La Sierra traza su ruta del castañar

Con las primeras lluvias y las luces tamizadas del otoño, los frondosos castañares que pueblan la serranía de Aracena constituyen un destino único para el viajero, por la riqueza cromática que presenta el terreno lleno de "erizos", propia de un paisaje norteño, y por los atractivos caseríos que se acunan en los valles próximos, refulgentes de cal y de geranios, conformando una serie de itinerarios que merece la peña recorrer.

A seis kilómetros de la localidad de Aracena, por la carretera nacional N-433, se encuentra la localidad de Los Marines, con un casco urbano que se alarga silencioso, al abrigo del bosque de castaños. En el centro del pueblo, la parroquia de Nuestra Señora de Gracia, marca las horas de los lugareños, que comentan en la plaza la cosecha de mosto de este año, obtenido en las lagaretas tras el pisado de la uva a la antigua usanza, producto que se podrá consumir en una fiesta a finales del mes de noviembre.

La misma ruta conduce a Fuenteheridos, uno de los pueblos serranos que por la belleza de su caserío, la abundancia de agua y la benignidad de su clima, ha sido desde siempre uno de los lugares predilectos para los visitantes. A un kilómetro del pueblo, en el Cerro de las Monjas, se puede contemplar el castaño más antiguo del parque, cuyo perímetro de nueve metros en el tronco lo ha convertido en un ejemplar milenario.

En el camino hacia el Castaño del Robledo, lugar al que el poeta Fernando Labrador calificara como "el ermitaño de la sierra", el viajero encontrará el cerro conocido como Riscos Altos, con 962 metros, que constituye la cumbre más elevada del parque, donde aparece como excepción un bosque de roble melojo, rodeado de amplios castañares. La población, declarada Conjunto Histórico-Artístico, conserva una de las arquitecturas más típicas de la comarca, destacando entre sus monumentos, la Iglesia Nueva, edificio neoclásico inacabado, y la dedicada a Santiago el Mayor, obra fechada entre los siglos XVI y XVIII.

Otro de los destinos próximos a Fuenteheridos, lo constituye Galaroza, pequeña localidad situada en el valle del Múrtigas, que además de ser la huerta de la Sierra, por la abundancia de árboles frutales, ha cobrado protagonismo con la manufacturación castañera, encontrándose en su término una empresa cooperativa donde anualmente entra 1,5 millones de kilos de castañas, destinadas a la exportación a Estados Unidos, Brasil y a distintos países de la Unión Europea.

El último punto de la visita, Valdelarco, conocido como "el rincón de las solanas", donde el caminante además de disfrutar de un casco urbano único en la sierra, encontrará un sinfín de senderos, como los caminos del Talenque, de Cortelazor, o los miradores naturales del Risco de la Fuente de la Manzana y de Puerto Lanchar, que atraviesan hermosos paisajes de otoño, donde ya se empieza a contemplar la labor de las apañadoras de castañas, entre las tupidas alfombras de erizos.

Junto a las hermosas panorámicas aderezadas de colores, fragancias y sensaciones propias del armonioso espacio forestal, el viajero encontrará un sinfín de productos derivados del cerdo ibérico, que se pueden degustar elaborados en exquisitos platos en los bares y restaurantes de la zona, complementados con setas de temporada, como gallipiernas, tentullos, tanas y pinateles, entre otras, además de los tostones de castañas, cuya campaña de recolección está a punto de comenzar.