La barbacana se desmorona

en el titán

Eliminada las casas en la zona sur del castillo de Niebla, se eterniza la restauración

Eduardo J. Sugrañes

25 de mayo 2013 - 01:00

Aesportones se vendieron las piedras del castillo de Huelva, así se dice en los legajos del Archivo Municipal de la capital, e incluso los sillares se utilizaron en la reconstrucción de la iglesia de San Pedro y en su torre, en el siglo XVIII; otros han ido apareciendo por las edificaciones del entorno de la plaza. Una forma de espoliar el patrimonio como otra cualquiera, por la falta de responsabilidad. En Niebla, sin que nada tenga que ver una actuación con otra, lo cierto es que también se está perdiendo algunas zonas del Castillo de los Guzmanes.

Un lugar estratégico, cruce de caminos, entre Sevilla y el Algarve, junto al río que baja de las minas, sobre una atalaya desde la que dominar cualquier incursión y junto a una cantera que sirvió no sólo para construir sus murallas, sino para el coloso de la Punta del Sebo, Cristóbal Colón. Piedras usadas para las murallas, en algunas casas adosadas a estas y otras exentas en la ciudad. Quién dice que esas piedras, que a lo largo del tiempo se fueron desplomando de torreones y barbacanas, no acabaran formando parte de alguna casa. Viviendas que ahora se desmontan. Piedras tan comunes en la zona que fácilmente puede parecer que estuvieron formando parte de la muralla. No se cómo se podrá detectar las piedras que formaron parte de la muralla y que ahora pueden estar dispersas. Algunos sillares sí que son fácilmente identificables como de la muralla; otra cuestión, que no será fácilmente demostrable, es cómo llegaron a algún recinto privado, porque no se sabe cuándo pudieron desprenderse de la muralla.

Los técnicos de Cultura han encontrado restos procedentes de la muralla en viviendas particulares y en empresas de materiales de construcción. Hay diecinueve imputados tras la actuación de la Guardia Civil. Algunas no son simples piedras. Pero, volviendo a la muralla, no es que esté bien acumular patrimonio histórico en casas particulares; la pregunta es si están seguros de que esas piedras (sillares -pocos, según las fotos ofrecidas a los medios de comunicación- y sillarejos) proceden de la muralla y no directamente de la cantera.

Lo que sí han conseguido los técnicos de Cultura es que la mirada vuelva a las murallas. Bien está poner orden y crear en la población un clima de respecto por el patrimonio de Niebla, más cuando se vive un periodo de incertidumbre al despojarse de casas adosadas en toda la zona de la barbacana sur y contemplar su deterioro que, por mucho que digan desde Cultura, no deja de ser alarmante para la mayoría. Esa impresión no resta en nada para reconocer los acertados trabajos realizados por la Junta en la zona norte. Lo que no se entiende es que si a una excavación en un solar privado se le exige que se tape con materiales especiales para evitar su deterioro, aquí lo único que se hace es cerrar los huecos de las puertas de las casas que horadaron la muralla y poner una reja de malla alrededor de un torreón que se desmorona, sin preocupación de nada más, ni de la hierba que crece. Todo está bien, dice Cultura.

Lo mismo que las 12.000 piedras del templo encontrado en Méndez Núñez, en Huelva, y que fueron trasladadas, en 1998, al Museo Provincial, donde se iba a reconstruir a su entrada. Sí, nos preocupan también esas piedras.

Hablando de piedras y sillares , los únicos que se recuperaron en Huelva son los que están en el parque de la Esperanza. Menos suerte corrieron todos los muros tartésicos que al final acaban en las escombreras. Les interesa a alguien, pues piedras son de construcciones de una época especialmente importante. Sí, las ciudades tienen que avanzar y los coches aparcarlos en los garajes. Por eso hay que seguir potenciando actuaciones como la que se hizo en el solar del antiguo Colegio Francés de Huelva.

Es normal que no nos contentemos con dejar los trozos de la barbacana sur del castillo de Niebla desintegrándose como un azucarillo en una taza de café; en este caso, entre jardines. Acertada es la denuncia de los técnicos de Cultura por lo que supone de concienciar a los ciudadanos, pero no más allá de lo que todos saben que viene ocurriendo no sólo en décadas, sino en siglos. Interesante la denuncia porque la sacó del olvido y motivó de nuevo a los políticos (PP y PSOE) que, como siempre, no van más allá de su discurso de si son galgos o podencos. No se puede afirmar desde Cultura que no hay peligro en las murallas cuando llevan varios años al descubierto, deteriorándose por las inclemencias del tiempo lo poco que queda. Cultura debe, como mínimo, exigirse lo mismo que a la inicitiava privada: proteger el patrimonio hasta su intervención.

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