Pascual Antonio Gil Mazo, 'Pascualín'
Gentes de aquí y de allá
Hermano de Pedro Gil Mazo ha hecho de Punta Umbría su lugar de residencia y de disfrute

Punta Umbría/Aunque nació en Huelva, este hombre es puntaumbrieño por los cuatro costados y a los pocos días ya estaba en Punta Umbría. Su familia era de gran arraigo en la localidad. Su abuela era la célebre Rosario la del Casino, su padre era Cayetano Gil Hernández, armador de barcos de pesca y alcalde pedáneo muchos años antes de la independencia; y su era tío Antonio Gil Hernández, más conocido por el Chinguito, y que fue el primer alcalde una vez conseguida dicha independencia.
A él desde pequeñito le llamaban Pascualín y su padre le puso ese mismo nombre a uno de sus barcos. Y hoy, a pesar de tener 80 años recién cumplidos, porque nació el 23 de febrero de 1942, le seguimos llamando así cariñosamente. Y no solo los más conocidos, sino todo el pueblo.
Es el mayor de cinco hermanos: Pedro, conocido pintor que falleció antes de que le tocara pero que nos dejó un gran legado de su obra y permanece para siempre en el recuerdo imborrable de este pueblo; Ana María, con la que me une una gran amistad y cariño ya que hemos sido compañeros de trabajo durante muchos años; Cayetano y José, con los que me veo regularmente.
Pascual empezó a aprender sus primeras letras con la inolvidable maestra doña Concha y después con don Antonio Alaminos, también maestro muy recordado. Luego fue a Huelva y estudió en una academia y en el Instituto Rábida, decano de los institutos de la capital y donde impartían sus enseñanzas profesores a los que Pascual recuerda como doña Librada, don Fernando Ávila, don José Díaz Muñoz, más conocido por “Pepín”, y su director don Antonio Palma. Posteriormente fue a Sevilla a estudiar en el Colegio de los Padres Salesianos. Y finalmente estudió Magisterio en Huelva. Fue precisamente en esta época cuando, viniendo diariamente de Huelva en la canoa, conoció a una joven muy guapa llamada Rosa que estaba estudiando las oposiciones para ejercer de maestra.
Ella era la hija de don Joaquín Calderón, también maestro que vino destinado a Punta Umbría desde Badajoz. Cuántos romances se han forjado en tan románticos viajes. Pascual, al terminar, empezó a dar clases particulares a niños de Punta Umbría hasta que lo llamaron del Banco de Huelva, donde empezó a trabajar de cajero y, después de ciertos acontecimientos que ocurrieron en la entidad, ocupó la dirección y el banco pasó a llamarse Banco de Granada. Más tarde lo compró Rumasa y pasó a llamarse Banco de Jerez, pero siempre con Pascual como director. Entonces y el ministro Boyer, del Gobierno de Felipe González, lo expropió y pasó a manos del Patrimonio Nacional y Pascual llegó a ser director provincial y a tener 45 oficinas a su cargo.
Mientras tanto, él pidió permiso a su superior para poder tener una agencia inmobiliaria, una agencia de seguros y ser vendedor de coches Volkswagen. Todo ello era bueno para el banco porque vendía y a la vez hacía negocio porque daba préstamos. Él dice que su clientela de Punta Umbría fue siempre muy leal y cumplidora y que jamás le dejaron ningún préstamo sin pagar. Está muy agradecido a toda la gente con la que trató y que cariñosamente le seguían llamando Pascualín.
Jugó al fútbol en el equipo de su pueblo y fue en su época cuando Juan Núñez, Cayetano Hernández del Campo, él y otros federaron al club que hoy campea y triunfa por los campos de la provincia. Pero hizo muchas cosas más: fue hermano mayor de la Hermandad de la Santa Cruz, hermano de la Cofradía de Nazarenos del Santo Cristo del Mar y también Rey Mago. Respecto a esto último, recuerda muy emocionado cuando La Caixa, el banco donde terminó su periplo laboral, lo llevó como Rey Mago a la cárcel de Sevilla 2 para repartir regalos entre los internos. Era un gran aficionado al tiro olímpico y fue presidente del Club Onubense de Tiro de Pichón y también de la Federación de Tiro Olímpico. Ganó numerosos premios y yo mismo he podido ver las vitrinas de su casa llenas de copas y trofeos. Pasé una magnífica tarde en su casa junto a su encantadora esposa y su hermana Ana Mari disfrutando con tantas cosas que me contó y que, por razones de espacio, no puedo escribir. Las paredes de su casa están adornadas con cuadros de su hermano Pedro, de Antonietta Ponzones y del pintor triguereño Juan Palacio, entre otros.
Pascual y Rosa se casaron y tuvieron cuatro hijos, tres chicos y una chica, y hoy disfrutan de una merecida jubilación paseando por las calles del pueblo y disfrutando de las tertulias con sus amigos, entre los que se encuentran mis queridos Paco Gallego, reconocido y notable arquitecto; y Miguel Ángel Molina, magnífico portero de fútbol que jugó, entre otros equipos, en el Córdoba en Primera División. Desde estas letras les mando un abrazo muy fuerte.
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