El cáncer de mama al desnudo
ayamonte | testimonio directo de una superación
Manoli Mena muestra las secuelas de la enfermedad que ha padecido a través de una fotografía realizada por Edu Pereiro.
Un escrito de su hija, Natalia Sánchez, completa la obra.

Ayamonte/Manoli Mena (55 años) es una vecina de Ayamonte que, afortunadamente, acaba de superar felizmente un duro cáncer de mama. No obstante, y a diferencia de otras muchas mujeres que sufren esta terrible enfermedad en silencio, ha querido dar visibilidad a la misma y, sobre todo, a las secuelas que ésta ha dejado en su cuerpo.
Para ello ha tenido el arrojo de posar desnuda ante el objetivo del joven fotógrafo local Eduardo Pereiro (Edu Pereiro), que con tan solo 24 años ha sabido tratar el tema con la delicadeza y el tacto suficientes para reflejar en su instantánea, con precisión y ternura, los terribles efectos que un cáncer de mama puede llegar a dejar en el cuerpo de una mujer.
La idea de Manoli Mena la ha completado su hija, Natalia Santos (35 años), licenciada en Historia del Arte aunque dedicada profesionalmente al sector turístico, además de concejala del Grupo Socialista en el Ayuntamiento de Ayamonte, a quien la ha tocado escribir una carta dedicada a su madre para complementar la fotografía de Pereiro. En su escrito Santos narra con crudeza y a la vez dulzura, el duro trance que ha atravesado su madre, para concluir con un mensaje optimista y cargado de "positivismo, valentía, lucha y coraje", que según sus palabras "son los elementos que definen su figura una vez superada la enfermedad".

Una vez realizada la fotografía y redactada la carta, los tres protagonistas de esta historia no lo dudaron y decidieron hacerlo todo público a través de las redes sociales, donde el dramatismo de la instantánea y la emotividad de la narración fueron suficientes para que se viesen cumplidos los deseos de Manoli ya que en pocas horas toda Ayamonte, y buena parte de la provincia de Huelva, conocían su historia.
La carta arranca con la frase "No recuerdo el día exacto porque no lo quise recordar, sólo sé que una mañana de mayo mi madre lloraba como una niña pequeña, y yo, yo sacaba la valentía y el coraje que jamás pensé que tendría. Cáncer, mi madre tenía cáncer, palabra que suena contundente y deja eco, el eco del miedo, de la incertidumbre, de lo desconocido, y en un primer momento de la muerte".
"Días de aparente y fingida normalidad transcurren entre las dudas, el querer saber, el no encontrar respuestas a una pregunta que te haces constantemente, ¿por qué a ella?. Todo parece una pesadilla y lo peor es que en poco tiempo te familiarizas con términos como quimio, radio, mastectomía, centinela…" prosigue Natalia.
El siguiente párrafo lo dedica tanto al apartado médico como a las secuelas de la enfermedad. Para ello escribe: "Con suerte la operación llega rápido y arrasan con todo 'lo malo', es entonces cuando el cuerpo cambia, el hermoso cuerpo de mi madre deja de ser armonioso para presentarse mutilado, ver imágenes antes de otras guerreras ayuda, pero cuando es tu madre, duele. Sin darle importancia a casi nada y con todos los mimos y cuidados acaricias cada día su herida, cuando en realidad lo que intentas es sanarle el alma, tocada y hundida, reflejada en el caso de mi madre en su mirada".
Ahondando en los efectos del cáncer en su madre Natalia relata: "Con la quimioterapia, los peores momentos… la calvicie en una mujer coqueta y presumida pasa a ser su obsesión, que intentas paliar con piropos y alternativas. Peluca de pelo natural, sombreros y pañuelos… se vuelven sus mejores aliados, pero en casa, en la soledad de su hogar, cuando se desnuda la cabeza y el corazón, la vulnerabilidad se hace palpable y la seguridad que maquilla en sociedad es en realidad una fragilidad que es difícil esconder bajo ninguna tela".
