenis y que ella, junto al jardinero Bartolomé, que era muy amigo de Rafa, lo limpiaron, lo cuidaron y lo colocaron en una hornacina. Hoy esa estatua, gracias a aquello cuidados, está en el Museo de Huelva.
La Casa de Huéspedes era como un hotel de lujo para recibir a todos los visitantes y la Señorita Gray lo cuidaba a la perfección, contando con un equipo de personas que se preocupaban de tenerlo siempre muy limpio y bonito y, como además la jefa era una gran enamorada de las flores y contaba con unos jardines alrededor, el lugar era precioso y a todo el mundo le gustaba y en ese lugar fue donde tuve el gusto de conocerla.
La señorita era muy delgadita, siempre iba muy bien vestida, elegante y de modales muy educados, además de cariñosa y se preocupaba de todos los trabajadores, tanto de su aspecto personal y laboral, como de su salud. Por eso tenía un botiquín perfectamente limpio y bien equipado para curar a todo aquel que necesitaba alguna asistencia.
Naturalmente y, como no podía ser de otra forma, la señorita era muy querida entre toda la población y cuando murió fue enterrada en un pequeño cementerio donde puede que haya solo entre 15 y 20 tumbas de escoceses, entre las que está la de ella. Yo he visitado este recoleto camposanto en varias ocasiones y siempre la tumba de ella tiene flores que le ponen en su recuerdo los tharsileños y tharsileñas, que son muy agradecidos.
Aunque yo no la conocí, he oído hablar de ella varias veces y además leí en su día algo que escribió mi buen amigo Ramón Llanes, que además de escribir muy bien es natural de Tharsis y recuerdo que describía las manos de ella que eran tan blancas “como el nácar”.
La señorita Gray era muy conocida en esa zona minera, pero una gran desconocida en el resto de la provincia. Por eso la he traído hoy a estas páginas, para darla a conocer a los lectores de nuestro periódico provincial, ya que se lo merece por haber sido tan buena y ejemplar, igual que en otras ocasiones daré a conocer, por el mismo motivo, a otras mujeres merecedoras, como fueron Madame Ivonne Cazenave, directora del Colegio Francés de Huelva; doña Rella Kaesmacher, inglesa afincada en Valverde del Camino; doña Concha Hernández Pinzón, natural de Moguer; doña Eulalia Ruiz de Clavijo, también moguereña; o doña Rosario la del Casino de Punta Umbría y otras muchas mujeres de gran valía.
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