Huelva

Los caballeros templarios vuelven a las jornadas medievales

  • Esta tradicional fiesta permite cada mes de agosto regresar a los tiempos del medievo

Imagen de caballeros templarios ataviados con sus armaduras durante un asedio en una embarcación.

Imagen de caballeros templarios ataviados con sus armaduras durante un asedio en una embarcación. / H.I. (Cortegana)

En la edición del pasado año 2018 los caballeros templarios fueron los principales protagonistas de la fiesta medieval (convertidas en las primeras de Andalucía) que cada año acoge la villa de Cortegana. Fiesta, cuyo último premio, a su brillante organización y éxito, lo obtuvo con fecha del pasado 3 de octubre, cuando el Colegio Oficial de Arquitectos de Huelva le otorgó, por unanimidad, el Premio Especial del Patrimonio por la conservación de su castillo y su entorno.

Esta festividad cada mes de agosto abre de par en par sus puertas a la historia y al pasado, en un estallido cuya particular “onda expansiva” llena de alegría esta localidad serrana, además de fortalecerla en cultura, historia, gastronomía, comercio, teatro, música y turismo.

En esta XXIV edición, que se desarrollará del 8 al 11 de agosto, tienen los Caballeros Templarios un nuevo papel principal en el lema La Huida de los Templarios y el circo de los Túrdulos. Esta particular sombra templaria durante todo el año ha estado presente en esta localidad serrana para aplicar hasta el más mínimo detalle aquello de porque eran también llamados “ Soldados de Cristo “. Igualmente, tienen la función de proteger dos de los lugares sagrados en esta villa serrana, ambos declarados Bien de Interés Cultural, su brillante castillo medieval, punto clave y corazón en el que laten desde su primera edición esta fiesta medieval, así como su Iglesia Parroquial.

Son, por tanto, caballeros templarios convertidos en una de las órdenes militares más poderosas de la Edad Media y cuya principal misión era doble. La primera tenía que ver con proteger a los cristianos que acudían a los santos lugares y la segunda implicaba ser guardianes de esos mismos lugares donde tuvo clara presencia Jesús de Nazaret.

A lo largo de sus más de 200 años de vida activa, los templarios marcaron huella en España, en lugares convertidos en símbolos de su pasado y de su huella, como en la ciudad de Santiago de Compostela. Esta orden templaría contaba con unos integrantes con una regia disciplina y una vida sobria. Estos eran hombres fuertes y valientes, expertos combatientes, y temidos, tanto en la lucha a caballo, como en el cuerpo a cuerpo, independientemente de que fuera en plena batalla o en los torneos medievales.

De los miembros de esta orden, nacida en 1.118, también se escribió: “su cuerpo se recubre de una armadura de hierro y su alma de una armadura de fe. No les falta ni la dulzura del monje, ni la valentía y bravura del caballero”. Y en esa combinación, los templarios eran guerreros-monjes, dispuestos a desprenderse de su existencia individual para sacrificarla por un bien mayor como era la defensa de la iglesia de Jesucristo. No en balde, tenían la misión de ser guardianes de reliquias como el Santo Grial, el paño de la Verónica, la Sabana Santa, la corona de espinas o el Santo Sudario.

Costumbres de la orden templaria en la Edad Media

Esta orden poseía un estricto concepto alimenticio, basado en carnes, legumbres y verduras, además de pan, agua y el vino. Igualmente, comportaba gran importancia la simbología de su bandera, la cual estaba marcaba por el color blanco, cuyo significado residía en la pureza de los templarios, mientras que el negro era el color referido a la fuerza y al valor de los miembros que integraban la misma. A su vez, se convirtieron en referentes espirituales para los ciudadanos y en un ejemplo en cuanto a eficacia militar se refiere.

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