La Costa de la Luz esconde una gran riqueza bajo sus aguas, donde cada día tanto aficionados a la pesca deportiva como profesionales, salen en busca de los tesoros mejor guardados de este paraíso bañado por el océano Atlántico.

Para descubrirlo, en esta ocasión el productor audiovisual de El Rompido (Cartaya), Dani Salas, nos muestra cómo ha compartido dos intensas jornadas de pesca con Ezequiel Manaute, un pescador nacido y criado en Huelva, cuna de descubridores y de valientes marineros que, tradicionalmente, han sobrevivido gracias a los preciados frutos que ofrece el mar.

Dos jornadas, cada una con características y condiciones meteorológicas y mareales distintas, en las que Manaute navega frente a aguas puntaumbrieñas a bordo del Carisma, una embarcación equipada con todo lo necesario para practicar la pesca al vivo, una modalidad muy conocida en estas aguas onubenses que se centra en el uso como cebo de chocos, túnidos o langostinos vivos, entre otras especies susceptibles de provocar el instinto depredador de uno de los peces más codiciados por el pescador deportivo, el Dentex gibosus, también conocido aquí como pargo.

Se trata de un pez con una potencia brutal, que ofrece en cada combate toda una demostración de fuerza. Hacerse con él no es tarea fácil. Hay que localizar el pesquero adecuado, emplear el equipo correcto y armarse de mucha paciencia dadas las horas de espera que normalmente se requieren. Pero finalmente la recompensa merecerá la pena.

Estos depredadores se desplazan en pequeños bancos y son capaces de recorrer varios kilómetros en tan solo unas horas. Para tener éxito hay que insistir una y otra vez hasta localizarlos.

La primera jornada de pesca arranca a primera hora de la mañana en una de las marinas con más encanto de toda la península Ibérica: Marina Nuevo Portil, enclavada entre pinares a orillas de la ría del Piedras, donde la embarcación de Manaute tiene su puerto base y desde donde zarpa con las primeras luces del día rumbo hacia aguas de Punta Umbría.

La embarcación de Manaute está equipada con todo lo necesario para la pesca deportiva

Antes de partir, el veterano pescador ya ha preparado los chocos vivos que usará de cebo y que han pasado la noche dentro de un curioso vivero artesanal que él mismo ha fabricado.

Una vez en el pesquero es importante saber que para esta modalidad de pesca fondeada, es fundamental un buen posicionamiento para tener éxito. Para ello hay que prestar atención al viento, la marea y la deriva del barco, con la ayuda de los aparatos de navegación con los que está equipado el Carisma. Solo así es posible llegar a situarse justo encima del pesquero.

Es importante saber que estamos en el Atlántico, donde las corrientes pueden llegar a despegar el plomo del fondo, por lo que antes de montar el equipo es necesario guiarse por las tablas de mareas para conocer la fuerza del agua.

Manaute empata los anzuelos con un fluorocarbono de 70 milímetros de grosor, con una gameta de algo más de dos brazas. El grosor de la gaceta dependerá de la claridad del agua y de las capturas que se estén buscando en cada momento. Una vez montado el aparejo se selecciona el cebo, optando en la primera caña por choco vivo, el cual no es fácil ensartar en los anzuelos. Ezequiel Manaute coloca el primer anzuelo por el sifón y el segundo por su parte trasera para ofrecer un apetecible y peligroso cebo que deja caer a 45 metros de profundidad.

Los cambates con pargos suelen ser brutales

A partir de ese momento no queda otra opción que iniciar la espera de una gran picada. Mientras tanto se van revisando las cañas y cambiando los cebos.

Por fin, transcurridas cinco horas llega el momento esperado. Comienza el combate. Los primeros minutos después de la picada son determinantes porque el pez tiene aún demasiada fuerza y nada con la corriente en busca de refugio. Hay que separarlo rápidamente del fondo bombeando la caña y regulando bien el freno del carrete.

Es el primer día de la temporada y no ha estado nada mal ya que, cumpliendo sus expectativas, Manaute ha capturado una gran hembra de pargo con la que da por finalizada esta primera jornada de pesca.

Una semana más tarde y tras varios días de fuerte viento de levante, Manaute regresa al mar para probar suerte de nuevo. El coeficiente de la marea es alto, el temporal de viento ha pasado, y puede que los pargos registren actividad, lo cual no se hace esperar como se aprecia en la sonda de la embarcación. Es un buen momento para tentarlos.

Manaute practica la modalidad de pesca al vivo para capturar los preciados pargos

Una a una, el experimentado pescador onubense va calando sus cañas, que tienen una longitud de 2,70 metros y una acción de 30 libras. Suficiente para combatir las potentes envestidas de estos grandes depredadores.

En esta ocasión alterna como cebo chocos, langostinos y caballas en cada una de las cañas, con el objeto de conocer el cebo del que se están alimentando. El agua está algo más oscura y el pargo es un animal que usa mucho la vista para cazar, al contrario que la corvina, por lo que tal vez un cebo con movimientos erráticos como la caballa sea el más adecuado para esta jornada.

Poco a poco el viento va cayendo y, después de tres horas de espera, una de las cañas de Manaute por fin se dobla para lograr una hembra que debe pesar alrededor de 20 kilos, lo cual no es nada común en estas aguas.