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Comienza en Nerva la toma de muestras para identificar los restos exhumados en las fosas

  • Más de 50 personas se someterán a las pruebas de ADN para intentar dar con sus familiares

Toma de muestras de ADN a Andrea, una de las vecinas de Nerva.

Toma de muestras de ADN a Andrea, una de las vecinas de Nerva. / J. A. Hipólito (Nerva)

El equipo de arqueólogos que trabaja en la exhumación de las fosas comunes del cementerio de Nerva, la más grande de las documentadas en la Andalucía rural, ha comenzado a tomar muestras biológicas de las personas interesadas en recuperar los restos de sus familiares. Más de medio centenar de nietos, en su gran mayoría, y algún que otra hija de represaliado del franquismo, pasarán durante estos días por el emplazamiento declarado ‘Lugar de Memoria Histórica’ en 2012 para facilitar el trabajo de los investigadores. A otros descendientes se las tomarán a domicilio debido a su avanzada edad. Las muestras de ADN se enviarán a la Universidad de Granada para cotejarlas con la de los restos aparecidos en las fosas, y así poder determinar su identidad.

El trabajo de exhumación es especialmente complejo en la fosa de Nerva por la degradación que presentan los restos expuestos durante más de 80 años la acidez del terreno minero, a lo que se suma el gran número de cuerpos arrojados y la disposición en forma de apiñamiento que presentan los mismos. Al respecto, el director del equipo de arqueólogos, Andrés Fernández se muestra cauteloso: “Tenemos que ser realistas y no llevar a engaño a los familiares porque en su gran mayoría se trata de nietos, y en estos casos la probabilidad no será muy alta. La coincidencia genética tiene que tener un 97% para darla por positivo. La experiencia nos dice que en fosas con más de una decena de cuerpos no se llega al 50% de identificación. La complejidad de la fosa de Nerva hará disminuir ese porcentaje. Pero lo vamos a intentar”.

La localización y delimitación de las fosas de la localidad minera se iniciaron en noviembre de 2017. Hasta agosto de 2019 no pudieron exhumarse los primeros cuerpos. De las primeras fases se llegaron a recuperar los restos óseos de 40 cuerpos, (20 en de la fosa norte y otros 20 de la sur), algunos de ellos pertenecientes a mujeres jóvenes. Todos se encuentran custodiados por el Ayuntamiento de Nerva a la espera del cotejo de las pruebas genéticas. De los trabajos actuales en la fosa sur, ya se han exhumado los restos de 10 cuerpos, uno de ellos pertenece a una mujer, y tienen previsto recuperar, al menos, los de otros diez. Como en anteriores fases, los restos, arrojados de forma arbitraria, presentan evidentes signos de violencia. Junto a alguno de ellos han aparecido proyectiles de fusil y casquillos de bala de pistola corta, además de objetos personales, como mecheros de la época y unas pocas monedas. Aún esta por determinar si el equipo de arqueólogos se va a encontrar con otra capa de cuerpos por debajo del nivel actual, tal y como ocurrió en la fosa norte.

Reunir a sus abuelos con sus padres y sus mujeres, y reparar su memoria. Estos son los principales anhelos de las personas que acuden durante estos días al cementerio de Nerva para la toma de muestras biológicas. José Rosa Olivares, José María y Antonio del Pilar Jiménez, Juan García Parra, José García, Eusebio Silva, Alejandro Garzón… son algunos de los nombres a identificar para devolver los restos óseos a sus familiares. Sus nietos e hijas están firmemente convencidos que están en las fosas de Nerva porque así se lo contaron sus madres, la mayoría de ellas fallecidas con la inmensa pena de no poder recuperar a sus padres. Historias desgarradoras, cargadas de interrogantes por resolver, en una mezcla de purga política, venganzas personales, odio y rencor. Nombres que buscan reparación y justicia.

A Josefina (84 años) y Encarnación (90 años) le mataron sus padres y sus tíos. La primera nació siete meses después de la ejecución de su progenitor y la segunda era una niña cuando le arrebataron de su hogar a su padre y a su tío. Ambas coinciden en calificar a sus padres de buenas personas, tal y como se lo han reconocido siempre, vecinos y amigos de la familia. A pesar del tiempo transcurrido, más de 80 años, aún se preguntan sin hallar respuesta: “¿Por qué mataban a la gente de esa manera, sin haber hecho nada?”.

