Regantes del Andévalo reivindican el papel de sus fincas como "cortafuegos" frente a los incendios forestales
Las Comunidades Andévalo Fronterizo (CRAF) y Andévalo Minero (CRAM) se ofrecen para contribuir a la recuperación de la zona arrasada por el incendio de Almonaster y se comprometen a adelantar sus actuales planes de inversión de cinco a tres años
Andévalo/Las Comunidades de Regantes Andévalo Fronterizo (CRAF) y Andévalo Minero (CRAM) han puesto en valor el efecto "barrera" que pueden suponer las explotaciones agrícolas en regadío ante incendios forestales de grandes dimensiones, en condiciones muy desfavorables y de elevada propagación, como el grave fuego que a finales del pasado mes de agosto calcinó unas 14.000 hectáreas de terreno en las comarcas del Andévalo y la Sierra de Huelva.
Así lo han manifestado a Huelva Información tanto los máximos responsables de ambas entidades, como algunos de sus comuneros, después de analizar en detalle los planos de la zona afectada por el incendio sobreponiendo el perímetro del área quemada con la ubicación geográfica de sus explotaciones agrícolas.
De dicho análisis se desprende, según ha subrayado el presidente de la CRAF, Juan Antonio Millán, que el modelo de regadío sostenible a la demanda puede llegar a ser "una verdadera coraza a la hora de frenar la propagación de incendios forestales". Y es que según detalla, al oeste del perímetro del incendio de Almonaster "se observa que las fincas en riego del Andévalo Minero, especialmente la de Zarza Fruit, con zonas forestales bien conservadas en su entorno y abastecidas desde el embalse de Olivargas, han sido un freno para la propagación del fuego en la zona de La Zarza". "Del mismo modo –añade- los regadíos del Jarrama y de la finca RioTinto Fruit han frenado la expansión del fuego por el este".
La agricultura de regadío en la comarca del Andévalo, declarada en 2003 de Interés General de la Comunidad Autónoma, que empezó a desarrollarse hace más de una década y que actualmente se está consolidando, conforma un mosaico de cultivos que alterna con zonas forestales, y que permite actuar como "cortafuegos" [o al menos servir como superficies de apoyo], para facilitar el control de incendios. Las características de estas explotaciones agrícolas, con vegetación arbustiva o arbórea de bajo porte, con mayor grado de humedad y verdor por el riego, y con una disposición de su masa vegetal en líneos y subparcelas rodeadas de caminos, propician que el fuego avance más lentamente en ellas, facilitando la labor de los efectivos de extinción.
Del mismo modo los regantes del Andévalo hacen referencia al valor ecológico que pueden aportar sus fincas en el marco del desarrollo sostenible, al estar conformadas especialmente en esta comarca onubense por cultivos de masa arbórea -sobre todo olivos, cítricos, almendros o nogales-, que en determinados aspectos pueden aproximarse a las cualidades que aportan bosques de pinos o encinas: generación de O2 a la atmósfera, contribución a minorar el efecto invernadero o diversidad de hábitats -con especial incidencia en la fauna silvestre-.
En cuanto al valor medio ambiental que aportan los regadíos, los regantes del Andévalo subrayan que los cultivos que se están desarrollando en la zona se implantan en fincas que previamente ya eran agrícolas de secano, o bien se trataba de eucaliptales ya agotados.
En el caso de las primeras el principal cambio del uso del suelo radica simplemente en el nuevo cultivo ya que el riego es muy localizado, lo que conlleva un uso eficiente y un mayor ahorro del agua. A ello se añade su carácter de producción integrada, lo que minimiza y racionaliza al máximo el uso de fertilizantes y fitosanitarios.
En relación a los eucaliptales, la conversión de estos terrenos a la agricultura de regadío también aporta ventajas ambientales. En primer lugar porque los cultivos arbóreos y arbustivos que se están promoviendo en el Andévalo llevan asociada una mayor biodiversidad que el cultivo de eucaliptos, constituyendo de esta forma refugio y hábitat de numerosas especies frente a la monotonía y escasez de éstas en las zonas de eucalipto. A ello se suma que el efecto de los eucaliptales en los incendios forestales es muy negativo porque al ser árboles altos, sus hojas al arder se convierten en pavesas capaces de recorrer grandes distancias a merced del viento, como de hecho ha sucedido en el reciente incendio de Almonaster.
Además, desde ambas comunidades de regantes se destaca la importancia que tiene la inyección económica que supone la agricultura de regadío en la actual situación de crisis derivada de la Covid-19 –que en el Andévalo onubense se suma a la crisis estructural de la comarca-, al ser una actividad generadora de riqueza y empleo.
En este sentido el presidente de la CRAM, Pedro Romero, ha resaltado el efecto indirecto que tiene la actividad agrícola en el mantenimiento de las masas forestales, ya que a su juicio el Andévalo "ha venido sufriendo un importante despoblamiento tras el cese de la actividad minera a finales del siglo XX", lo cual "ha supuesto el paulatino abandono de las fincas rústicas de la zona". De esta forma el desarrollo de una nueva actividad económica, como en este caso es la agricultura de regadío, "contribuirá en el corto y el medio plazo a fijar población en el territorio, y por tanto a que se mantengan nuevamente actividades forestales como la limpieza de montes o la ganadería, entre otras, que son fundamentales para la propia conservación de las masas naturales".
Los regantes se ofrecen para contribuir a la recuperación económica del Andévalo
Para abordar todo lo anteriormente expuesto, así como con el propósito de ofrecer un impulso a la recuperación de la tan castigada economía del Andévalo, ambas Comunidades de Regantes han mantenido esta semana un encuentro con el delegado territorial de la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible en la provincia de Huelva, Álvaro Burgos, donde han propuesto una serie de medidas entre las que destaca consensuar con el aproximadamente medio centenar de empresas que las integran una reducción en sus plazos de inversión que acelere la puesta en riego y el cultivo en sus fincas.
Igualmente se han ofrecido a participar activamente en los grupos de trabajo que se constituyan con la finalidad de acelerar la recuperación económica, social y ambiental del Andévalo, y especialmente de las zonas más afectadas por los incendios forestales y por la crisis sanitaria derivada de la pandemia de la Covid-19.
En dicha reunión participaron el presidente de la CRAM, Pedro Romero; el de la CRAF, Juan Antonio Millán, que además preside la Comisión Promotora de los Regadíos de Huelva (Coprehu), y es presidente de honor de la Asociación de Comunidades de Regantes de Andalucía (CREA), y los empresarios que están actualmente invirtiendo en la transformación en regadíos en el Andévalo, que estuvieron representados por Adrián Agustí, de la empresa Agrimarba.
Según ha indicado Millán a este periódico, durante el encuentro se ofreció al delegado un marco de "máxima cooperación y lealtad" encaminado a "paliar los efectos del último incendio, agravado por la pandemia y por la actual sequía, participando en cuantas reuniones se nos convoque para la restauración ambiental y la reconstrucción económica y social del Andévalo".
Con el mismo propósito las Comunidades de Regantes ofrecieron al delegado incluso la posibilidad de "acelerar los planes de inversión" de sus empresas "de cara a los próximos cinco años, estando dispuestos a acortarlos a tan solo tres", según indicó Millán, quien no obstante matizó que para que ello sea posible necesitan que el Gobierno andaluz acelere los trámites en cuanto a la resolución de las autorizaciones ambientales pendientes, y las concesiones de agua solicitadas en el marco del desarrollo del vigente Plan Hidrológico del Tinto-Odiel-Piedras.
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