"Tres años después del asalto no hay detenidos, no se ha hecho justicia"
El relojero y su mujer padecen importantes secuelas físicas y psicológicas después de que una banda criminal desvalijara su casa de Niebla en 2011 Su hijo desvela los detalles del suceso
Unos días restan apenas para que se cumpla el tercer aniversario de un suceso que consternó a Niebla: el asalto a la vivienda del empresario Valentín Ramos. Y el caso sigue por resolver. No hay detenidos, si siquiera sospechosos, y la Guardia Civil ha tirado la toalla. No ha cerrado el caso, "pero casi", indica la Benemérita sobre el asunto.
Huelva Información ha conseguido ahora el testimonio de su hijo, Daniel Ramos. Su padre no tiene fuerzas para rebuscar en la memoria y exponer públicamente la pesadilla que vivió aquel terrorífico 19 de junio de 2011. "Han pasado tres años y todavía no se ha hecho justicia, ni la esperamos a estas alturas", se lamenta.
Valentín Ramos se había convertido en un referente nacional del sector relojero. Propietario de una de las 25 principales empresas españolas por número de franquicias y facturación en la pasada década (en 2000 llegó a superar los tres millones de euros en ventas), se convirtió en objetivo prioritario para una peligrosa banda de cacos. Su hijo desvela a este diario, por primera vez desde entonces, los pormenores del suceso.
El 19 de junio de 2001 era domingo, justo el posterior a la romería del Rocío. Valentín Ramos y su mujer, Mercedes González, pasaron la jornada en la playa de Mazagón con sus nietos. A media tarde regresaban a su casa de Niebla, una suerte de cortijo rural en cuya parcela se incluía, incluso, la fábrica de relojes. Todavía era de día cuando el matrimonio accedió a la propiedad.
Aparcaron el coche fuera de la finca. Luego permanecieron un apacible rato regando el jardín, con las puertas de la casa abiertas. Los investigadores sospechan que en ese instante los ladrones pudieron acceder a la vivienda sin que Ramos y su esposa se percataran. Eso o que "contaran con la colaboración de alguien que nos conocía y que les facilitó una copia de la llave, porque no forzaron ninguna puerta ni ventana".
La pareja cenó y se acostó. En una hora indeterminada, entre las 23:00 y la medianoche, comenzó el asalto. Ramos y González fueron despertados bruscamente por cuatro hombres. Tenían los rostros ocultos bajo pasamontañas y guantes y habían destrozado prácticamente todas las cámaras de seguridad. Las víctimas no reconocieron en ellos a nadie cercano. Tres hablaban un idioma extranjero y el otro, castellano, "del centro de España, de Madrid o así", relata Daniel. "Los amordazaron y los separaron inmediatamente, amenazándolos con que iban a darle al otro una paliza y a matarlo; se los llevaron incluso a habitaciones diferentes para que no tuvieran constancia de cómo estaba el otro", un auténtico drama.
El empresario se mostró colaborador en todo momento y facilitó a los delincuentes las llaves de la única caja de seguridad que tenía en la vivienda, de la que se llevaron un botín de dinero en metálico y joyas que su hijo no quiso determinar, pero de elevadísima cuantía. "Iban a por las piedras y el oro amarillo, llegaron a dejarse joyas de oro blanco, supongo que porque pensaban que era plata". El matrimonio les facilitó hasta los números secretos de sus tarjetas de crédito. Todo. Pero eso no satisfizo a los cacos.
"Se ensañaron con mi padre, supongo que porque pensaban que tenía más cajas fuertes y no quería decirles dónde", afirma Daniel Ramos. Le asestaron golpes por todo el cuerpo, el más grave, el martillazo que le dieron en un ojo el cual, después de seis complicadas operaciones quirúrgicas, Valentín no ha conseguido recuperar. "Apenas ve por él, lo da por perdido".
Los ladrones le dedicaron mucho tiempo. "Lo bajaron del primer piso rodando por las escaleras". Buscaban con ansiedad la segunda caja fuerte y "no existía". Durante más de una hora, la comitiva recorrió todas las estancias de la vivienda. Valentín seguía siendo víctima de todo tipo de vejaciones. Llegaron a trasladarle incluso a las oficinas de la empresa. No hallando la segunda habitación de seguridad, "ataron a mis padres y los metieron en un zapatero que mi madre tiene en el vestidor, de techo bajo, en torno a la 1:00; allí los dejaron amordazados toda la noche". No pudieron dormir.
A la mañana siguiente, ya 20 de junio, los trabajadores del servicio los encontraron en el habitáculo. "Me llamó una de las empleadas y cuando llegué me temí lo peor: había dos ambulancias en la puerta y cuatro coches de la Guardia Civil". Daniel entró a la vivienda y "cuando vi el estado en el que estaba mi padre me vine abajo y caí de rodillas en medio del salón", confiesa. Valentín Ramos y su mujer, que entonces tenían 63 y 59 años, respectivamente, "no han vuelto a dormir en esa casa".
Las reuniones con los investigadores fueron constantes. Las pesquisas les llevaron a determinar que los cacos habían accedido al domicilio desde la parcela aledaña, "no por la puerta principal", y que "una quinta persona les esperaba en el coche en el que huyeron" por las traseras de la finca, "posiblemente un BMW negro que un vecino vio por la zona a las 22:00". El hecho de que los asaltantes no hubieran forzado las puertas llevó a la Policía Judicial a concluir que "alguien que trabajó en la casa o algún familiar o conocido del servicio o de gente cercana había colaborado con los ladrones".
A Daniel Ramos le frustra, sin embargo, que la juez de Moguer encargada del caso "rechazara investigar" estas posibilidades, ya que "en una casa tan enorme había mucha gente con llave y trabajadores que pudieron irse descontentos". Otro de los hechos que refuerza la hipótesis del cómplice conocido es que "nos robaron justo el mes en el que disponíamos de más liquidez, cuando acababa de terminarse la campaña y todavía no se habían realizado las inversiones de invierno".
El golpe fue duro para la familia no sólo a nivel físico o psicológico, sino también empresarial. "Cuesta mucho trabajo levantarse después de un palo así y hubiéramos necesitado un apoyo institucional que nunca tuvimos", evidencia el hijo de Valentín Ramos. Tampoco hubo llamadas "de los que antes contaban con mi padre para darle premios o invitarlo a congresos". La empresa vendió a Benetton 135 tiendas en 2007 pero seguía trabajando con Bamboleo. "Ahora seguimos vivos, pero nada que ver con los niveles de entonces".
El traumático asalto ha supuesto "un punto de inflexión" para Valentín y Mercedes, "que viven la vida pensando en sus nietos, sus amigos y en viajar". Lo hacen como pueden, porque "a mi madre le han quedado bastantes secuelas y se asusta con cualquier ruido". Daniel desconoce si los ladrones han sido detenidos y, "si los han cogido en otro sitio, no los han relacionado con nuestro caso, por lo que estamos igual".
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