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thumbnail_Aurora / Juan A. Hipólito

María Andrés Rodríguez es la sobrina de Antonio del Pilar Jiménez. Lo mataron junto a su hermano José María. Dos veinteañeros que permanecieron durante meses escondidos bajo el poyo de la cocina de su casa hasta que unos “compadres” lo delataron. Cada vez que recuerda el episodio contado por su madre, a Andrea se le inundan los ojos y se le entrecorta la voz, incapaz de reproducir las palabras de su progenitora. “Fueron flechados al sitio. Ya sabían dónde dar con ellos”, le contaba su madre con amargura. Durante los días que estuvieron presos, su abuela les llevaba el desayuno hasta el día que se los llevaron. “Nunca más se supo de ellos”, se lamenta con profundo dolor.

A Juan García Parra ‘Cascales’, abuelo de Juana Domínguez, lo mataron por sus ideales políticos. “Siempre estaba en la casa del pueblo (sede socialista) haciendo cosas. Cuando vinieron a por él, también se llevaron a su yerno sin mediar palabra. Solo volvió mi tío Manuel. También mataron a un hermano de una prima de mi madre. Pero a éste fue en el campo, donde se escondía. El que lo mató siempre alardeaba de ello”, recuerda Juana que le contaba su madre. Ahora solo espera enterrarlo junto a su abuela y a su madre, caso de coincidir las pruebas genéticas.

Al abuelo de Evaristo Oliveras, José Rosa Oliveras, lo mataron siendo su madre tan solo una niña. Aunque en el seno de su familia siempre se supo quien fue el responsable de su muerte, a él nunca le quisieron decir nada por temor a que pudiera tomarse la justicia por su mano. “Fue una venganza personal”, asegura. “A mi abuela se lo arrebataron con tres niños pequeñitos a los que alimentar”, añade. Desconoce en cuál de las dos fosas existentes en el cementerio de Nerva puedan estar sus retos, pero espera que las pruebas de ADN sirvan para identificarlo. “Queremos que descanse con mi abuela y mi madre”, desea fervientemente.

Necesitamos reparar para que la historia no vuelva a repetirse", afirma el alcalde de Nerva

Para el alcalde de Nerva, José Antonio Ayala, la toma de muestras genéticas es un paso más para la reparación de las víctimas del franquismo en Nerva. “Gracias al esfuerzo del equipo de arqueólogos que trabaja en Nerva, lo estamos consiguiendo, poco a poco. Necesitamos reparar para que la historia no vuelva a repetirse. Lo ocurrido en Nerva fue terrible, lo mires por donde lo mires, incluso en el número de mujeres exhumadas, que supera a la media de las encontradas en otras fosas abiertas a lo largo y ancho del territorio andaluz. Aquí no tuvieron miramientos ni tan siquiera con las mujeres, alguna que otra menor de edad. Así que no vamos a parar hasta restituir su memoria y devolverlos a sus familiares”, comenta.

La identificación genética de las víctimas se llevará a cabo en la Universidad de Granada gracias al convenio firmado en septiembre de 2018 con la Junta que regula la entrega y recepción, tanto de las muestras de restos óseos humanos procedentes de las exhumaciones realizadas en Andalucía, como de las de los familiares de las víctimas, para su posterior depósito, cotejo y entrega de resultados. El convenio persigue que las familias de desaparecidos durante la guerra civil y la Dictadura puedan "recuperar a sus seres queridos y darles un entierro digno". El acuerdo suscrito en su día completa el convenio marco rubricado en junio de 2016 entre ambas instituciones que permitió la puesta en marcha de un banco de ADN, similar a los existentes en Cataluña, País Vasco y Navarra.

En Nerva se sitúa el enterramiento común más grande de los 120 contabilizados en Huelva, la segunda provincia con mayor número de fosas de su región. Se trata de la mayor fosa común documentada en una zona rural de Andalucía. Se encuentra en el interior del cementerio municipal y ocupa prácticamente todo el muro de la fachada principal, de extremo a extremo, con más de 200 metros cuadrados, a excepción de la puerta de entrada que divide a la fosa.

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