Héctor Julio Castillo · Primer alcalde de Isla Cristina en democracia

"Que la historia me juzgue y mi pueblo me perdone si no supe hacerlo"

  • El 19 de abril de 1979 tomó posesión de la Alcaldía de Isla Cristina. Fue el primer alcalde negro y extranjero en España y también el primer hispanoamericano que accedió a este puesto en toda Europa

Héctor Castillo, un dominicano nacido en la ciudad de La Romana un 16 de marzo de 1946, llegó a España en 1965 para cursar sus estudios de Medicina. Diez años más tarde aterrizó en Isla Cristina, donde su inició su vida profesional como médico de familia. Entró en política de forma circunstancial y como cabeza de lista de la extinta Unión de Centro Democrático (UCD) consiguió ser nombrado alcalde de la localidad costera en las primeras elecciones democráticas del país (1979). Como se registra en el libro Guinnes de los Récords, fue el primer alcalde de color e hispanoamericano de Europa.

 

–¿Hace 44 años no era tan fácil que un chico con 19 llegara a España y se alejara de su familia, ¿qué motivos le llevó a hacerlo?

 

–Mi madre quedó viuda con 27 años y cinco hijos. Yo tenía muy claro que quería ser médico y comencé a estudiar, pero una guerra civil provocada por el dictador Trujillo cerró las universidades en mi país. Emigramos todos a Nueva York pero a mí no me gustaba porque se vivía muy deprisa; entonces me surgió la oportunidad de venir a España a terminar mi carrera. Estuve en Madrid y Sevilla, y pensaba regresar... pero mi destino estaba escrito aquí.

 

–¿Después de estar en dos ciudades y con su título de médico ¿por qué elige Isla Cristina?

 

–Antes de venir aquí estuve en unos trece pueblos ejerciendo, la mayoría de la provincia de Sevilla y otros de Huelva, como Gibraleón, pero un día de excursión conocí esto y me atrajo la luz, la temperatura tan cálida; no sé, me recordaba un poco a mi tierra. Tuve suerte y después de varios años como interino saqué mi plaza, llevo ya 34 años.

 

–¿Imaginó alguna vez que Isla le sentaría en el sillón de la Alcaldía?

 

–(Se ríe). No, para nada, yo odiaba la política porque por culpa de ella no pude seguir los estudios en mi país y tuvimos que irnos a EE UU. Pero cuando llegaron las primeras elecciones democráticas, yo sentía que el pueblo quería que me presentara, sentía que debía devolverle a la gente la hospitalidad con la que me había recibido, quería agradecérselo de alguna manera. Además, en la consulta aparte de las dolencias escuchaba las necesidades de la gente, eso me animó, algo me decía que iba a ganar. Se había creado la UCD, fue un boom.

 

–¿Cómo reacciona cuando sus premoniciones no se equivocan y ya de entrada le hace pasar a la historia como el primer alcalde de la democracia en Isla y de color de España?

 

–Mira, de la democracia de Isla sí, pero de color, no solo de España. Hace ya algunos años un hijo mío me llamó por teléfono para decirme que estaba en el Guinnes de los Récords porque fui también el primero de Europa, pero no solo de color, sino hispanoamericano. En cuanto a mi reacción al ganar las elecciones, sólo te puedo decir que tuvimos que coger el toro por los cuernos todo los concejales porque no estábamos preparados.

 

–¿Cuáles fueron sus prioridades para Isla Cristina?

 

–La pesca pasaba por mal momento (aunque no creo que como el que se avecina). Mi proyecto inmediato estaba basado en el turismo, entonces no estaba la alternativa agrícola de las fresas o las naranjas. Viajé a la Costa del Sol malagueña para ver como funcionaba. Una empresa alemana muy potente llamada ‘Vert Hotel’ quería apostar por un proyecto turístico, lo que viene a ser hoy algo parecido a Islantilla, con una inversión de más de cinco mil millones de pesetas, pero no fraguó porque el equipo de gobierno carecía de preparación suficiente para negociar, se quedó en una ilusión.

 

–Tuvo claro desde un principio que solo estaría una legislatura. En cuatro años ¿cuántos logros consiguió para Isla Cristina?

 

–Teniendo en cuenta el poco tiempo y la inmadurez política de todo mi equipo, la verdad que se hicieron bastantes cosas. Plazas en algunas barriadas, saneamiento en los sitios más humildes, se construyeron 500 viviendas para los más desfavorecidos, se construyeron escuelas, se creó la escuela de Artes Plásticas que hoy continúa y bastantes cosas más... La verdad que me siento orgulloso de lo que hicimos. La autopista hasta Isla Cristina, aunque se inauguró a primeros del 2000, se fraguó durante mi mandato. Teníamos un presupuesto de 73 millones de pesetas.

 

–¿Todo el mundo recuerda algunos carnavales durante su gobierno porque Isla Cristina salió en la tele en el programa de más audiencia de la época...?

 

–Yo quería demostrar al exterior que Isla Cristina no era una isla perdida en el mapa, había que aprovechar cualquier cosa para ello. El programa ‘300 millones’ del periodista Pepe Domingo Castaño, y desde Sudamérica, Guadalupe Enríquez, hizo una conexión en directo con nosotros aprovechando los carnavales y que el pueblo tenía un alcalde hispano. Tuvo una repercusión tremenda, poquito a poco se iban dando pasos de cara al exterior.

 

–¿En aquellos años no era como ahora que los ediles se liberan para dedicarse solo a la política, ¿cómo se organizaba usted?

 

–Me iba a la consulta bien temprano, llegaba al Ayuntamiento a las 11.30; me iba a casa, comía y regresaba por la tarde de nuevo. Jamás falté a la consulta ni al despacho. Recuerdo, que en carnavales me daba casi el amanecer en la caseta municipal, de allí enlazaba con la consulta. Fue una locura, pero uno era más joven (se ríe)...

 

–Y ahora que habla de su consulta, ¿cómo funciona el sistema sanitario en Andalucía?

 

–La verdad que mal, no se corresponde la realidad a las actuaciones e inversiones que dicen están haciendo; esa será la lucha constante, hay que dedicarle más tiempo a los pacientes, yo veo a diario a 70 personas, una barbaridad.

 

–Le queda poco tiempo para jubilarse, ¿se ha planteado volver a EE UU?

 

–Mi madre y mis hermanos viven en Nueva York, todos los años paso las navidades con ellos allí, y mi esposa, Naida, también tiene allí a su gente. Pero no pensamos volver para instalarnos allí.

 

–¿Cree usted en la fuerza del destino??

 

–Con la experiencia que tengo en el amor, por supuesto. En una de mis visitas a Nueva York, a principios del 2000, me reencontré inesperadamente con la que fuera mi primera novia, a quien dejé sin dar explicaciones. Habían pasado más de 30 años, me volví a Isla y comenzamos a llamarnos y escribirnos, al cabo del tiempo volví a Estados Unidos y le pedí matrimonio, aceptó y lleva conmigo aquí siete años. Trabajaba de notaria en Nueva York, ha sacrificado muchas cosas por mi. La vida siempre te depara una sorpresa por muchos años que tengas.

 

–¿Alguna frase especial para despedirse?

 

–Que muchísimas gracias y en cuanto a mi paso por el Ayuntamiento: “Que la historia me juzgue y mi pueblo me perdone si no supe hacerlo”.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios