Enrique Zumalabe Rodríguez: Amante de las cosas de Huelva y de su Sierra
Gente de aquí y de allá
Nombrar el apellido Zumalabe nos trae el recuerdo de aquel gran portero de fútbol que tuvo el Recreativo de Huelva y que era primo hermano de Enrique
Aunque el pueblo donde nació en 1951 se llama La Zarza-Perrunal, a él le gusta decir simplemente que nació en El Perrunal, que tuvo una gran actividad minera durante mucho tiempo cuyas minas explotó durante una época la Sociedad Francesa de Piritas, en la que, además, trabajó mi abuelito Sixto Barranco, que entre otras cosas era Facultativo de Minas.
Su padre Manuel Zumalabe y su madre María Rodríguez, con sus dos hijos, Manolo y Enrique, vivieron allí hasta que la mina dejó de explotarse y toda la familia se fue a vivir a la capital, al barrio de Las Colonias, donde montaron una tienda de ultramarinos, es decir, un comercio de alimentación, pero que se le sigue llamando así por la costumbre de que en otros tiempos se vendían los productos que España importaba de sus antiguas colonias.
Enrique fue al colegio hasta sacarse el certificado de estudios primarios y, a los 13 años, empezó a trabajar como botones en el Casino Comercial, del que era por aquel entonces presidente don Miguel Raya que, como le gustó mucho su forma de trabajar y su trato, le ofreció un puesto de trabajo en su prestigiosa tienda. Y allí fue el bueno de Enrique con solo 14 años y aprendió su profesión muy bien, porque tuvo un gran maestro , el encargado del comercio, que era Salvador Gómez de Pena, precisamente el padre de mi cuñado Chiqui, al que Enrique conoce desde pequeño y al que cariñosamente le sigue llamando Salvadorín.
En 1992 su buen amigo y compañero Fernando Artero y él decidieron emprender una nueva aventura juntos y crearon una tienda de confecciones a la que llamaron Zuan y que tuvo bastante éxito. Yo personalmente la visitaba mucho para comprar mi ropa, ya que solo vendían calidad a buen precio y, sobre todo, tenían un trato exquisito con toda la clientela.
Han sido 48 años de profesión atendiendo a toda Huelva y ha sido siempre muy admirado y querido. Él me cuenta una anécdota en la que un cliente de ellos, que era el gobernador civil de entonces, don Hernán Pérez Cubillas; y que cuando dejó de serlo y se marchaba de Huelva, fue a despedirse junto a su esposa de todos los empleados, pero como en ese momento él no estaba porque había salido, se quedaron a esperar a que volviera para despedirse personalmente de él y, además, le hicieron entrega de una buena propina, que suponía mucho más de lo que el ganaba, cosa que le emocionó mucho, pues no era para menos.
Enrique Zumalabe ha sido un gran enamorado de su profesión y es muy difícil encontrar otra persona como él. Se casó con Cinta Ramblado que, como él, era atenta, simpática y cariñosa. Yo la conozco desde hace muchos años porque trabajaba en las oficinas de Telefónica y era compañera de María José, mi esposa. Tienen un hijo que estudió Magisterio y también Psicología y, además, escribe poesía y tiene ya dos libros publicados. Tuvieron también una hija, María, que murió siendo aún muy pequeñita, un pérdida que les marcó para siempre. Y también tienen una nieta de 7 años a la que adoran.
Nombrar el apellido Zumalabe nos trae el recuerdo de aquel gran portero de fútbol que tuvo el Recreativo de Huelva y que era primo hermano de Enrique, que incluso lo quiso fichar el Real Madrid, con el que llegó a ir a probar, pero no lo contrataron porque le faltaba una falange de un dedo por un accidente que sufrió de pequeño. No obstante, lo fichó el Valladolid, que entonces estaba en Primera División y fue de los pocos porteros que le paró un penalti al célebre jugador húngaro del Real Madrid Puskás, conocido como “Cañoncito Pum”.
En la actualidad Enrique tiene un sobrino, hijo de su hermano Manolo, recientemente fallecido, y que se llama Hugo Zumalabe. Es futbolista, juega en el Ayamonte Club de Fútbol y es un gran goleador.
Hoy he escrito con mucho gusto esta semblanza sobre un hombre bueno que, además, es un gran amigo y todo el que lo conoce lo quiere. Querido Enrique, tenemos pendiente una visita a “tu Perrunal” de tus raíces.
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