La emocionada hija sigue relatando sobre su madre: "Largos días en un sillón, y largos y peores en los posteriores en su estado físico y mental, la quimioterapia cura pero se lleva mucho por delante, lo malo y algo de lo bueno, bendito tratamiento, horribles secuelas. Pasan las sesiones una tras otra con un determinado ritmo, y ¡que no cambie!, tu mejor noticia está cada ciclo relacionada con las defensas. En el transcurso de cada una vas descubriendo cosas nuevas, erupciones, olores, hinchazones… pero ves la meta y ningún obstáculo te hace dejar de verla, esperanza que se llevan consigo las que por desgracia no llegan".
A pesar del dramatismo de su escrito, Natalia encara la recta final de su texto con optimismo al escribir: "Así es el cáncer, una enfermedad larga, dura, con varios finales, unida en mi caso a tres palabras de las que nunca me desprendí y que sirvieron siempre de bastón de viaje: positivismo, confianza y fe", para proseguir destacando lo único positivo que para ella conlleva padecer la enfermedad: "Lejos de ser el peor momento de nuestra existencia, a mi madre como enferma, a mí como cuidadora y sobre todo hija, el cáncer fue el mayor aprendizaje de nuestras vidas. No somos los mismos que fuimos, nada es igual y todo ha cambiado. Vivir una experiencia de cáncer te zarandea por dentro, te sacude como un terremoto y cambia tu visión de todo. Valoras los abrazos, los momentos de tranquilidad, salud es tu único deseo, y un gesto de amor, tú mejor regalo".
Para terminar finalmente con un mensaje de esperanza: "Por suerte mi madre se encuentra inmersa en el proceso de reconstrucción de su pecho, lo batalló, lo peleó y lo venció. A cada una de las mujeres que pasaron, pasan o pasarán un cáncer de mama la naturaleza las dota de una fuerza especial, un coraje, una valentía y un espíritu de supervivencia del que ya jamás se desprenderán. Cáncer hoy no es sinónimo de muerte, la batalla no está ganada, pero el futuro es, sin duda, esperanzador".
La propia Manoli Mena, en declaraciones a Huelva Información, ha señalado que los principales objetivos de la iniciativa han sido "eliminar el tabú que siempre ha rodeado al cáncer de mama", que la sociedad "vea su realidad y lo que las afectadas esconden tras un bonito vestido", y "mostrar a través de mi cuerpo desnudo la frialdad, y a través de mi rostro el sufrimiento de tan largo camino". Igualmente asegura que dedica la iniciativa "a todas esas mujeres que padecen la enfermedad en silencio, debido en gran parte a la crueldad con la que muchas veces actúa la sociedad".
Manoli Mena define por otra parte su experiencia "como un viaje en tren con muchas paradas", o usando términos taurinos "como una corrida de toros frente a un Miura, en la que yo era el torero que se ponía el traje de luces para afrontar casa sesión de dura quimioterapia, y de la que al final salí airosa".
Por último valora la carta redactada por su propia hija como un "regalo precioso", ya que según sus palabras, "que tu propia hija te escriba algo así es muy emotivo y me ha llenado muchísimo".
Natalia Santos ha afirmado que aunque le costó ponerse a redactar la carta por tener que enfrentarse de nuevo "a tan dolorosos recuerdos", al final lo hizo el día de su cumpleaños y en tan solo una hora y media. Igualmente asegura que su principal objetivo ha sido lanzar un mensaje "muy positivo" desde la "crudeza" de la enfermedad, sobre todo destinado a "esas otras mujeres que luchan en estos momentos contra la misma".
La joven ayamontina se siente muy satisfecha por la enorme repercusión que han tenido tanto su carta como la fotografía de Pereiro. Y es que según sus palabras "han sido centenares la personas que nos han felicitado, nos han mandado mensajes de ánimo, nos han agradecido la iniciativa o han compartido sus experiencias con nosotros".
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