Emotiva despedida a la Patrona de Higuera de la Sierra que regresa al Paraje del Prado
Huelva
La comitiva recorre un bello camino de doce kilómetros entre montes y dehesas
Tras la misa de romeros, oficiada por el párroco Jaime Cano Gamero y cantada por el coro Añoranza en la iglesia de San Sebastián, la Virgen del Prado fue despedida por numerosos vecinos de Higuera, después de los cultos anuales de primavera en el pueblo. La Patrona, fue trasladada hasta su ermita del Prado por el carril de los Chaparrales, recorriendo un bello camino de doce kilómetros entre montes y dehesas, en un domingo de suaves temperaturas.
Así, después de hacer un itinerario urbano por las principales calles de la localidad, y despedirse de las personas impedidas y enfermas, la imagen de la Patrona, recibió en el barrio de La Fontanilla la emotiva despedida de los higuereños, para tomar el camino de Los Chaparrales hasta El Prado, acompañada de caballistas, carriolas y de romeros a pie, sin faltar la compañía del tamborilero, que fue amenizando en todo momento la jornada campestre.
La comitiva realizó un recorrido “sin incidentes” y cumplió el horario previsto llegando al paraje serrano sobre las 13:30, tras atravesar por el vado el emblemático Arroyo del Rey, lugar donde tienen lugar los tradicionales bautizos romeros. Una vez, en la ermita, se procedió al rezo de la Salve, concluyendo así la tercera de las romerías (de vuelta) que se celebran anualmente en honor de la Patrona de Higuera.
En cuanto a los actos religiosos, destacó la novena dedicada a la Virgen en la iglesia parroquial de San Sebastián, ejercicio que culminó el 9 de junio con la función principal, oficiada por el arzobispo castrense de España, Juan del Río Martín, en el que participaron guardias civiles y militares higuereños; la procesión de la Patrona por las calles de la localidad, bellamente exornadas para la ocasión, y la misa celebrada para los mayores de la Residencia Virgen del Prado.
Los orígenes de esta tradición mariana se remontan, según la leyenda, a los albores del siglo XIII, cuando un pastor que guardaba su ganado en El Prado, encontró una imagen pequeñita de la Virgen al pie de una encina, figura que guardó en su zurrón, pero, al mostrar su hallazgo, la imagen había desaparecido, por lo que en el lugar de la aparición se erigió la primera capilla en el Prado, donde desde entonces se le rinde culto.
De esta forma, comienza esta devoción mariana, en la capilla del Prado, edificio de estilo rural que fue reconstruido en la segunda mitad del siglo XVI. De la Virgen se encargaba el ermitaño, que residía en las habitaciones de la fachada sur del recinto mariano.
De este popular personaje ya se tiene constancia en el año 1700, según cuenta Domingo Fal Conde en su obra La devoción a Nuestra Señora del Prado, y que desde antiguo paseaba todos los domingos por el pueblo una pequeña imagen de la Patrona, y visitaba todas las casas pidiendo limosna, ya que vivía de la caridad de los vecinos.
Con la constitución de la Hermandad de la Virgen, a mediados del siglo XIX, continuó la devoción a la Patrona en los tiempos modernos, situándose las fiestas en torno al día de la Encarnación, el 25 de marzo, fecha en la que se celebra la Misa del Prado en la ermita del mismo nombre, donde se acercan cientos de romeros cada año, y cuando también se elige al mayordomo que presidirá las fiestas del año siguiente.
Cantes y bailes de la tierra al son del tamboril y las guitarras junto a la tradicional empanada higuereña aderezan esta jornada campera.
Sobre la existencia de la primitiva imagen de la Virgen, según Fal Conde, no existen documentos escritos, hasta mediados del siglo XVIII, cuando queda constancia de una de las restauraciones. Un siglo más tarde, intervino en la reparación de la imagen el escultor Pizarro, y tras quemarse en un incendio, en 1925, fue recuperada por Galiano. La última mejora de la Virgen la llevó a cabo el ilustre imaginero higuereño, Sebastián Santos Rojas, en el año 1949, en su estudio de Sevilla.
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