Restauración de los murales de la ermita de San Pedro de la Zarza, en Aroche
En defensa del patrimonio cultural
EL valle del Chanza es uno de los lugares más privilegiados de la Sierra de Aroche, pero a la vez uno de los paisajes sobre los que más ha intervenido la mano del hombre, llegando hoy a conformar una sabia combinación entre dehesas de encinas, árboles de rivera y espacios abiertos que sustentan una seleccionada cabaña ganadera. Los terrenos se formaron en antiguos períodos geológicos y estuvieron sometidos a tormentosos plegamientos, sufriendo a continuación una fuerte erosión que ha vaciado las cumbres, para que finalmente el Río Chanza, como si fuera un cincel, modele este llano paisaje. Su escasa altitud ha propiciado que sea una de las vías de comunicación que une Portugal con las tierras onubenses y sevillanas a través de la carretera nacional Sevilla-Lisboa.
Pero además esta vaguada ha sido un granero de cereales de secano para todas aquellas civilizaciones que han visitado la comarca, como los romanos que establecieron aquí dos ciudades. Una de ellas, que todos llaman Turóbriga, fundada en el siglo I, se extendía por los feraces Llanos de La Belleza, teniendo una doble función, por una parte de romanización del territorio y por otra, de puerto de salida del mineral de la cercana sierra. Estas importantes misiones para las que fue creada posibilitaron que nacieran numerosos edificios, que con el paso de los tiempos, al desaparecer la ciudad, quedaron sepultados bajo tierra y que hoy gracia a la labor de la Universidad de Huelva y del Ayuntamiento de Aroche están viendo poco a poco la luz, incardinados en un proyecto de corte turístico y bajo el prisma de la recuperación patrimonial.
Algunas de las piedras que conformaron los edificios romanos fueron reutilizadas en la Edad Media para construir otros símbolos de identidad arochena, como la ermita de San Pedro de la Zarza, hoy más conocida como San Mamés. Es más, la misma se encuentra dentro de las ruinas formando parte del foro, que era el lugar donde se desarrollaba el comercio, los negocios, la religión y la administración de justicia.
El establecimiento es un magnífico ejemplo de arquitectura de repoblación o románico del ladrillo, habiendo sido declarada BIC con la categoría de monumento por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. Sus orígenes se pueden remontar a finales del siglo XIII constando de tres naves principales separadas por arcos apuntados, ábside y tres puertas de entrada. Uno de sus grandes valores son sus pinturas murales tardomedievales, situadas en mortero de cal sobre muros de mampostería, que debieron de llevarse a cabo durante los siglos XIV y XV. Esta decoración interior reproduce diversas escenas religiosas de pinturas al fresco y al temple aglutinado y decoración geométrica, claro que a veces aparecen incompletas por el picado del mortero.
Todavía recordamos los tiempos en los que en el interior de la ermita de San Pedro sólo podíamos ver el blanco del mortero de cal, sin embargo, el azar posibilitó que se conociera la existencia de las pinturas. A partir de entonces se han llevado a cabo campañas de restauración por parte de las administraciones competentes que han incrementado el valor patrimonial del edificio y por extensión de Aroche. A finales de 2008 comenzó la restauración de las pinturas murales por la empresa Clave, amparada en un convenio marco firmado entre el Obispado de Huelva, propietario del establecimiento y la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. Las actuaciones se han desarrollado durante nueve meses, con un presupuesto inicial de 183.519 euros, el cual ha sido ampliado al encontrarse pinturas en el Presbiterio.
Las pinturas sobre las que se ha actuado son de autor anónimo, de estilo gótico internacional con abundantes reminiscencias románicas y se pueden datar en los siglos XIV y XV. Según los restauradores tienen un fuerte carácter lineal, extendiéndose por la mayoría de los paramentos de la ermita, incluido el púlpito, el altar o los soportes. Presentan diferentes técnicas pictóricas, con predominio del dibujo sobre el color, destacando las escenas de San Cristóbal, la Última Cena y La Anunciación. Los tratamientos que se han llevado a cabo por orden de antigüedad han sido montaje de andamios, engasado, limpieza mecánica de la superficie, fijación de película pictórica, eliminación de capas de cal, consolidación de oquedades, retirada de parches, consolidación y reposición de morteros, reintegración cromática, protección final e iluminación.
En resumen, si en otras ocasiones hemos sido muy críticos con otras restauraciones, en esta debemos mostrar nuestra satisfacción por el trabajo realizado, el cual ha recuperado y realzado este patrimonio pictórico en una de las ermitas más antiguas de la provincia de Huelva.
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