La agonía del lince ibérico
Proyecto life El programa de conservación del felino (2006/2011) cuenta con 27 millones de euros
La muerte de Caribú, por hambre, reabre la polémica sobre la eficacia de los planes para salvar a esta especie en peligro de extinción · Doñana es uno de sus hábitats
La muerte de hambre de Caribú, uno de los linces más costosos de la historia de la conservación de esta especie, ha reabierto la polémica sobre la eficacia de los planes para salvar al felino en mayor peligro de extinción del planeta.
Los críticos de estas actuaciones sostienen que esta muerte evidencia la ineficacia de unos programas muy caros y que ni siquiera han logrado evitar que este lince, seguido por satélite, muriera hambriento el pasado sábado en Doñana.
Las autoridades replican que preservar el lince ibérico, del que sobreviven algo más de doscientos ejemplares en Andalucía, es una responsabilidad ardua pero irrenunciable que ha logrado aumentar su población pese a "fatalidades" como la del pasado fin de semana en Doñana donde, además de Caribú, murió otro macho, atropellado, y se halló el cadáver de Esponja, una joven hembra tiroteada y con traumatismos compatibles con un atropello o un apaleamiento.
Pero Caribú no ha sido un lince perdido más, como los que mes tras mes mueren por causas no naturales pues era, tras Baya, el segundo macho capturado en Sierra Morena para reproducirse en Doñana y mejorar la genética de los sesenta ejemplares que allí sobreviven, amenazados por su elevada consanguinidad, lo que no ha conseguido.
Capturado en Sierra Morena en 2008 con dos años por técnicos del programa LIFE para la conservación del lince ibérico 2006-2011, el más caro de la historia con un presupuesto de casi 27 millones de euros, Caribú fue analizado, vacunado, sometido a cuarentena y dotado de un collar con emisor GPS para su seguimiento.
El 25 de noviembre de 2008, al inicio del celo, fue liberado en un cercado levantado en el corazón de Doñana, en un multitudinario acto que presidió la entonces consejera andaluza de Medio Ambiente, Cinta Castillo, quien abrió la jaula al felino rodeada de cámaras e invitados ante el estupor de algunos científicos.
El cercado contaba con cámaras de televisión, vallas electrificadas y majanos artificiales repoblados con conejos, pero tantas facilidades prenupciales se ajaron cuando un mes después apareció en la zona Boliche, un aguerrido macho que puso en fuga a Caribú, quien huyó y cruzó la peligrosa carretera de Almonte a Matalascañas sin dejarse en ella su pellejo, como decenas de congéneres en los últimos años.
El huidizo lince volvió a ser capturado, en enero de 2009, junto al centro de cría en cautividad de linces de El Acebuche, donde se había refugiado, y devuelto al cercado de Doñana, de donde semanas después Boliche lo expulsó definitivamente.
Durante su último año y medio de vida, Caribú recorrió en solitario centenares de kilómetros por el norte de Huelva y se adentró en Portugal, donde hace unos meses fue capturado de nuevo para colocarle un nuevo transmisor GPS, el que el pasado fin semana comenzó a repetir de forma alarmante las mismas coordenadas, presagio tecnológico de su muerte.
La Junta de Andalucía asegura que Caribú no ha sido un lince perdido porque su rastro por satélite ha dibujado un valioso mapa de futuros corredores ecológicos para este felino,
Pero científicos y conservacionistas deploran el manejo de este lince y consideran sus andanzas como una temeraria huida en la que, además, nunca usó los pasos construidos para que la fauna cruce sin peligro las carreteras.
Caribú no ha sobrevivido tras regresar a Doñana, como le ocurre al protagonista de "El lince perdido", la película animada producida por Antonio Banderas.
La Consejería andaluza de Medio Ambiente, presionada por tanta demanda informativa sobre los problemas del lince, ha premiado a estos idílicos dibujos animados como la mejor iniciativa de comunicación del felino.
Fatalidad o negligencia, la muerte de Caribú y de al menos otros seis linces en lo que va de año en Doñana -un diez por ciento de su población- reabre el debate sobre la eficacia y el oportunismo de la conservación de esta especie que a lo mejor no depende tanto de costosos programas, sino de frenar la destrucción de hábitats, los atropellos o los disparos que este emblemático animal sufre incluso en zonas donde su presencia es una fuente de subvenciones públicas.
Caribú ha sido otro lince perdido, una baja más para una especie que tiene en el hombre, en los españoles para ser más exactos, a su principal enemigo.
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