El juicio por la muerte de la bebé Míriam, en noviembre

El fiscal pide 26 años de cárcel para Jonathan Moya, el único acusado de la muerte de la niña

Jonathan Moya, ante el juzgado de lo penal de Almería en 2013.
Jonathan Moya, ante el juzgado de lo penal de Almería en 2013.

La vista oral por el rapto y asesinato de la bebé de 16 meses de Palma de Condado Míriam Cuerda en diciembre de 2012 en Almería se celebrará en noviembre en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Almería. El único acusado de la muerte de la pequeña, Jonathan Moya, se enfrenta a una petición de 26 años de cárcel por parte del fiscal.

El juicio, con tribunal de jurado, arrancará el 16 de noviembre con la constitución del jurado popular y la declaración de Moya González, en prisión provisional por esta causa desde que fuese detenido por los agentes de la Guardia Civil en el interior de un cortijo familiar ubicado entre los términos municipales de Fiñana y Abrucena.

El calendario de sesiones fija para el día 17, a las 09:30, la testifical de la madre de la pequeña, Gema Cuerda, quien mantuvo una relación sentimental con el procesado, y de Raúl R.F., quien estuvo imputado en la causa por presunto encubrimiento, si bien el juez instructor decretó el sobreseimiento para él a instancias de la Fiscalía.

Las testificales continuarán a lo largo de esa jornada y el día 18 mientras que para el día 19 está prevista la práctica de las pruebas pericial y documental. El trámite de informes y conclusiones se ha señalado para el día 20 y el objeto de veredicto será entregado por el tribunal, que presidirá el magistrado Luis Durbán, a los miembros del jurado el día 24.

La Fiscalía va a solicitar penas que suman 26 años de prisión, que la acusación particular eleva a 29 años, para Jonathan Moya, quien presuntamente golpeó a la menor con "gran fuerza y en repetidas ocasiones" con un objeto contundente en la cabeza para "hacerla callar porque lloraba" y a quien envolvió cuando "estaba todavía con vida" en film transparente, provocando su muerte por asfixia.

El procesado, quien tiene varias condenas en firme por delitos contra el patrimonio y un sumario abierto por un presunta agresión sexual a la madre de la pequeña, introdujo supuestamente a continuación el cuerpo sin vida de Míriam en una bolsa de viaje, "junto a su ropita y 15 piedras", para después "arrojarla a una balsa de riego tras anudarle por fuera un bloque de cemento de grandes dimensiones" con el que se "aseguraba" de esta forma de que el cadáver "no saldría a flote", según indica el escrito.

Recoge que Moya González tuvo retenida a la pequeña con vida desde el 20 al 24 de diciembre de 2012 en el interior del cortijo familiar donde se "escondió" tras raptarla y abandonar a su madre, con quien había mantenido una relación sentimental, "en un paraje deshabitado" de Fiñana (Almería) y que lo hizo pese a "los intentos reiterados de los agentes de la autoridad y los desesperados de la familia de la niña para que la entregase".

El Ministerio Público detalla en su escrito que ambos contactaron a través de una web donde ella había puesto un anuncio y que él, desde el principio, "ocultó su verdadera identidad, identificándose con el nombre de Juan". Tras unos primeros contactos telefónicos, habrían acordado conocerse y probar "si podría funcionar entre ellos una relación sentimental", por lo que el 18 de noviembre de 2012, Moya González se personó en La Palma del Condado donde residía Gema y con quien estuvo conviviendo en familia durante algo más de dos semanas.

En esos días, según el fiscal, el presunto asesino tuvo una actitud que define como "atenta, servicial y cariñosa con Gema y con toda la familia que le acogía, y en especial, con la pequeña de apenas 16 meses". "A pesar de ello la relación entre ambos no cuajó puesto que Jonathan no se mostraba conforme con el pasado de la chica y empezó a apartarla de él y a ignorarla".

Tras la ruptura definitiva, propiciada por ella, Jonathan Moya siguió viviendo en su casa durante unos días hasta que, finalmente, el 5 de diciembre tomo rumbo a Almería. No cejó, sin embargo, en su empeño y a mediados de mes volvió a contactar con Gema y le pidió que viniese a la provincia "poniéndole el pretexto de que quería regalarle a su hija Míriam un traje para bautizarla y había que tomarle medidas".

Según indica el escrito, el procesado insistió en que era "imprescindible" que acudiese con la pequeña a Almería pero ella se negó "porque no terminaba de confiar en él". Fue la intermediación de su madre y abuela de la niña, con quien Jonathan Moya "había trabado amistad", lo que terminó de convencerla, por lo que ambas se desplazaron en tren hasta Guadix (Granada) en tren.

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