El curioso enigma que esconde el famoso barco pesquero de Mazagón
El barco pesquero que corona una rotonda entre la Avenida de los Conquistadores y la de Santa Clara esconde un fabuloso detalle que no puede ser casual: su gran precisión lo delata
Mazagón/Mazagón es una pequeña población con una playa infinita, situada en la increíble Costa de la Luz de Huelva. Es conocida con el sobrenombre de Vigía de la entrada de la barra desde aquel 3 de agosto de 1492 en que tuvo la dicha de ser testigo privilegiado de la partida de las tres carabelas de Cristóbal Colón rumbo a América, cuando cruzaban la vecina barra de la desembocadura del río Odiel.
Al visitarla veréis que esta llena de sitios y lugares singulares que no os podéis perder. Y no me refiero solo a sus numerosos bares y restaurantes, donde vais a poder disfrutar de su cocina local con mariscos como las coquinas, pescados como las corvinas, doradas, chovas y caballas y sus fantásticos chocos, tan de toda esta costa, que dan nombre al gentilicio popular de los onubenses: choqueros. Y es que Mazagón está lleno de historia, como lo atestiguan su faro, los búnkeres de la playa, el pino centenario del Parador Nacional, la Torre del Oro, la Casa del Vigía y muchos otros lugares que, si os detenéis a visitarlos y a conocer los relatos históricos y las leyendas que los acompañan, os harán vivir una experiencia cultural de lo más especial.
En esta ocasión os propongo detenernos a contemplar el barco pesquero que corona la rotonda existente entre la avenida de los Conquistadores y la de Santa Clara. Este barco fue cedido por nuestro vecino Ernesto Pérez Capitán Salitre al Ayuntamiento de Moguer y desde febrero de 2022 descansa en dicho enclave, en una merecida jubilación, conservando un aspecto todavía ágil y capaz de transmitirnos la épica marinera de las miles de millas navegadas bajo su esbelto casco y alta proa. ¿Qué mejor enlace podría haberse hecho entre estas dos avenidas, que representan por una parte la componente secular, descubridora y civilizadora, de los adelantados de América, y por otra, la religiosa y evangelizadora, centrada en este caso en la inmensa labor realizada por los franciscanos?
Ambos elementos, pilares fundamentales de la creación y desarrollo de la España Americana y Pacífica, han sido unidos simbólicamente por la figura de un barco, humilde representante de aquella Marina española que, como la lanzadera de un telar, permitió a lo largo de más de trescientos años crear y mantener el tejido que sostuvo comunicado y unido aquel imperio desmesurado.
Pero centremos ahora nuestra atención en él. ¿Os habéis preguntado hacia dónde apunta su proa? ¿No sentís curiosidad por saber en qué dirección parece dirigirse, qué rumbo lleva el pesquero? Lo normal sería que fuera una dirección aleatoria, determinada de forma casual por la posición técnica y estéticamente más adecuada que se decidió al colocarlo en la rotonda. Pero, ¿se pudo haber establecido así de forma precisa e intencionada por algún motivo? Vamos a verlo.
Haciendo una primera estimación respecto a los puntos cardinales, veremos que se dirige aproximadamente hacia el NE, mientras que una medición más precisa, utilizando un compás náutico, nos dará un rumbo de 42 grados. Este valor, en principio, no sugiere nada especial, aunque su rumbo inverso en la Rosa de los Vientos (42 + 180 = 222) sea un número considerado por algunos como mágico.
Pero es que en Mazagón la historia y la leyenda se entrelazan a veces de una forma inesperada: una reciente investigación ha encontrado una sorprendente coincidencia, que ha dado pie al nacimiento de una más de las leyendas que forman parte de su acervo histórico y cultural.
Inspirada por esa confluencia entre conquistadores y religiosos, e impulsada por una intuición insistente, la investigación se centró en la extrapolación de dicha confluencia sobre una mayor dimensión geográfica, extendiéndola a los lugares colombinos de Moguer y Palos de la Frontera.
Con un apasionamiento creciente se identificaron y geolocalizaron muchos de estos lugares, hasta que al final se destacaron singularmente dos de ellos: la Iglesia de San Jorge Mártir de Palos de la Frontera (37º 13’ 50’’ N, 006º 53’ 31’’ O) y el Convento de San Francisco de Moguer (37º 16’ 32’’ N, 006º 50’ 28’’ O).
El primero es una iglesia del siglo XV ante la que se desarrollaron buena parte de los preparativos y negociaciones de la expedición que realizó el Descubrimiento de América. En ella rezaron Cristóbal Colón y los tripulantes de las tres carabelas de la expedición la víspera de la partida de su viaje descubridor. Y el segundo es un convento franciscano de finales del siglo XV, vecino al monasterio de Santa Clara de la misma localidad, y del cual salieron en los siglos posteriores numerosos religiosos con destino América. Entre ellos cabe destacar a Fray Antonio de Olivares, natural de Moguer, que marchó para Nueva Galicia en 1663 a la edad de 35 años, y al que se debe la fundación de la ciudad de San Antonio de Texas en los Estados Unidos.
¿Qué ocurriría si se trazara un vector que los uniera, desde Palos de la Frontera en dirección Moguer, y se determinara la dirección de éste? Con las coordenadas geográficas de ambos lugares, y mediante un sencillo cálculo de trigonometría esférica, que os invito a comprobar con la ayuda de cualquier app informática de cartografía digital, se obtuvo el rumbo o dirección del vector que los unía. ¿Y sabéis cuál resultó ser? ¡Pues exactamente 42 grados, el mismo que el rumbo del pesquero del Capitán Salitre!
¡Qué extraordinaria coincidencia! ¡Esto confirmó la intuición inicial de que el barco en realidad era un símbolo, un monumento oculto, que transcendía la simple intersección entre dos avenidas, proyectándola a un plano superior en el que confluían historia, religión, cultura, esfuerzo y sacrificios y en definitiva la épica y los sueños de la aventura humana!
A partir de aquí todo son especulaciones. ¿Cómo se ha producido tamaña coincidencia? Resulta demasiado precisa para ser casual. ¿Qué o quién ha intervenido para hacerla posible?
Hasta hoy no se ha encontrado ninguna explicación racional a este hecho, pero una idea, un sentimiento, está empezando a tomar forma entre los que amamos a esta tierra: ha sido el Espíritu Colombino, que impregna profundamente todo este territorio, el que de alguna manera ha intervenido para indicarnos que debemos recordar nuestra historia con respeto y comprensión, y valorar y honrar el heroico esfuerzo de aquellos compatriotas que hicieron posible la increíble y grandiosa aventura Americana y Pacífica de nuestro país.
La Historia no significa nada,
si no la analizas y la incorporas a tu ser interior.
Si no es así,
no es más que una colección de hechos de una época pasada,
experimentados por extraños,
y será por tanto difícilmente aprendida y fácilmente olvidada.
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