El cine que nace de La Sierra: la inspiración de José Antonio Torres en Las Chinas
Desde esta aldea, ha viajado hasta La Habana para promocionar su última película

La creatividad artística tiene en la comarca serrana onubense un puntal para su nacimiento y expansión. Artistas de todo ámbito y condición llegan a estos pueblos norteños para inspirarse en diversos procesos con resultados repletos de dignidad y calidad.
Algo que puede atestiguar José Antonio Torres Márquez, quien, desde la pequeña aldea de Las Chinas, continúa engrosando un curriculum de envidiable altura. Llegó allí por amor, como tantos otros, y se quedó por la gente, por su clima, por su paisaje, por su tranquilidad y, por supuesto, por un entorno que le permite paseos, tabernas y amistades. Es su refugio, un rincón mágico donde vivir plenamente. Antonia tuvo mucho que ver en esta elección, fue, como reconoce, “el factor emocional” que le hizo en 2013 trasladarse desde Sevilla, ciudad a la que vuelve recurrentemente.
Desde entonces, se vio “atrapado en lo visual de un inmenso jardín lleno de gentes que saben vivir, disfrutones de una felicidad que emana sus propias costumbres”. Rememorando a Antonio Rodríguez Almodóvar, lo califica como un lugar “parecido al paraíso, pero lleno de historias que contar”.

Y las cuenta desde allí, desde la huerta, desde la pequeña iglesia, desde la presa que marca el origen de la vieja compañía eléctrica Santa Teresa, desde el Múrtiga y también desde su estudio, en el que se encierra durante horas para dar vida a cortos, documentales y películas.
Con este contexto, no es extraño que le guste vincular sus guiones a espacios sociales bien definidos desde la identidad, pues así encuentra “relatos más cargados de pasión y de historias que nos trasladan, a su vez, a lugares abiertos al mundo que, en el caso de la Sierra de Huelva, al ser tierra rayana, conecta con ese otro mundo fascinante: el portugués, dos universos que me cautivan”.
En este plano, encuentra en la música, el folklore y la tradición unos nexos de unión que hilan esta tierra, hermana de Portugal y de Extremadura, “lugar por donde jamás pasará un AVE que una Huelva con Badajoz o Lisboa, pero también uno de los mayores reservorios del arte flamenco que existe en el mundo: El fandango o el fado”.

