La Puebla camina hacia su Patrona

Los puebleños llenaron la calle Serpa en sus caballos antes de subir a la ermita de la Virgen de la Peña

Una de las mayordomas, durante el recorrido de la caballería por las calles del pueblo.
Elena Oliveros / Puebla De Guzmán

27 de abril 2008 - 05:01

Un sol radiante despertó en la mañana de ayer a los vecinos de la localidad onubense de Puebla de Guzmán en un día en que los nervios, la alegría y los preparativos llenaron todas las casas del pueblo desde muy temprano. Y es que muchos puebleños preparan durante todo el año una romería que empezó ayer con el abrazo de todos los residentes en el municipio, así como de muchos habitantes de los pueblos limítrofes que acudieron a Puebla de Guzmán para disfrutar del espectáculo, toda una demostración de tradición y devoción. Así comenzó ayer la romería de la Virgen de la Peña en la localidad, con sus calles salpicadas por los lunares de las flamencas de todas las edades que preparaban el evento con prisa e ilusión desde las primeras horas del día.

En torno a las tres de la tarde, la comitiva de la Hermandad de la Virgen de la Peña, inició la romería con la tradicional recogida de los mayordomos. Estos son los verdaderos protagonistas de la romería e, incluso, tal y como comentaban algunos mayores que se arremolinaban en torno a uno de los bares del pueblo, "son los que pagan la romería y para ello se llevan todo el año preparándose, ya que ostentan el cargo y sienten la romería durante todo el año". Y es que ser mayordormo es signo de devoción y prueba de una promesa que éste le hace a su Patrona, a quien honra durante toda la romería. Así, la comitiva de la Hermandad recorrió a caballo las calles del pueblo, precedidos de un tamboril, también a caballo, que acompañó a los jinetes que galoparon al ritmo del tambor y de la flauta más romera. Detrás, una pareja de puebleños que portan un burro en el que montan al mayordomo. Es así como la Puebla de Guzmán homenajea a los protagonistas de la romería más importante del lugar. Pero este ritual no es más que un simple preparativo, la víspera de cuatro días en los que los sentimientos están a flor de piel y el pueblo se muestra ante sus vecinos y ante los visitantes en todo su esplendor haciendo gala de la gran devoción que los puebleños cobijan en sus corazones.

Después de que todos los mayordomos hubieran sido llamados al inicio de la romería, el pueblo se dispuso a hacer la primera visita a su Patrona, la Virgen de la Peña ubicada en el Cerro del Águila, allí arriba desde donde guarda a todos sus devotos puebleños.

Rebosante de gente, la calle principal del municipio, la calle Serpa, dio la bienvenida a la caballería que hacía su entrada y saludaba al pueblo que se aglutinaba en la cera donde el fresco de la sombra paliaba la intensidad de los rayos de sol que calentaron rápidamente el asfalto. Los sonidos del tamboril rociero entraron por la parte superior de la calle Serpa, el principio del recorrido oficial. Detrás, muchos puebleños formaban una multitudinaria caballería ensordecedora, por el andar de los caballos, y multicolor gracias a los adornos con los que los jinetes engalanaron a sus bestias y a los vestidos y complementos de flamenca que salpicaban de color a las mujeres puebleñas, que desfilaban firmes y orgullosas de su romería entre sus paisanos y visitantes.

Desde la calle Serpa, la caballería recorrió muchas de las calles del pueblo como si todos los jinetes quisieran animar a los puebleños que aún permanecían en sus casas a que los acompañaran al lado de su Patrona. Así comenzó en la tarde de ayer la romería de Puebla de Guzmán en un año muy especial para el municipio ya que el próximo mes de septiembre, se realizará el traslado de la Virgen de la Peña desde su ermita del cerro hasta el pueblo, más cerca de sus fieles. Se trata de un acontecimiento muy especial y esperado por todos los puebleños ya que este traslado se hace cada seis años.

Al salir de Puebla, un angosto camino por delante hasta llegar al Santuario de la Virgen de la Peña, pero un paseo inigualable por la belleza que la naturaleza postra a los pies de los suben para encontrarse con su Patrona, como si de la ascensión celestial se tratara. Pero, para sorpresa de los visitantes, una figura más de la romería hizo su aparición a la entrada del cerro en el momento de la llegada de la numerosa caballería. Con los primeros sonidos de los cascos de los caballos, los danzantes iniciaron la tradicional danza de las espadas. Ataviados con un fino pantalón de terciopelo negro, camisa blanca y fajín rojo, los danzantes guiaron a los jinetes hasta la casa fondo donde los mayordomos bendijeron la comida que horas más tarde servirían en la llamada 'cena de romeros'. Pero para los devotos del municipio, primero está la devoción y luego el placer, por lo que una vez bendecida la vianda que calmaría el hambre y la sed de los romeros, la caballería volvió sobre sus pasos para encontrarse cara a cara con la Virgen de la Peña en su santuario.

Con un respeto absoluto, los romeros acudieron a la santa misa en homenaje a su Patrona como si todos le estuvieran pidiendo permiso para celebrar la romería en su nombre y en su honor. Una vez terminada la eucaristía, los puebleños se apresuraban en llegar a la casa fondo, una de las dos casas que la Hermandad tiene en el cerro y que cede a los mayordomos durante la romería. Estos fueron los encargados de servir la comida a los puebleños que, cansados, la recibieron con gusto y agradecimiento. Y es que ser mayordomo es un derecho y un honor, pero también es un deber ya que, como en tiempos pretéritos, los mayordomos de hoy hacen las veces de los que ocupaban la puerta del templo y daban de comer a los pobres que acudía al lugar.

Tras la cena, los romeros bajaron al pueblo para seguir con la fiesta de la mano de uno de los animales que levanta mucha afición en el municipio, el caballo. La calle Serpa volvió a rebosarse de jinetes puebleños que hicieron las delicias del público que admiraba la exhibición del buen hacer del animal al caminar. Y así terminó el primer día de la Romería de la Peña en Puebla de Guzmán, con todo el pueblo en la calle a los pies de su Patrona.

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