La abundancia de níscalos y el paro llenan la Costa de recolectores de setas
El rebullón se ha convertido en fuente de ingresos complementarios: compradores del Levante acuden desde noviembre a diario · Quienes se dedican a la recogida obtienen una media de entre 40 y 70 euros diarios
Hay un dicho entre la gente del campo que afirma que el año que abunda la piña escasea el rebullón, y viceversa. Creencia que parece confirmarse este otoño, en que la escasez de piñas en los bosques litorales onubenses contrasta con la abundantísima cantidad de rebullones que están brotando bajo el característico manto de marabujas que el pino piñonero deposita en el suelo. Una abundancia derivada fundamentalmente a la alternancia de días lluviosos y soleados, así como a la elevada humedad ambiental.
Este hecho ha provocado una auténtica fiebre por esta seta, también conocida como mízcalo o níscalo, y que lleva por nombre científico Lactarius deliciosus, entre los habitantes de las localidades del litoral onubense, tradicionalmente muy aficionados a su recolección en los pinares costeros onubenses. Sobre todo en Cartaya, que con 12.000 hectáreas es después de Almonte el término municipal con una mayor masa de coníferas de nuestra provincia.
Según afirman algunos de estos aficionados, esta circunstancia no se producía desde hace al menos seis años, aunque los más viejos del lugar se remontan hasta hace casi tres décadas para recordar la última vez que se dio la enorme abundancia de níscalos de este otoño.
Una abundancia que sumada a la escasez de níscalos que por las bajas temperaturas se están dando este año en zonas productoras del interior como los montes de Soria, Cuenca, Guadalajara, Teruel y algunas zonas de Cataluña, a la altísima demanda de estas setas sobre todo en los mercados del Levante español, y al elevado número de desempleados de las localidades costeras onubenses como consecuencia de la crisis, ha desatado una auténtica fiebre por el rebullón en algunas localidades costeras onubenses.
De esta forma, con una furgoneta frigorífica y una báscula, y en la calle, compradores procedentes de algunas provincias levantinas acuden desde el pasado mes de noviembre a diario a las localidades costeras onubenses a cargar níscalos, moviendo miles de euros que están cayendo como agua de mayo entre los numerosos desempleados de la comarca, los cuales para más inri se han quedado este año sin la tradicional campaña de la piña, que tradicionalmente reporta algunos euros extras a muchas familias.
Desde uno de estos puntos de compra, quizá el más importante de todo el litoral occidental onubense por el volumen de níscalos que se comercializa, parten todos los días hacia Murcia entre 500 y 1.000 kilos del preciado hongo. Una actividad que según aseguran los compradores, se mantendrá este año mientras se sigan recolectando níscalos en los pinares litorales de la provincia, previsiblemente hasta el 10 de enero y siempre según las condiciones meteorológicas.
La hora fijada entre comprador y recolectores para la pesada y posterior venta del producto es a partir de las 13:00. Es entonces cuando un auténtico ejército de personas comienza a llegar del campo en sus vehículos, en cuyos maleteros transportan entre 20 y 60 kilos de rebullones según se haya dado la jornada.
En sus rostros y ropas se parecía claramente el arduo "pateo" del monte que en la mayoría de los casos ha comenzado muy temprano, casi con las primeras claras del día, y durante el que llegan a recorrer casi sin parar bastantes kilómetros en unas 5 ó 6 horas. Además, aseguran, "el campo está muy mojado y embarrado, y para colmo los fines de semana tenemos que enfrentarnos al peligro que supone meternos en medio de las monterías en las que participan cientos de cazadores". En este sentido, uno de los recolectores describe muy gráficamente haberse tenido casi que "pelear" con cazadores a los que ha contestado que no deja de recolectar níscalos en determinada zona del pinar "porque mientras ellos cazan animales por diversión yo estoy intentando cazar un jornal para mi casa".
Por otra parte, mientras el comprador murciano paga estos días el kilo de níscalos a tan sólo dos o dos euros y medio (según la calidad), frente a los 7 que llegó a abonar al principio de esta especie de boom a los recolectores, en los mercados del Levante español, sobre todo comunidades como la valenciana o la catalana, donde son bastante apreciados, el consumidor final paga por un kilo de este hongo entre 6 y 36 euros, dependiendo de la época, de la especie exacta y del tamaño, ya que los más pequeños son mucho más valorados.
De esta forma, cientos de parados de las localidades costeras onubenses están obteniendo este año una media de entre 40 y 70 euros diarios por persona con una actividad que según aseguran "viene muy bien a nuestras familias como un ingreso extra, sobre todo teniendo en cuenta la ausencia de piñas y que para el inicio de la campaña de la fresa (en febrero) aún quedan unos meses". Y es que muchos aseguran incluso que esta actividad se ha convertido estas semanas "casi en la única alternativa para nuestras maltrechas economías familiares, sobre todo a las puertas de unas fechas en las que se gasta mucho más como son las navidades".
El fenómeno ha propiciado que los pinares de las localidades costeras se masifiquen a diario con los cientos de recolectores que literalmente se echan al monte en busca del preciado hongo, incluidos inmigrantes residentes en dichos municipios o, como aseguran algunos, "incluso personas que no conocen el pinar ni por supuesto tienen experiencia en esto".
Recolectores, intermediarios y compradores no desean dar mucha publicidad al pujante negocio, ocultando sobre todo los puntos concretos de recolección y posterior compraventa del producto. Y es que según aseguran "hay en España auténticas bandas de ciudadanos rumanos especializados en el asunto que se trasladan rápidamente a los lugares de mayor producción para literalmente peinar sus montes y dejarnos a nosotros sin nuestra parte del pastel"
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