De Las Chinas a La Habana: la vida de Lorca
Su última creación es ‘Lorca en La Habana’, codirigida con el escritor e intelectual andaluz Antonio Manuel. Se trata de una película que muestra una desconocida y singular etapa de Federico García Lorca, su estancia en Cuba en 1930, y que recupera la huella que el autor dejó en la isla y en sus propias creaciones artísticas; así como la que Cuba imprimió en el propio Federico. El poeta llegó a La Habana desde Nueva York el 7 de marzo de 1930. Fue invitado para impartir tres conferencias y, fue tal el embrujo que sintió y vivió en la isla, que no marchó hacia Cádiz hasta el 12 de junio. Una de estas historias que te atrapan por muchas razones, y Torres la explica recordando aquel día en que, tomando unas cervezas con su amigo Marcelo Ripado, éste le hablo de la estancia de Lorca en Cuba. A partir de ahí se puso a investigar, a documentarse y a escribir el guion que presentó a Canal Sur con su productora ‘Plano Katharsis’, con la que fue aprobado.
El valor oculto del film es “haber rastreado la huella actual de la poética lorquiana en la música, la escena dramática y la narrativa actual de la isla. La huella de Federico García Lorca en Cuba es más que un recuerdo o una leyenda. Ningún otro poeta del mundo ha sido tan aclamado, leído y representado en Cuba, que ha dado su nombre a la sala principal del Gran Teatro de La Habana. Federico hizo de Cuba su segunda Andalucía, una España americana, hedonista, sabrosa; sin las tristezas, envidias y beaterías de la España europea”. La prueba es la expresión que trasladaba el poeta a su familia en una carta, cuando dijo “esta isla es un paraíso. Si me pierdo, que me busquen en Andalucía o en Cuba”. La película será presentada próximamente en Galaroza, como primicia onubense, con la colaboración de la Asociación Cultural Lieva.
El proceso creativo de Torres es especial. Plasma sus ideas y guiones en libretas, proyectos que, aunque nunca tengan recorrido ni vean la luz, se mantienen negro sobre blanco a la espera de una revisión futura, de una oportunidad que actualice aquel sueño que escribió. Este modus operandi, aunque reconoce caótico y a veces frustrante, le aporta un patrimonio que se enriquece continuamente, a la búsqueda del momento oportuno para definirlo, para hacerlo realidad. Su nacimiento en Tetuán (Marruecos), donde pasó los primeros años de su vida como nieto de exiliado, ha sido determinante para conformar su manera de ver el mundo, de interpretar la realidad de la diversidad y comprender el respeto hacia todas las culturas.
La trayectoria de Torres está repleta de identidad, conciencia y memoria y de una poliédrica formación que incluye estudios de arquitectura, licenciatura y doctorado en Comunicación Audiovisual en la Universidad de Sevilla, docencia en ciclos de Formación Profesional de la Junta de Andalucía en la especialidad de Realización de Cine Radio y Televisión, colaboraciones en la Facultad de Comunicación y la Facultad de Filosofía de la Universidad de Sevilla, actividades como miembro del Grupo de Investigación de Música, y aficiones al teatro independiente en Sevilla, a la música y también al mundo de la fotografía; en definitiva, un verdadero ‘hombre orquesta’, un ‘hombre cinema’. Se inició en el cine profesional a la edad de 22 años participando de ayudante de dirección en la película ‘Casas Viejas’. Ha desarrollado guiones cinematográficos relacionados con las culturas mediterráneas y con títulos como ‘Los caminos del olivar, ‘La cruz, la estrella y la media luna’ o ‘El piélago de los olivos’
Dirigió ‘El complot de Tablada’, reivindicando la figura de Blas Infante, o ‘Aqueología de lo jondo’, serie documental basada en el libro homónimo de Antonio Manuel, de la que, buena parte, fue rodada en La Sierra, concretamente en Almonaster la Real. Su mezquita sirvió de escenario para hacer un viaje a las raíces andalusíes, moriscas, sefardíes, gitanas, negras y americanas del flamenco y para visualizar un imaginario reencuentro con los moriscos. Otra presencia serrana destaca en su última obra, aunque sea fugazmente. La aparición en ‘Lorca en La Habana’ de Antonia Carranza en el papel de madre del poeta, incluso sin tener una sola frase, rinde homenaje a actores y actrices de estas tierras cuya pasión por el teatro y la interpretación ha sido una constante en sus vidas, aunque solo hayan podido vivirla a nivel de aficionado.
Desde la isla caribeña, donde ha promocionado la película lorquiana con gran éxito, acaba de volver a su aldea serrana, a la que no pierde ocasión de agradecer el haber podido profundizar en el mundo de las artes cinematográficas, “quizás, el único espacio en el que siempre me he encontrado a mí mismo”.
Es “laico por la gracia de Dios, sin renunciar a mi cultura morisca y cristiana”, ideología con la que se ha reencontrado en esta naturaleza serrana, e incluso entre Galaroza y La Nava se ha reconciliado consigo mismo y se ha fusionado de nuevo con la Tierra.
Rodeado permanentemente de un gran equipo de profesionales y colaboradores procedentes de diferentes oficios de la industria audiovisual, del periodismo o de la investigación académica, José Antonio Torres ha encontrado en estas tierras “la posibilidad de investigar en un territorio con mucha identidad y rico en memoria, cultura y naturaleza”. Aquí, desde su estudio en Las Chinas, desea seguir haciendo cine documental con materiales tomados de la realidad y la investigación. Y aquí continuará viviendo experiencias que plasmará en nuevas obras en las que la inspiración serrana tendrá un papel protagonista.
Recuerda el director a Jorge Luis Borges, quien propuso una vez que, si el realismo algún día iba a ser real, necesitaríamos un solo mapamundi que sería un inmenso mapa de papel cubriendo al mundo en su totalidad física. Las Chinas es ahora el mapa que refleja el realismo de Torres y también el rumbo que imprime a la hora de hacer cine, de contar cosas de una forma especial, auténtica, serrana y universal.
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