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El sector del castañar en Huelva alerta del estado "crítico" del cultivo de cara a la temporada de la recolección

Recolectores del sector del castañar en Huelva.

Recolectores del sector del castañar en Huelva. / Antonio F. Tristancho

El castañar constituye uno de los ecosistemas más simbólicos de la provincia de Huelva, que aporta a la Sierra y al conjunto del territorio onubense un amplio y variado universo de ventajas. El castaño es una parte importante de la historia, el paisaje, el medio ambiente y el patrimonio antropológico y cultural de la zona, y es una fuente de riqueza natural, industrial y turística para toda la comarca.

Además, cabe reseñar la gran calidad de la castaña serrana cuyo sabor es único y sus propiedades organolépticas superan con creces las producidas en otros entornos, siendo especialmente buena para su consumo asado, en repostería, o acompañando otros platos.

En las últimas décadas, su orientación principal ha pasado de ser meramente económica a tener una importante función paisajística, ambiental y de identidad social y cultural. La llegada del otoño augura la temporada de recolección, apaño, tratamiento, comercialización y venta de las castañas serranas, y el panorama para este año no parece alentador, a tenor de las opiniones del sector.

Una cesta llena de castañas en Huelva. Una cesta llena de castañas en Huelva.

Una cesta llena de castañas en Huelva. / Antonio F. Tristancho

El castañar es mucho más que un simple cultivo, es también un bosque naturalizado que está declarado como hábitat de interés comunitario por la Directiva 92/43/CEE, del Consejo, de 21 de mayo, relativa a la conservación de los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestres. Además, está protegido por la normativa del Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche. En la comarca serrana, se venían calculando en unas 5.000 hectáreas la superficie ocupada por este árbol, repartidas de forma general en 17 municipios. Sin embargo, la primera alerta que llega desde los expertos es que esa cifra podría haberse reducido en más de 1.500 por abandono.

Entre las causas que han provocado este descenso figura la falta de rentabilidad del cultivo o el envejecimiento de la arboleda, cuya edad media está entre 350 y 400 años, aunque algunos ejemplares se acercan o superan el milenio. También el cambio climático y enfermedades como la tinta, que causa la muerte del árbol, limitan enormemente la producción.

En consecuencia, el castañar ha dejado de ser productivo y se está convirtiendo en un lastre para sus propietarios, según los castañicultores consultados. La prueba está en que, “especialmente durante los últimos 12 años, muchos cultivos están en un estado de abandono o semi-abandono que afecta prácticamente a más del 40% de la superficie”.

Recolección de castañas. Recolección de castañas.

Recolección de castañas. / M. G.

Los principales problemas en general de este ecosistema y su cultivo son los costes de recolección y mantenimiento que, en los últimos años, superan en más de dos veces el rendimiento que se obtiene por la venta de la castaña; por su parte la persistente sequía y el cambio climático impiden el normal desarrollo del fruto y aceleran el desarrollo de otros problemas. A esta situación se le añade el hurto de castañas que se produce en la comarca, provocando que “la situación para el sector sea aterradora”.

La temporada de 2023

Los datos que se manejan desde el sector prevén que en la campaña de este año haya una reducción de la cosecha sustancial respecto a la campaña de 2022, debido a lo indicado. La recolección de la castaña comienza por lo general sobre el 11 de octubre, con la castaña temprana, mientras que a partir del 1 de noviembre comienza la época de la castaña tardía, que supone el grueso de la cosecha en la provincia de Huelva.

Con respecto a los índices de producción para esta campaña se estima que podría haber una merma en la producción inferior al millón de kilos, dato que demuestra el estado crítico del sector, teniendo en cuenta que en años anteriores la media productiva había rondado los 1,5 millones de kilos de castañas.

El abandono de las fincas las convierte en “un reservorio de plagas y enfermedades para el resto", y en enclaves de grave riesgo de incendios, ya que termina siendo pasto de invasión de matorral y otras especies inflamables.

