Campaña de frutos rojos

El desplome de los precios obliga a los agricultores a arrancar sus plantaciones de fresas

  • Los agricultores aseguran que la bajada del valor de la fruta hace “totalmente inviable” continuar con la actividad. El kilo de fresa de mesa se paga a 0,60 euros en origen

Un agricultor arranca plantas de fresa en una finca de Cartaya.

Un agricultor arranca plantas de fresa en una finca de Cartaya. / J. Landero (Cartaya)

Cuando aún falta aproximadamente un mes y medio para el cierre de la actual campaña agrícola en lo que respecta concretamente a la fresa, ya hay agricultores que han comenzado a abandonar o a arrancar sus plantaciones, o al menos parte de ellas. Aseguran que el bajo precio de la fruta desde que se inició la actual crisis sanitaria motivada por el covid-19, que se ha acentuado especialmente en los últimos días con un importante desplome, hace "totalmente inviable" la actividad.

Es el caso de la joven empresaria agrícola cartayera Elisabeth Morgado Moreno, que después de calcular pérdidas hasta el momento de entre 15.000 y 18.000 euros, ha decidido esta semana dar por casi concluida la campaña y ha arrancado 30.000 de las 60.000 plantas de fresa puestas en explotación para la campaña de frutos rosjos en su finca Las Cabezuelas-Tariquejos, situada al norte del término municipal de Cartaya.

Asegura que no es la única ya que en la misma zona, incluso antes de Semana Santa, otro agricultor adoptó la misma decisión y también arrancó su plantación, así como otros han optado por abandonarlas dejando que las plantas se sequen.

Elisabeth Morgado achaca el desplome del precio de la fresa a la bajada de la demanda que se ha producido por la crisis sanitaria del coronavirus. Y es que según precisa, los precios empezaron a bajar coincidiendo con el inicio del estado de alarma, a lo que añade que “en los últimos días el desplome es ya total”.

De hecho, prosigue, antes de Semana Santa ya le rondaba la cabeza arrancar parte de su plantación, “pero decidimos aguantar con la esperanza de que se recuperasen un poco los precios”. Tal es así que la pasada semana “nos gastamos unos 350 euros en sulfatar las parcelas que ahora hemos arrancado, tirando con ello ese dinero a la basura” porque finalmente “ha sucedido todo lo contrario”.

Plantación fresera tras el arranque. Plantación fresera tras el arranque.

Plantación fresera tras el arranque. / J. Landero (Cartaya.)

Morgado afirma por otra parte que lo que lleva ya pasando desde hace varias semanas es que “un día te pagan 80 céntimos por kilo, te confías, y cuando vas al día siguiente al almacén con la fruta ya recolectada y cargada en el camión para venderla, se ha producido tal caída que te dicen que la fruta no tiene precio, que es lo mismo que decir que te van a pagar lo que les dé la gana en función de la fruta que reciban ese día”.

Concretamente el pasado viernes la plantilla de Elisabeth Morgado estaba recolectando fruta para industria en las parcelas que ha decidido no arrancar, sabiendo que le iban a dar 10 y 15 céntimos de euro por kilo. “Con eso no se cubren los costes de producción y estamos perdiendo dinero cada día que pasa”, asegura resignada.

La empresaria agrícola cartayera, Elisabeth Morgado. La empresaria agrícola cartayera, Elisabeth Morgado.

La empresaria agrícola cartayera, Elisabeth Morgado. / J. Landero (Cartaya)

En el caso de la fruta destinada a consumo de mesa, prosigue, esta semana “nos han pagado solo 0,62 euros por kilo, que tampoco da para cubrir costes teniendo en cuenta que nuestro formato es de cajas de madera de un kilo y que solo el envase ya tiene un coste de 30 céntimos de euro”.

A ello hay que sumar, detalla, el plástico con el que recubrimos la caja, una pegatina que tenemos que ponerle, la mano de obra para la recolección y manipulación de la fruta, y el transporte hasta el almacén. “No es rentable y es mejor arrancar”, incide.

Sobre la decisión de dejar sin arrancar la mitad de su plantación, Elisabeth Morgado afirma que es “por si los precios se recuperan un poco antes de la conclusión definitiva de la campaña, y también por los trabajadores ya que de su trabajo aquí dependen varias casas de familia.

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