QUE SEA DE HUELVA

La excelencia por bandera

  • Estrictos controles de calidad rodean la producción del garbanzo de Escacena del Campo de la cooperativa agraria Campo de Tejada

Estrictos controles de calidad rodean la producción del garbanzo de Escacena del Campo, en la cooperativa agraria Campo de Tejada. Una cooperativa que congrega a un total de 1.200 agricultores, repartidos en 24.000 hectáreas, de las cuales 15.000 se dedican a tierra arable y el resto a cultivos leñosos como olivares o cítricos. Así, además del renombrado producto estrella, las instalaciones de la cooperativa acogen las producciones de cosechas de trigo, girasol, maíz o algodón. Hasta la cooperativa escacenera llegan cosechas de municipios de Huelva, Sevilla e, incluso, Cádiz, poniéndose de manifiesto el nivel de producción tan alto que maneja la cooperativa.

La variedad blanco lechoso de Escacena, caracterizado por ser de mayor tamaño que otras variedades, entre 8 y 9 milímetros, ha ocupado más de 700 hectáreas dentro de la Indicación Geográfica Protegida -IGP- del garbanzo de Escacena, que abarca las producciones de 11 municipios. De estos, seis pertenecen a Huelva, como son Villarrasa, La Palma, Manzanilla, Paterna del Campo, Villalba del Alcor y Escacena del Campo, y los otros cinco pertenecen a la provincia de Sevilla. Los agricultores que así lo hayan decidido traen sus producciones de garbanzos a la cooperativa, donde pasan por unos estrictos controles de calidad derivados de la pertenencia a la Indicación Geográfica Protegida, para garantizar un producto final que persigue, y consigue, la excelencia.

La pertenencia a la IGP supone la aceptación por parte del agricultor de un pliego de condiciones, tal y como explica Inmaculada Izquierdo, bióloga de la cooperativa, que tienen que ver con la forma de cultivar el garbanzo, así como con su recolección, su posterior criba, envasado y comercialización. Del cumplimiento de todos esos requisitos se ocupan en Campo de Tejada, que ofrece como resultado un producto de renombre dentro del mundo culinario y agrario.

La cooperativa sigue avanzando en la implementación de nuevas fórmulas que mejoren y garanticen la máxima calidad, de esta forma están construyendo una nueva nave donde se ubicará un horno de grandes dimensiones, alimentado por paneles solares, para desinfectar los garbanzos que llegan del campo. Actualmente, el proceso de desinfección se hace en un horno eléctrico a 60 grados, durante tres horas. Con este proyecto se pasará a economizar gastos, al ser de mayores dimensiones que las estufas actuales, por lo que se podrá desinfectar de una sola vez más cantidad de garbanzos. Además, se empezará a usar una energía renovable y ecológica, como es la solar. Será para la próxima campaña, en torno al verano del año que viene, cuando el nuevo horno sea una realidad. El uso de las altas temperaturas para la desinfección del garbanzo es, igualmente, otro baluarte de calidad que tiene la cooperativa, ya que se trata de una fórmula ecológica que no añade ningún aditivo al producto para lograr su objetivo.

Asimismo, Izquierdo prevé que en la próxima cosecha se dedique una parcela al cultivo ecológico para estudiar los beneficios que tiene y posibles desventajas y, así buscar la manera más viable de trasladar este tipo de cultivo al resto de los productores.

La bióloga, además, explica a este periódico que trabajan en proyectos de investigación para mejorar la variedad del garbanzo de Escacena. Lo que se ha conseguido es que el cultivo sea más fuerte a dos hongos, que en más de una ocasión ha supuesto la merma o pérdida de la cosecha. Así, con la mejora del cultivo, mucho más resistente, se ha podido pasar de menos de 200 hectáreas de producción a las casi 800 actuales. De esta forma, tras 12 años de investigación, la cooperativa ha conseguido un garbanzo con las mismas cualidades que el blanco lechoso, pero mucho más resistente, como es el caso de la variedad Ituci, que además da más producción que el tradicional. Todo ello, sin suponer una disminución de la calidad. La última variedad en proceso de registro es Tharsis, también resistente a uno de los hongos. La idea futura es conseguir una variedad resistente al fusiarium y a la rabia -los dos hongos que dañan al garbanzo- de forma combinada. Un reto que, a buen seguro, será una realidad en una cooperativa que une tradición e innovación con un rotundo éxito.

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