La esperanza del sector está en la calidad intrínseca del fruto serrano y en que la climatología ayude a mejorar las previsiones, resultando así una cosecha que inicie una remontada necesaria para el cultivo. También confían en que los precios puedan aumentar para dejar más recursos en la zona, especialmente para los productores.

La Plataforma Onubense de Defensa del Castañar

En el castañar confluyen muchos actores sociales (propietarios, administraciones, cooperativas, empresas agroalimentarias, agentes sociales, sociedad en general...) que, a veces, mantienen intereses enfrentados. Ello ha conllevado que durante años, no se hayan tomado todas las medidas necesarias para afrontar lo que ya se considera como “un grave panorama que afecta a la supervivencia del sector”.

Conscientes de ello, diversos agentes en el territorio han creado una entidad que ha unido al sector y pretende coordinar y trasladar propuestas de forma operativa y permanente a las administraciones, para conseguir líneas de ayudas dirigidas a la mejora del ecosistema del castañar y a los procesos de su cadena agroalimentaria.

La Plataforma Onubense de Defensa del Castañar (PODC) está formada por las cooperativas de la zona, asociaciones forestales, colectivos de defensa de agricultores, personas trabajadoras autónomas y microempresas, asociaciones y fundaciones agroambientales y otros colectivos interesados en el cultivo. En su corta andadura, apenas dos años, han recibido también el respaldo de numerosos ayuntamientos que cuentan con la presencia del castañar en su término municipal.

Algunas de sus iniciativas están siendo ya debatidas, como un plan comarcal para la mejora del castañar, denominado Directrices Estratégicas del castañar en el Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche. Se trata de un documento técnico–administrativo que analiza y plantea los problemas del castañar y sus posibles soluciones, basadas en una serie de líneas estratégicas a cumplir en los años venideros.

Castañas en una casa en el campo en la Sierra onubense. Castañas en una casa en el campo en la Sierra onubense.

Castañas en una casa en el campo en la Sierra onubense. / Antonio F. Tristancho

En la actualidad se están manteniendo reuniones técnicas interdisciplinares entre la Junta de Andalucía y la Plataforma para dar forma y viabilidad a las propuestas formuladas, en la línea de mejorar el ecosistema, su cadena de valor y sus beneficios ecosistémicos. Este colectivo destaca que, “tras una falta de celeridad inicial, se ha conseguido ya la implicación activa de la Consejería de Agricultura y se espera en breve la incorporación y compromiso firme de la Consejería de Sostenibilidad, lo cual permite prever respuestas concretas en breve”, según representantes de la PODC.

Entre las líneas estratégicas planteadas para la mejora del castañar, se han priorizado en el tiempo y presupuestado aquellas que requieren más urgencia. De hecho, para la inminente campaña de recogida de castañas de este año, “es fundamental establecer mecanismos para mitigar o erradicar el hurto de las mismas en las fincas, uno de los problemas que agravan la producción de castaña, año tras año, y que afecta también a la seguridad y a las fincas, que reciben numerosos destrozos”, afirman. La PODC aprovecha para animar a los visitantes “a comprar el fruto en los comercios de la zona, que ofrecen variedad, calidad y autenticidad, siendo un sustento fundamental para todo el año”.

Como síntesis de la realidad, “si se sigue sin dar respuesta a los múltiples problemas del castañar en nuestro tiempo, el castañar desaparecerá o será un mero recuerdo de otros tiempos”, advierten desde la PODC.

Esta alerta está calando entre la población, que empieza a sensibilizarse de que, si se pierde el castañar, no solo se destruye un ecosistema sino también el legado que supone en cuanto a patrimonio, etnografía cultural, valores ambientales, potencialidad turística y generación de riqueza y empleo. Además, significaría una quiebra de su cadena agroalimentaria, dejando huérfano a un parque natural, cuyo símbolo es precisamente el castaño, heredado gracias al esfuerzo de generaciones anteriores en la conservación de este patrimonio singular.

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