Provincia

La vuelta a casa después del susto del incendio originado en Almonaster la Real

  • Los vecinos de El Villar regresan a su hogar tras cuatro días llenos de incertidumbre tras el incendio

  • En Sotiel, el temor fue el humo del incendio

Vuelta a casa de una mujer de avanzada edad en El Villar.

Vuelta a casa de una mujer de avanzada edad en El Villar. / Josué Correa

La aldea onubense de El Villar tendrá unos 70-80 vecinos y una medida de edad bastante avanzada. Muchos de ellos se concentraron ayer en el bar al mediodía. No era un día cualquiera. Habían pasado cuatro noches desde que dejaron sus viviendas por el incendio ocasionado en el término municipal de Almonaster la Real. Cuatro noches desde que dejaron a un lado sus casas, sus tierras y, para muchos su vida. Ayer salían botellines desde detrás de la barra. Atrás quedaron cuatro días de desesperación en Zalamea la Real, donde fueron reubicados durante la evolución del devastador infierno.

“Sabíamos que las casas no estaban afectadas” y que la salida de la aldea “era más bien por el humo”, además del “viento cambiante” que ha marcado la complejidad y el descontrol de las llamas, explicó a Huelva Información Eli Castro, una vecina de El Villar. Desesperación, impotencia y rabia eran las sensaciones con las que definía estos días que ya quedan en la memoria de los vecinos de la aldea que por primera vez han tenido que salir del pueblo a causa de la amenaza de las llamas.

Y el problema mayor que se planteaban en este pequeño núcleo onubense fue trasladar a las personas de edad más avanzada. La movilidad ha sido uno de los principales obstáculos ya que “hay personas que tienen necesidades”.

La pesadilla sólo duró cuatro días. Cuatro largos días. Hasta que ayer la sonrisa se iluminó como el sol, ausente de columnas de humo y olor a quemado. “Entrando por la aldea veníamos llorando de alegría”. Y por fin, pudieron comprobar que no ha habido desperfectos en las casas. Eso sí, queda por ver el estado de los campos y animales. “Esperamos que no haya pérdidas. La mayoría de vecinos de la aldea tiene campo y para muchos es el sustento del día a día”. El incendio era el único tema de conversación mientras que a cuentagotas llegaban el resto de vecinos. Algunos en sillas de ruedas y con una sonrisa de oreja a oreja porque se abrían de nuevo las puertas de su casa.

A Sotiel Coronada también llegaron sus vecinos cuando el hambre acechaba el estómago. Llegaron todos menos la Virgen, que permanece en Calañas hasta nueva orden. Esta localidad onubense bañada con los colores de las tierras mineras tiene una característica principal: se encuentra hundida entre montes por lo que el humo tendió a concentrarse entre las verticales calles. “Cuando he llegado había humillo, pero bueno se ha quedado todo en un susto”, explicó a este periódico uno de los vecinos recién llegado a su casa. Los sotileños sólo han pasado una noche fuera de sus viviendas. Unas tres horas tardaron el domingo en desalojar la localidad, contó la alcaldesa pedánea. “Había mucho miedo pero el humo era el temor”. Aun así “aquí se ha hecho un trabajo de prevención muy bueno y lo mejor que han podido hacer era desalojar”. Vecinos de El Buitrón, Cueva de la Mota, Monte Blanco, Traslasierra y El Pozuelo, entre otras localidades y aldeas, regresaron también a sus casas. Atrás quedaron las llamas y los miedos.

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